La Fábrica del Amor

Capítulo 1

Aleska.

La noche esta fresca, bueno, al menos para mi que soy amante del frío.

Llego a la pequeña zona residencial, donde la princesa más linda del mundo me espera, sonriente.

Se pone de pie a penas abro la puerta, corriendo hacia mí, con los bracitos abiertos, tiene tres años, pero pareciera que tuviera más por su forma de hablar y expresarse.

Cuando me enteré de que la llevaba en mi vientre, uno de mis mayores miedos es que fuera enfermiza, nació un par de semanas antes de lo previsto, tuve terror de que tuviera problemas a futuro, pero definitivamente Dios me la mando sana y fuerte.

El cabello azabache le cae largo por la espalda, pequeñas ondas se le forman en las puntas. La mirada azulada recae en mi y la levanto, sonriéndole.

- ¡MAMI! – sonríe, encantada cuando la cargo. – Te extrañé mucho – se aferra a mí, dejando pequeños besos en mi cara.

- Yo también – la abrazo, cerrando la puerta detrás de nosotras, la llevo a la recámara, dejándola en la cama, donde sonriente me cuenta lo que hizo hoy.

Ella es educada en casa, por Lia, la hermana menor de César, el único familiar de Cesar con quién mantengo buena relación, pese a que ella no está de acuerdo con lo que su familia quiere hacer, se ha mantenido al margen de la situación.

- Aleska, llegaste – sale de la cocina, con la cara llena de harina, limpiándose con una toalla.

- Buenas noches, Lia – la saludo, ayudándola. – Gracias por quedarte con ella.

- No hay de qué, sabes que la adoro más que a nada – me sonríe.

Lo sé y se lo agradezco.

- No he querido preguntar en casa – duda – pero quisiera saber cómo están las cosas con mi hermano – la miro, Ada nos está ignorando mientras juega con unas muñecas que Lia le trajo – Si no te molesta contarme, por supuesto.

- No muy bien – admito – Me han notificado esta mañana que esta pidiendo una prueba de paternidad y la custodia de Ada.

- Lo suponía, lo escuche anoche hablando con María – niega. – No entiendo que le pasa a mi hermano, actúa de una forma tan tonta, como si estuviera poseído, de verdad, es frustrante – dice, cruzándose de hombros.

- Ya lo resolveremos, no te preocupes – le digo, ya bastante hace con cuidar y educar a Ada.

Ella asiente, poco convencida.

- Me encantaría quedarme a charlar un poco más, pero hoy es la cena de compromiso de César y María – rueda los ojos, enfadada, según me ha comentado, la nueva pareja de su hermano no es para nada, su persona favorita – Tengo que ir, aunque no quiera - suspira, sonoramente.

- Entiendo, no te entretengo más, no quiero causarte problemas – le digo, despidiéndome de ella con un abrazo.

- Vendré mañana temprano – me avisa. – Adiós Ada – le dice a la sobrina que gira la cabeza con una sonrisa, lanzándole un beso - ¡Eres una coqueta! – la levanta, besándola en la cara, emocionando a mi hija, que sonríe, encantada.

- Avísame cuando llegues – le pido.

Asiente, abriendo la puerta, dejando a la vista la camioneta que la está esperando, cierro la puerta cuando se marcha y suelto un largo suspiro, pasándome una mano por el rostro, antes de ir a la cocina, Lia ha dejado un pequeño pastel de chocolate, cosa que realmente agradezco, ya que no me siento capaz de preparar nada en este momento y no me gustaría que Ada pasará hambre, por eso siempre llevo conmigo sus galletas favoritas.

Corto una porción, dándosela a Ada, quién alega que no tiene hambre.

Nunca la he obligado a nada, así que guardo el pastel, pidiéndole que vayamos a descansar, ella no quiere, pidiéndome que la lleve a ver las luces navideñas que adornan la ciudad, cosa que no puedo hacer, necesito revisar los documentos que me mando mi abogada, necesito saber que es lo que quiere César y como hacer para que no me la quiten.

Se niega y reniega, pero termino cargándola a la habitación, donde le presto mi móvil para que se entretenga viendo videos.

Mientras ella presiona botones al azar, yo reviso los documentos, donde Cesar exige una prueba de paternidad, y propone que le den la custodia total de la niña si esta sale positiva, alegando que el puede cuidarla mejor, pero yo se que no es así. César y su familia tienen dinero, pero jamás podrán quererla, porque para ellos siempre será la hija de la bruja maldita que hechizo a su hijo.

Pasadas las doce, me permito descansar, tomando a mi hija en brazos para acomodarla, es de sueño pesado, así que ni siquiera siente que la estoy cargando, duerme tan plácidamente que cuando la acomodo, ni siquiera se inmuta. La abrigo con la cobija, antes de ir al baño, donde tomo una ducha de agua helada, antes de ponerme mi vestido pijama y regresar a su lado, me abraza a penas llego a la cama, como si supiera que estoy ahí, el aroma a loción infantil inunda mis fosas nasales, dejándome con un nudo en la garganta, no quiero que me la quiten.

A veces, cuando amamos algo, tenemos que ser consciente de que en cualquier momento lo podemos perder, pero yo, yo no me resigno a perder a la luz de mi mundo.




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