La Fan Acosadora

Q U I N C E

Nicolle Orellana.

Casi eran las diez de la noche, mi cuerpo ya mostraba síntomas de cansancio y fatiga, moría de hambre y sueño, salí de la biblioteca y me detuve bruscamente al ver a Wayne sentado en una de las bancas esperándome, ¿hablaba en serio? pensé que era broma, pensé que se habia ido al motel con su novia, en eso quedó con ella ¿no? ¿Por qué seguía aquí entonces? 

— Así que era verdad que me ibas a esperar, pensé que te habías ido a tu encuentro sexual.

Una sonrisa se reflejó en sus labios.

— Yo hablaba muy enserio. —me entregó un coca cola y un sándwich. — Te traje esto, debes estar hambrienta.

— Gracias señor Servicial. —le recibí.

Comí con unas ansias de verdad tenía mucha hambre y no sé si iba a ser capaz de llegar a mi apartamento sin haberme desmayado antes.

— Oye nadie te va quitar tu comida, come despacio. —Bromeó.

— Tan chistoso. —reí.

Luego de haber prácticamente  devorado mi comida el pelinegro y yo nos encontrabamos caminando rumbo a nuestras habitaciones, era incómodo ya que ninguno de los dos se atrevía a romper el silencio, entonces recordé que me debía una explicación de su ausencia, detuve el caminar y lo enfrente.

— ¿Por qué no llegaste a la hora que habíamos acordado? —me crucé de brazos.

El asiático coloco los ojos como platos y trago en seco, podía jurar que estaba nervioso.

— Estaba ocupado con la banda, ya sabes, ensayos y esas cosas.

—  Entiendo.

En realidad si lo entendía, pero por lo menos debió avisar.

Con que número de teléfono tonta si no lo tiene.

— Lo sé, lo sé. —Agarré mi cabeza.

— ¿Que sabes?

— Nada, olvídalo.

Seguimos caminando.

— ¿Te puedo preguntar algo? —el pelinegro preguntó.

— Dime.

— ¿Aún me odias?

¿Y esa pregunta a que se debía? no sabía qué responder.

 Analizando la situación, hoy parecía otro tipo de persona, más amable y servicial, alguien con quien es fácil tratar, pero no debo fiarme, hay muchos bipolares hoy en día y con Wayne nada se sabe, así que respondí con total sinceridad. Bueno eso creo.

— Sí , aún te odio.

Sonrió y  en sus mejillas se formaron dos hermosos huequitos que no habia notado anteriormente.

— En cambio tú me estas empezando a agradar.

— ¿Y ese cambio tan repentino a que se debe?

— Si me lo preguntas de esa forma, no sabría que responderte, solo sé que me siento cómodo a tu alrededor, eres una chiquilla divertida.

Mi corazón empezó a latir con más fuerza.

— Lastima que no sea recíproco, tú no me agradas.

Me miró y su rostro se torno triste.

— Muchas fans morirían por estar en tu lugar ahora mismo, en vez de ellas estas tú, la chica que me odia.

Tampoco es que lo odie al 100% pero eso es algo que no tiene que saber ahora. Nos detuvimos.

— Aquí es donde nos despedimos,  gracias por ayudarme con los libros y por la comida, la próxima te invito.

— No te preocupes, lo hice porque quería, te acompaño hasta tu departamento, es tarde ya.

— Tranquilo, puedo ir sola, no hace falta que me acompañes, además podrían verte conmigo y malinterpretar la situación.

— Eso es lo de menos, no puedo dejar que vayas sola por ahí, que tal que te topes con un psicópata pervertido, ¿cómo hago después con mi conciencia cuando me acuse diciéndome que pude haberlo evitado? No me cuesta nada acompañarte hasta allá.

— Pero si ya estoy junto a uno ¿que más podría pasarme? —puntualice.

—Ya deja de llamarme así, te acompañaré y punto.

Wayne se giró y empezó a caminar, solo veía su espalda alejarse, así que decidí alcanzarlo, con personas terca es mejor no discutir, caminábamos lento, uno al lado del otro, la noche estaba fría y se formó nuevamente un incomodo silencio que decidí romper al poco tiempo.

— Esa canción que cantaste en el auditorio ¿tiene alguna historia de fondo?

El pelinegro se giró a mirarme, sus ojos se abrieron como plato, lucia sorprendido, luego volteó su cabeza nuevamente hacia el frente y siguió caminando.

— Verás, esa fue mi impresión, pero si no quieres decirme, no pasa nada.

Un silencio incomodo se formó nuevamente, ¿Me ignoró?  al parecer le molestó mi pregunta, decidí que lo mejor era seguir caminado y guardar silencio.

— Hemos llegado, mi apartamento está allá. —señalé. — Gracias por acompañarme, adiós. —Le dí la espalda y me aleje lo más rápido que pude, me sentía muy incomoda a su lado, no quería estar ni un minuto más junto a él, acto seguido el pelinegro me alcanzó y se colocó frente a mí lo que me hizo detener, alcé la mirada y allí estaban sus ojos mirándome de una forma muy serena y ¿dulce?



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En el texto hay: romance, musica rock, idol

Editado: 18.08.2019

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