La Falsa Familia Real

10 - ¿Es la hija del príncipe?

Mabel

—Alexander, ¿puedes bajar a Miranda y a Donal? —le dice Ancel con un tono de autoridad, señalando hacia los niños—. Y ordenale al piloto que pruebe el jet antes de irnos.

Alexander asiente con confianza y se dirige rápidamente hacia las escaleras del jet. Ancel, con una sonrisa cálida, carga a Fiona en sus brazos mientras yo quedo a su lado. Miro a los niños que bajan con Gaseosa, deteniéndose un momento para observar todo lo que ocurre a su alrededor. Sus ojos están llenos de curiosidad, y no puedo evitar sentir una mezcla de emoción y ternura, por la forma en la que Ancel se está comportando con su hija.

El piloto, obedeciendo la orden de Ancel, se prepara para encender el jet. El rugido inicial del motor hace eco en el aire, y los niños se asoman con sonrisas en los labios, deslumbrados por la experiencia. El jet comienza a despegar, elevándose majestuosamente hacia el cielo. Los ojos de Miranda y Donal brillan como estrellas al ver el avión volar.

—¡Mira, tía! —grita Donal, señalando hacia el cielo—. ¡Es increíble!

Después de unos minutos de sobrevuelo, el jet aterriza suavemente. Ancel mira a Fiona, quien ahora parece estar más tranquila y emocionada.

—¿Estás lista para tu aventura, pequeña? —le pregunta, y ella asiente con una sonrisa amplia, ya sin miedo.

Ancel se vuelve hacia Miranda y Donal, diciéndoles:

—Es hora de subir al jet, amigos. Vamos —los anima.

Sin pensarlo dos veces, los niños corren hacia las escaleras, dejando a Mabel atrás. Sigo a los niños, sintiendo una mezcla de alegría y nerviosismo. Al entrar al jet, me sorprendo por su amplitud y lujo. Todo está diseñado para que uno se sienta en la cima del mundo. Puede ver que los lujos en el jet del príncipe, no han dejado de existir.

Me siento al lado de Donal y Miranda, mientras Fiona se agarra de la mano de Ancel. Él le muestra la gigantesca pantalla en la que se puede ver películas, y puedo ver cómo sus ojos se iluminan al descubrir ese detalle.

Ancel y Fiona se acercan a nosotros, y no puedo evitar sonreír al ver a mi hija tan feliz.

—¿Te gusta el jet, cariño? —le pregunto a Fiona, y ella asiente entusiasmada.

—¡Sí, mamá! —responde, su voz llena de alegría—. ¡Es como un sueño!

—Estoy muy contenta de que te guste —le digo, sonriendo. Luego, le ordeno—: Siéntate a mi lado, por favor.

Fiona se acomoda, y emocionada me mira.

—Ancel me ha prometido poner una de mis películas animadas favoritas para ver durante el vuelo, mami.

—¿De verdad? —pregunto, mirando a Ancel, quien está de pie delante de nosotras.

Él asiente con una sonrisa amable. Y yo, con una mueca le agradezco en silencio.

—Prepara a los niños para el despegue —anuncia Ancel.

Lo miro y afirmo.

—Si, por supuesto.

Mientras los niños se acomodan y se preparan para el viaje a Suecia, que la verdad será algo largo.

***

Han pasado varios minutos desde que el jet despegó, y dentro de la cabina, la atmósfera es de pura emoción. Miranda, Donald, Fiona y Gaseosa están sentados en un sofá mirando absortos una película animada. Sus risas resuenan en el aire, llenando el espacio de alegría. En la mesa, por otro lado, estoy sentada junto a Ancel y Alexander, sintiendo una mezcla de nerviosismo y determinación por lo que estoy haciendo.

—Solo un momento más —murmuro para mí misma, mientras firmo el contrato para cumplir mi palabra a lo que vamos a hacer con el tema de ser la esposa falsa de Ancel y mi hija y mis sobrinos, sus hijos falsos. Mi corazón late con fuerza; sé que estoy a punto de cruzar una línea que no puedo deshacer.

Firmo la última línea y le entrego los papeles a Alexander, quien los revisa con atención.

—Perfecto, Mabel —dice Ancel, su voz calmada contrastando con el torbellino de emociones en mi interior—. Hablaremos más sobre esto con los niños cuando lleguemos a Suecia.

Asiento, intentando ocultar la inquietud que me invade.

—Está bien —respondo, pero mientras lo hago, Alexander interrumpe.

—Las fotos que la prensa tomó al salir del restaurante se están haciendo virales —comenta, su tono neutral pero su mirada intensa—. Todos están hablando sobre Fiona. La niña más pequeña, el vivo retrato de su abuela, y dicen que se parece a ti, Ancel.

Al escuchar esto, mis mejillas se sonrojan. Solo yo sé que Fiona es la hija biológica de Ancel, y entiendo por qué la gente podría pensar que se parecen. Pero la verdad podría estar a punto de salir a la luz por causa de esas fotos, y el pánico se apodera de mí.

Las familias reales y ese inevitable parecido que se ha heredado de generación en generación.

—Obviamente, no es mi hija verdadera —interviene Ancel, su voz segura—. Pero es un buen motivo para que sea más creíble ante mi padre, el rey. No me quejo.

Mi mente trabaja a mil por hora. Respiro hondo antes de hablar.

—Tal vez la gente confunda a Ancel con Fiona porque, cuando él era pequeño, era rubio como ella —digo, intentando mantener la calma—. Pero en realidad no se parecen en nada.



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En el texto hay: reino, niños y niñas, familia falsa

Editado: 22.12.2024

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