En la casa de la abuela estaban todos reunidos disfrutando del primer almuerzo bajo las enredaderas, ahora que estaban tupidas; comenzaba una de las épocas del año más agradable para Lara, en la que ella parecía brotar y florecer como las plantas.
Ya en los postres el Profe dice:
"Tengo una típica leyenda urbana, Lara, desde hace tiempo en realidad, pero como Fede y vos tenían tanto trabajo decidí esperar.
Bueno, había una vez una maestra que enseñaba con fábulas que ella misma inventaba, sus alumnos la adoraban y los padres la respetaban.
Un día, cerca ya de su retiro, escribió la última fábula pero sin incluir la moraleja, y les dijo a sus alumnos que cada uno debía escribir la suya, teniendo en cuenta que se cumpliría tal cual la escribieran, y que ese era el examen más importante de sus vidas.
Los alumnos escribieron sus moralejas que eran bellas, triunfadoras y que se cumplieron tal cual.
La maestra se jubiló, le hicieron una fiesta y no volvieron a verla.
Tiempo después fueron a su casa pero ella no estaba y aparentemente había salido dejando sus cosas intactas, sus últimas compras estaban sobre la mesa de la cocina y en la puerta de la heladera, la famosa fábula final sin moraleja.
Ella se llama Teresa Torres"- termina el Profe.
"Usted tiene un interés especial.." -dice Fede pensativo.
"Éramos amigos -dice el Profe- dejá de deducir!"
"Claro.." -dice Fede levantando su hombro derecho.
Lara mira el cuaderno que le da el Profe:
"Ahí está la fábula -dice el Profe- a ver qué se te ocurre".
"Puedo echarle una ojeada? -pregunta Fede- y usar
la palabra con D?"
El Profe lo mira serio y se va.
Lara y Fede abren el cuaderno sobre la mesa de la cocina, la fábula inventada por Teresa era una historia sobre la perseverancia y se desarrollaba en un país creado por ella, solo tenía una iglesia cuya descripción era igual a la de la parroquia, que podía cambiar de lugar con el pensamiento de su dueña.
A este poder se lo había regalado un mago cuando era niña, para aliviarle las penas de ser huérfana y solo tenía una condición: nunca, pero nunca debía usarlo para castigar sino solamente para enseñar lecciones de vida.
La fábula dice así:
"Cuenta la leyenda que un Mago Viajero que recorría el mundo desde tiempos inmemoriales para enseñar su sabiduría, andaba los caminos en una carreta que era mucho más grande adentro que afuera; se detenía siempre en los bosque para conocer a los árboles y hablar con ellos, así se enteraba para qué servía cada uno y luego les pedía de regalo unas hojas que usaba en sus hechizos.
El mago nunca estaba solo porque los animales lo acompañaban y cuidaban, y él los curaba cuando estaban heridos o lastimados, también viajaba tranquilamente con ayuda de los arroyitos que lo llevaban sin hundirlo.
Hasta que un día se tropezó con una situación en la que no sabía qué hacer, el mago, que estaba acostumbrado a los animales porque su trabajo era en los bosques y los ríos, de pronto se
encontró con un bebé.
Conjuró a todos los magos vivos y muertos, todos más viejos que él y le contestaron:
"Se te advirtió que en tu larga vida tendrías una prueba que superar, ésta es; no podemos ayudarte".
El mago revisó al bebé para ver si estaba herido pero no le encontró nada, solo descubrió que era una niña y que tenía hambre, inventó comida y se la dio.
Ningún animal del bosque sabía que hacer con la niña y el mago decidió preguntarle al viejo árbol de la loma, éste le dijo:
"Eres un tonto!, si parece humana es humana igual que tú, no puede vivir con nosotros ni con los animales, su gente la ha abandonado para que muera, debes llevarla muy lejos donde esa misma gente no sepa que vive, y cuando tenga edad decirle la verdad".
"Pero.....qué verdad?" -pregunta el mago.
"Que tonto eres! -dice el árbol- aquella por la que la trajeron aquí!, ahora pásame unguento en el nudo de la espalda y vete".
El mago siguió su camino al día siguiente, muy confundido por las enigmáticas palabras del árbol.
Viajó muchos días sin detenerse, para alejar a la niña del peligro, tanto, tanto anduvo que sin darse cuenta un día llegó al mismo lugar del que había salido, y la niña todavía era un bebé.
El mago lo tomó como una señal y pensó que ella no crecía por su culpa, así que emprendió el camino de nuevo pero contando las lunas, y cuando consideró que ella estaba a salvo la dejó en una iglesia pero con un regalo muy especial: el don de las fábulas mágicas y la sabiduría para entender de dónde había salido.
Por eso fue que las monjas decidieron que fuera maestra y la escondieron en el Monasterio mucho más tiempo del necesario, tal como prometieron al mago.
Finalmente dieron con un matrimonio en el que confiaron y así fue como la niña se convirtió en la Srta. Teresa Torres.
A medida que Teresa necesitaba cosas éstas aparecían, primero una vivienda, luego una escuela, pero nunca, extrañamente, sintió la necesidad de una familia propia, por eso en su vida nunca aparecieron esposo e hijos.
Pero lo que sí necesitaba y jamás pudo tener, era la verdadera historia de su origen, por eso les daba fábulas incompletas a sus alumnos, con la esperanza de descubrir una pista que la guiara; lo hizo durante 34 años sin éxito, pero en el último año creyó haber encontrado el modo no solo de saber quién era, sino de vivir la vida que se le negó: escribiría la fábula como su propia vida con su propio nombre pero sin moraleja y luego vería qué pasaba.
Les dio una copia a cada niño para que pudieran beneficiarse de ella si la sabían usar y luego, dejando en la cocina el manuscrito, se sentó a esperar".
"Profe -dice Lara al otro día- por lo que deduzco.....bueno, sí, Fede está de acuerdo, nos parece que ella siempre creyó estar viviendo una vida falseada, lo que quería que pase, pasaba, y no lo que debía pasar, siempre sintió que manejaba su propio destino pero no como lo hacemos nosotros, sino de una manera absoluta y total, sin lugar a nada eventual ni librado al azar; su vida fue programada sistemáticamente al minuto y al detalle, es decir que en realidad no vivió nada emocionante ni loco, solo transito un camino llano y aburrido, añorando lo que pudo ser, preguntándose qué hubiera sido, primero con su verdadera familia y segundo sin las fábulas mágicas.