La Fábrica del Amor

Introducción.

Aleska.

13 de diciembre del 2025.

Las festividades navideñas llegarán pronto.

La ciudad está repleta de adornos navideños y las luces de los colores más bellos brillan por todo el lugar.

La noche está en su mejor momento.

Las familias pasean, acompañadas de sus hijos, cosa que me forma un nudo en la garganta y un cúmulo en el pecho.

La extraño un mundo.

- Hacer pucheritos tontos no te va a disminuir lo que tienes que hacer – me dice Jersha, la sobrina de los dueños de la cafetería, tiene veintisiete y se cree que todos estamos aquí para hacer lo que a ella se le antoje.

- En ningún momento pedí que me disminuyeran nada – le dejo claro, sonando lo más calmada posible.

Jersha es problemática y lo que menos necesito en este momento son problemas, suficiente con los que me causa la familia de César.

- Veo que amaneciste contestona, Aleska – se enfada. – Te quedarás media hora después de tu turno - espeta.

- No puedo – la miro – Tengo asuntos personales que resolver, a demás no tengo porque irme después de que mi horario termine, llegue puntual y ya estoy por terminar mis tareas asignadas para el día de hoy.

- No voy a discutir contigo, Aleska – la pelirroja me mira con superioridad. – Si no te quedas, date por despedida.

- No puedes hacer eso – le digo, frustrada. Desde que empecé a trabajar aquí me ha hecho la vida imposible y, cuando se enteró que tengo una hija, fue mucho peor.

Es una chica bastante difícil de tratar, se cree que es dueña del mundo y lo sabe todo, cuando no es así, de hecho, mis jefes han tenido varias pérdidas debido a las constantes malas decisiones de Jersha, todos hemos recibido malos tratos por su parte, pero, aun así, tenemos que soportarlo, por mi parte yo necesito el trabajo, necesito darle una vida digna a Ada, no puedo permitir que me la quieran quitar, eso jamás.

- Necesito el empleo y lo sabes – le digo. – Jersha tengo una hija, por favor, déjame irme al terminar mi turno, es pequeña, no puedo dejarla sola.

- Ese es tu problema, Aleska – sonríe. – Yo ya te di dos opciones.

- No me has dado ninguna opción – replico. – Simplemente me hiciste saber cual es tu voluntad.

La puerta de la entrada se abre, haciendo sonar la pequeña campanita navideña que pedí que pusieran esta mañana.

Jersha no disimula el fastidio ante el sonido, pero una sonrisa se le dibuja en el rostro cuando Liam – su novio – aparece frente a ambas, trae una caja de regalo.

- ¡Amor! – ella se le tira encima, feliz ante su aparición, no es un secreto para nadie que, si Jersha quiere a alguien, es a él.

Liam le devuelve la sonrisa, besándola, miro a otro lado, no soy fan de ver a otras personas besarse.

- Aleska, que gusto verte – me dice, avergonzado, con un pequeño asentimiento de cabeza.

- Igualmente – le dedico una pequeña sonrisa amable. - ¿Puedo continuar con mis labores? – le pregunto a Jersha, tiempo para discutir no tengo, necesito terminar mis oficios lo antes posible y prepararme para ir a buscar al ser que más amo en este mundo.

- Si – sonríe, con una falsa amabilidad. – Continúa con tus labores y luego retírate.

- ¿Al terminar mi turno o media hora después? – le pregunto, ganándome la mirada curiosa de Liam, Jersha me aniquila.

- Vete al terminar tu turno – espeta.

- Con permiso – me retiro, sintiendo como la mirada de Jersha se clava en mí.

Llego a la zona de la cocina y lavo los trastes que Erika acaba de apilar, ella limpia los hornos y sacamos juntas la basura, antes de trapear, llegan las siete de la noche y de ambas nos alistamos, tomamos nuestras cosas y nos despedimos de Jersha que esta en la entrada con Liam.

- Hasta mañana, señorita Jersha – le dice Erika. – señor Liam.

- Igualmente Erika – responde Liam, amable.

- Que tengan linda noche, hasta mañana – murmuro.

- Descansa Aleska, ten linda noche.

- Gracias – nos alejamos con Erika, quien luce cansada, mucho más de lo habitual.

- Realmente te admiro – dice ella, cuando llegamos al final de la calle que nos separa. – Acabo de conseguir un segundo trabajo como niñera y he de admitir que es de las cosas más complicadas de todas, es una niña de seis años, pero realmente me deja al tope de cansancio. Tienen demasiada energía, es como si tuvieran una batería que no se descarga nunca.

Sonrío.

- Son niños, Erika, ellos son como un farol, uno que brilla tanto, que es capaz de iluminarlo todo. Están llenos de vida, llenos de luz, llenos de energía – le digo.

- Totalmente de acuerdo, si bien es cierto que es agotador, definitivamente disfruto cada segundo con Alexa. Es bastante ocurrida, pese a que sus padres no son muy pacientes y constantemente la están regañando.

- Si sus padres no están para ella como deberían, trata de estar tú. Te aseguro que ella te lo agradecerá cuando sea mayor – trato de disimular que no me afecta el decirlo.




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