"Nota de autor": Este libro es una primera versión. Actualmente he revisado, ampliado y corregido esta historia para autopublicarla en físico y digital en Amazon y Kindle Unlimited como (Oscuros Secretos I. La Familia Dark)".
Un par de horas después de conocer a Chuck el camello me encontraba sentada en mi cama con un vestido de fiesta que probablemente no me habría puesto en la vida. Demasiado arreglado, plateado, brillante, corto. Me hallaba contemplando el monumental cuerpo desnudo de Penélope tras salir de la ducha sin un ápice de vergüenza con tan solo una toalla en el cabello.
<<Dioses, es hermosa>>.
En media hora saldríamos del hotel hacia la discoteca señalada por Chuck como su punto principal de recogida. Esa discoteca tenía un despacho desde dónde su propietario movía los hilos, y ese lugar era nuestro principal objetivo. Así que sobre las once de la noche abandonamos el hotel para dirigirnos al lugar. Solamente Penélope, Quinn, Elliot y yo. Una discoteca apretujada de gente no era lugar para Jeremy, y Chuck nos había advertido sobra la etiqueta del lugar y el perfil de gente a la que dejan pasar, así que los niños y Logan no tenían ninguna posibilidad.
Chuck iba delante de nosotros, dispuesto a colaborar, aunque no tenía más remedio. No se atrevía a mirar en dirección de Quinn, solo se comunicaba con Elliot advirtiéndole que él probablemente no tendría muchas posibilidades de entrar en el antro por el solo hecho de ser hombre.
La discoteca Nocturna estaba en una calle poco transitada, a excepción de los coches que aparcaban cerca de la acera, de los que salían sobre todo chicas incluso más arregladas que nosotras. Penélope había insistido en hacerme llevar tacones, pero nunca lo había hecho antes, así que tras dos intentos fallidos de andar con ellos lo habíamos dejado estar. Quinn también se había negado en redondo, así que Penélope era la única que iba con ellos y eso la estilizaba de buena manera.
El edificio tenía dos pisos y en sus dos laterales se encontraban dos callejones oscuros en los que almacenaban los contenedores de basura y cajas de madera. La cola de entrada avanzaba deprisa mientras los dos gorilas de seguridad de la puerta registraban a todo el que quería entrar. No supondría un problema si no fuéramos todos con varios cuchillos atados al cuerpo. Quinn insistió en que Penélope y yo fuéramos delante, llamaríamos más la atención y quizá evitaríamos un registro exhaustivo para ella, que iba armada hasta los dientes. Pero cuando alcanzamos la parte delantera de la cola, Chuck el camello se colocó justo en medio postrando sus brazos detrás de nuestros cuellos.
─ Mirlo ─ dijo eufóricamente ─, mira que dos bellezas me he encontrado.
─ Chuck ─ dijo el portero mirándonos de arriba abajo durante unos segundos en silencio ─. Podéis pasar.
Pero luego el portero levantó la mano ante la cara de Elliot.
─ Largo de aquí tú, das repelús con esa piel tan blanca y ese cabello anaranjado.
Elliot enarcó una ceja y dibujó una sonrisa en su rostro.
─ Claro, sí, por supuesto ─ dijo Elliot con las manos levantadas y luego se giró hablando con la gente que tenía atrás ─. ¿Habéis visto esto? Nunca imaginé que los sacarían del zoo para trabajar en discotecas, es realmente sorprendente.
El portero lanzó un puñetazo en dirección a Elliot, pero este se limitó a esquivarlo hacia un lado sin inmutarse lo más mínimo. Luego le plantó la mano en la oreja, le robó el pinganillo, y salió por patas hacia uno de los callejones seguido de cerca por el portero. El otro se quedó pasmado, pero siguió con su trabajo tras unos segundos.
Penélope y yo nos miramos mientras Chuck y una fuerza invisible nos empujaban hacia el interior del lugar. Quinn, Quinn había aprovechado la distracción para escabullirse dentro engañando la mente del portero. Tenía dieciséis años, por supuesto, y baja estatura, así que perfectamente le podrían haber preguntado la edad e impedirle la entrada.
Un minuto después nos encontrábamos en el baño de chicas y una Quinn ahora visible empujó a Chuck hasta sentarlo en un retrete.
─ Tu numerito nos ha costado que Elliot se quede fuera, Chuck. Tenías que presentarnos a los cuatro como tus acompañantes, no solo a ellas dos.
Quinn se crujió los dedos.
─ ¿Qué vas a hacerme? ─ preguntó él aterrorizado.
─ Ya es hora de dormir Chuck ─ respondió Quinn, y le pegó tan fuerte en la cabeza que lo dejó inconsciente con la cara pegada en la pared del baño. Cerró la puerta y se lavó las manos.
─ Seguiremos con el plan ─ dijo Quinn ─. Me haré imperceptible de nuevo e intentaré abrirle la puerta trasera a Elliot. Vosotras divertidos, como habíamos acordado.
─ Sí, hecho ─ dijo Penélope agarrándome la mano
Asentí con la cabeza y me dejé llevar por ella. Me arrastró hasta el centro de la zona de baile y empezó a bailar de forma espectacular ante mí. Con los brazos arriba, agarrándose su propia muñeca, la cabeza gacha, moviendo las caderas de izquierda a derecha mientras doblaba las rodillas y su altitud disminuía. Bailar no era mi fuerte, pero intentaba seguirle el ritmo.
─ Así nunca llamaremos la atención Sookie White, como sigas quieta como un espantapájaros.
─ Bailar no es lo mío ─ le dije.
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Editado: 15.09.2024