Wayne Huang.
12 horas antes.
Al fin habiamos llegado a Le Rosey.
Luego de viajar en avión aproximadamente cuatro horas, ya nos encontrabamos descansando en nuestras habitaciones, el departamento que nos dieron era muy amplio y lujoso parecía un hotel cinco estrellas, era de dos pisos, abajo se encontraba la sala de estar, la cocina, un baño, el estudio para los ensayos y un ventanal el cual brindaba una agradable vista de una piscina, en la parte de arriba estaban las cuatro habitaciones, dos de ellas tenían el balcón que daba hacia la piscina, las otras tenían vista hacia un lago rodeado por un parque con zonas verdes, se veía muy lejano, cosa que agradecí, la tranquilidad era lo primordial cuando aceptamos venir aquí.
Elegí la una de las habitaciones con vista al lago, estaba organizando mi equipaje cuando escuché que alguien tocó la puerta, acto seguido la abrió.
—Wayne necesito que bajes, tendremos una pequeña charla con los demás, te espero en cinco minutos, le avisaré a los demás.
Asentí, mientras Robert, nuestro manager, se retiraba de la habitación.
Dejé lo que estaba haciendo para luego reunirme con los demás, fui el último en llegar.
Wes estaba serio como siempre, con el ceño fruncido y sus brazos cruzados esperando a que nuestro manager hablara, Sam jugaba con su celular, ni se percato de que ya estábamos todos allí, Axel sonreía al ver a Sam tan distraído, mientras Robert tocaba el puente de su nariz mientras cerraba sus ojos por unos segundos como meditando que iba a decir.
—Chicos, necesito que escuchen atentamente.
Sam pegó un brinco del susto, guardó el celular en el bolsillo de su chaqueta y miró a la persona que acabó de hablar luciendo serio y maduro, Axel soltó una pequeña risa, la cual trató de ocultar con una mano, pero falló en el intento, Wes frunció aún más su ceño, como si eso fuera posible, y yo ahogue una carcajada.
Robert continúo al ver que todos teníamos su atención.
—Saben que ésto lo hago para mejorar sus habilidades en la música, todos ustedes tienen mucho talento, pero hay que pulir ese don con el que nacieron, tarde o temprano debía suspender los conciertos, se presentó la oportunidad y no quería aplazarlo por más tiempo.
Los chicos y yo nos miramos, conociamos a nuestro manager como la palma de nuestra mano y habia información que no nos estaba diciendo.
—Robert ¿Hay algo que nos estas ocultando cierto? —Preguntó Axel.
—No me sorprende que se hayan dado cuenta.
— Oh vamos manager, suéltalo de una buena vez. — respondió Wes, su tono era demandante.
— Tuve una reunión con los patrocinadores y se llegó a un acuerdo, cuando finalicen sus estudios... —Tenía un buen presentimiento de que algo bueno vendría a continuación .—¡Nos iremos de gira internacional!
Quedamos unos segundos en completo silencio, nuestro cerebro necesitaba procesar aquellas palabras que fueron dichas.
Sam fue el primero en acabar con aquel silencio, corrió hacia Robert y lo abrazó tan fuerte que hasta logró alzarlo unos cuantos centímetros del suelo, acto seguido nos unimos a él, allí los cuatro abrazando a nuestro manager, lloramos de felicidad, reímos, gritamos, la emoción nos invadió por completo, al fin todo aquello por lo que tanto trabajamos, por lo que tanto luchamos, estaba apunto de realizarse, una gira internacional era el sueño de cualquier cantante.
Ya más calmados y limpiando nuestras lágrimas nos sentamos en el sofá.
— Chicos estudien mucho, aprendan todo lo que les enseñen en clases y no pierdan el tiempo, esta es la mejor Universidad del país, saldrán bien preparados de aquí, así que no me defrauden, confío en ustedes.
Robert siempre creyó en nosotros, desde el primer momento en que nos vio tocando en un pequeño bar de nuestra ciudad, no teníamos muchos espectadores, pero de igual forma cantábamos con la misma pasión como lo hacemos actualmente, en ese entonces, eramos cuatro novatos con muchos sueños, queríamos comernos el mundo, él desde siempre confío en nosotros por eso le debíamos tanto
— No te defraudaremos, confía en nosotros. —Respondió Axel, al mismo tiempo que servía unas copas con Champán, queríamos celebrar esta gran noticia y nuestro manager llegó preparado con la botella, solo que la había escondido para darnos la sorpresa.
— Salud! — Pronunciamos al unísono al mismo tiempo que alzabamos nuestras copas y las acercabamos al centro.
— Chicos otra cosa muy importante que deben saber, no pueden dejarse ver por nadie, deben quedarse aquí hasta nueva orde , hable con el director de la universidad y se anunciará públicamente en el auditorio su estadía, así que no salgan por ningún motivo, si les da hambre, en la nevera hay suficiente comida y pueden distraerse viendo películas o escuchando música, también pueden entrar al estudio y ensayar si así lo desean. — Nos advirtió el manager, él sabía que éramos un poco tercos y que en algunas ocasiones hacíamos caso omiso a lo que nos decía, ese era nuestro pequeñito defecto.