La Familia Dark

Capítulo 2

Empecé a notar pinchazos en la cabeza y la humedad de la sangre que me recorría media cara. Entreabrí los ojos, pero la habitación en la que me encontraba estaba bastante oscura a excepción de una tenue luz proveniente de un tragaluz en la pared. Intenté moverme, pero no pude.

<<Oh dios, estoy atada a una silla>>, pero no estaba amordazada. Grité, aun sabiendo que no serviría de mucho. Supongo que el instinto me obligaba a ello. Entonces la puerta que tenía justo delante se abrió con un ruido espantoso que suplicaba que la engrasaran más a menudo, y Quinn Dark y su gato negro entraron.

Se quedó justo en el umbral y cruzó los brazos, soltó un sonoro suspiro y dijo:

─ ¿Qué voy a hacer contigo?

─ Suéltame, por favor ─ le supliqué ─. No voy a contar nada.

─ ¿Ah no? ─ preguntó. Apenas le podía ver la expresión de la cara a contraluz, pero estaba convencida de que había levantado una ceja.

─ Ni siquiera sé lo que he visto. ¿Quién iba a creerme? Cabezas que explotan, bicicletas con dientes, el sol cayendo del cielo como un balón pinchado…

─ Mira… Sookie White ─ me dijo ─. Solamente tienes dos opciones. La primera es no salir nunca de este sótano viva.

<<Mierda, mierda, mierda. ¡Esta psicópata me va a matar!>>

─ La segunda es aceptar el trabajo ─ respondió e involuntariamente enarqué una ceja.

─ ¿Cómo dices? ─ pregunté incrédula.

─ Acepta el trabajo, cocinarás, cuidarás de Michael y Winona, vivirás aquí a tiempo completo.

─ ¿Vivir aquí? ─ pregunté. No podía imaginar algo tan terrible y espeluznante como vivir rodeado de estos locos todas las horas del día.

─ Y te pagaremos tres mil grejos al mes.

<<Espera, ¿tres mil?>>.

─ ¿Cómo… que le voy a contar a mi madre? ─ pregunté. ¿Acaso me lo estaba planteando seriamente? ¿Qué alternativa tenía? ¿Morir? Claro que cobrar tres mil grejos al mes y seguir viviendo sonaba de fábula, el problema era todo lo demás.

─ Yo te acompañaré a tu casa a recoger tus cosas y hablaré con tu madre ─ respondió.

<<Oh, dioses, va a matar a mi madre también>>.

─ Puedo llamarla y así no habría que ir ─. No quería meterla en esto.

─ Sería demasiado sospechoso ─ contestó Quinn Dark.

─ Pero…

En ese momento Elliot Dark apareció por el umbral de la puerta y pulsó un interruptor que iluminó la sala en la que me encontraba. Era pequeña, vacía y húmeda, pero ahora podía ver con exactitud a los hermanos Dark. Elliot iba cargado con una pala e iba cubierto de barro en las botas y manos.

─ ¿Qué haces a oscuras? ─ preguntó.

─ Darle dramatismo, maldita sea ─ respondió Quinn ─. ¿Has hecho lo que tenías que hacer?

─ Enterrado a tres metros de profundidad en el jardín trasero ─ respondió Elliot.

<<¿Acaba de enterrar al fontanero descabezado?>>. <<¿Cuántas veces han hecho esto antes?>>.

─ ¿Has investigado de quien se trata? ─ preguntó Quinn ─. No podemos dejar cabos sueltos de ningún tipo.

─ Encontré el teléfono en un cartel de una farola tiempo atrás y lo guardé para la posteridad ─ respondió Elliot ─. No tengo ni idea de quien es. A propósito, ¿Qué harás con ese cabo suelto?

Elliot me señaló con la cabeza y Quinn se me quedó mirando.

─ Depende de lo que haya decidido ─ respondió.

─ Trabajaré aquí ─ dije. Puñetas, no tenía más opción ─. Pero quiero comer con mi madre los domingos.

─ Eso dependerá de qué tan bien te portes o de cuanto me fie de ti ─ respondió Quinn.

La miré fijamente. Tendría que ceder por ahora.

─ Necesitaré ropa limpia ─ dije ─, si quieres que vayamos a ver a mi madre. Estoy ensangrentada de arriba abajo. Y por favor… quiero lavarme los dientes, tengo cerebro en la boca.

─ Nero te acompañará al baño de arriba, yo misma te traeré la ropa ─ dijo Quinn y luego le entregó un cuchillo a Elliot para que me desatara.

─ Espera… ¿Quién es Nero? ─ pregunté.

─ Yo soy Nero ─ respondió el gato con voz humana, una voz de un chico adolescente.

Abrí los ojos como platos mientras Elliot se colocaba detrás de mi y me desataba. Quinn ya se había marchado por el pasillo.

─ ¿Has hablado? ¿El gato ha hablado?

─ El gato habla, sí ─ dijo Elliot como si no fuera la primera vez que tiene que explicarlo.

Me desató y me levanté tocándome las doloridas muñecas, luego me pasé una mano por la cara, que sentía mojada y encontré un poco de sangre en mi dorso, aunque empezaba a estar seca.

─ Sígueme, por favor ─ dijo el gato empezando a caminar.

Elliot me agarró de la muñeca cuando pretendía dar un paso.

─ No te bañes delante de él ─ me dijo muy seriamente ─. No te desnudes delante de Nero.




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