La Familia Dark

Capítulo 4

Mi habitación estaba en el segundo piso, como las del resto, aunque un poco apartada de las escaleras. Su única ventana, circular, daba al pequeño cementerio de la familia Dark, allá en el jardín. Más allá de los negros muros de piedra, la ciudad de Necrolis se extendía hasta el puerto. Los pocos barcos que circulaban eran como hormigas desde esa distancia. No muy lejos de allí estaría mi madre en su casa.

─ Winona ─ le dije a la niña, que me había mostrado mi habitación ─. ¿Sabes hablar?

La niña asintió, pero no dijo nada. Seguía sujetando su terrorífica muñeca entre los brazos.

─ ¿Tú también tienes un poder secreto? ─ pregunté, aunque podría arrepentirme de ello.

Volvió a asentir.

─ ¿Es peligroso?

<<Mejor prevenir>>, pensé.

Esta vez negó con la cabeza.

─ ¿Me lo mostrarías? ─ le sonreí y giré un poco la cabeza entrecerrando los ojos.

Se acercó a mí y me tendió la muñeca. Enarqué una ceja y la agarré de un brazo haciendo pinza con dos dedos como si fuera a morderme o algo parecido. Luego la solté en la cama, a mi lado y no pude evitar mirarla de reojo por si se movía.

Winona empezó a caminar hacia la pared color beige, rodeada de muebles de madera con cajones en los que ya había depositado mis pertenencias. Se detuvo a pocos centímetros de la pared y luego empezó a caminar desapareciendo a través de ella. Ahogué un grito y me llevé una mano en el pecho. A los pocos segundos decidí levantarme y empecé a observar a mi alrededor.

Winona regresó pasando a través de la puerta verde del cuarto como un fantasma, con su vestido blanco, su piel blanca y su pelo y ojos completamente negros y sin expresión.

─ Es… Es un bonito poder, Winona ─ le dije. Su labio se movió medio milímetro.

<<Supongo que eso lo podemos interpretar como una sonrisa>>.

Winona agarró su muñeca de nuevo y se marchó, esta vez abriendo y cerrando la puerta con normalidad. Me quedé sola por fin, y la noche caía rápido. La ciudad se iluminaba, pero el jardín de los Dark permanecía oscuro.

Necesitaba dormir más que nunca. Ese día había sido el día más intenso de mi vida, y todo había empezado esa misma mañana en la que había pulsado con fuerza el freno de mi bicicleta amarilla. Tenía la sensación de que era una persona nueva y completamente diferente desde entonces. Esa noche ya no era la misma que la que había sido esa mañana, y probablemente no lo volvería a ser.

Me puse el pijama y me obligué a dormir, cerré los ojos con fuerza y intenté aislar el sonido del viento que mecía las hojas del árbol más cercano y hacia temblar el cristal de la ventana. La casa parecía silenciosa, demasiado quizá. A lo mejor hubiera preferido escuchar a Michael gritando por el pasillo, o a Quinn discutiendo con Elliot, para sentir que todo iba bien. Sin embargo, cuando escuché el sonido de las patitas de Nero golpeando el parqué con sus uñitas al andar casi tuve un infarto. Cerré los ojos con fuerza y me cubrí con la sábana. No sé en qué momento me dormí, lo que sí sé es que desperté un par de veces en medio de la noche porque alguien se estaba riendo a carcajada limpia. Cuando eso ocurría despertaba creyendo que seguía en mi casa, con mi madre, justo para ver la luz de la luna iluminando el suelo de la estancia a través del ventanal y recordar dónde estaba.

Media hora antes de las siete sonó el pequeño despertador que había en la habitación y que había preparado antes de dormirme. Me puse ropa cómoda, nada de vestidos bonitos esta vez. Me aseé en el baño más próximo y bajé las escaleras hacia la cocina. Gile ya estaba en ella esperando.

─ ¿Qué tal la primera noche chica? ─ preguntó al verme con más ojeras de las que hubiera deseado.

─ Bien, supongo que bien. ¿Alguien se estaba riendo? ¿O lo he imaginado? ─ pregunté.

─ Jeremy, me temo. O alguna de sus personalidades ─ contestó ─. Cuando está en el asilo, esto suele estar más tranquilo.

─ ¿Por qué hay cena hoy? ─ pregunté ─. La gran cena de los Dark… ¿Qué es?

─ En esta casa todos van bastante a su bola, sobre todo en verano y en especial la madre de estos críos ─ contestó ─. Por eso se empezó a convocar una cena familiar al mes, aprovechando uno de los días libres de Jeremy. Eres afortunada, puede ser todo un espectáculo digno que ver, y vas a sentarte con ellos.

─ ¿Voy a sentarme con ellos? ─ pregunté confusa ─. ¿A qué se refiere?

─ Yo también pasé por esto chica ─ dijo ─. Si te contratan, asistes a la siguiente cena. Vas a preparar la comida conmigo durante toda la mañana, pero luego te vas a sentar y vas a comer con toda la familia.

<<¿Todos los Dark sentados a mi alrededor?>>. <<¿Qué podría salir mal?>>.

─ Bien, manos a la obra niña, tenemos trabajo antes que despierten los seis hermanos Dark, todos a las ocho en verano y con gustos bastante particulares.

─ Espera, ¿seis? ─ pregunté contando con los dedos: Quinn, Elliot, Winona, Michael, Jeremy… ─. ¿Quién es el sexto?

─ Yo soy el sexto ─ contestó Nero el gato desde lo alto de la isla central. No lo había visto venir en ningún momento.




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