La Fantasía de Elena

Capítulo I

 

I

Entidades

Alex

Faltan dos meses para la boda de mi amigo, mi hermano.

Hemos sido compañeros desde que estábamos en la escuela. Él, siempre tan correcto y yo incorregible, como el agua y el aceite. Pero compañeros en las buenas y en las malas y en las muy malas, también.

Juntos, nos convertimos en detectives de la brigada de homicidios, colegas y siempre los mejores amigos, inseparables.

Recordar aquellos momentos de mi vida me genera cierta nostalgia, como esa sensación de felicidad amarga al recordar buenos tiempos que no volverán.

Hoy, me provoca cierta envidia y una extraña sensación de abandono, ¿Qué tonto no? Abandono… ¿Por qué esta sensación? Solo se va a casar, no es que nuestra relación cambie ¿O sí? No, es imposible.

Conoció a Anya por casualidad en una cafetería, ¡una cafetería! ¿Hay algo más cliché que eso?, y es como una muñeca perfecta… Cabello perfecto, uñas perfectas, bien vestida y maquillada. Y su actitud es como si hubiera salido de una tarjeta de buenos deseos.

Pero en serio que es una gran mujer, lo acompaña en todo. Es como si fuera su otra mitad, si es que eso realmente existe. Sí, a veces su felicidad me da náuseas.

Y yo… sigo solo. En el fondo me gustaría encontrar una mujer así… aunque me comporte como un casanova, aunque sea un idiota muchas veces, quiero una mujer que me ame… sé que él se merece ser feliz, pero quisiera ser yo quien estuviese en su lugar.

- ¿Qué pasa Alex? Te veo pensativo… - su pregunta me toma de sorpresa.

- Nada… estaba pensando con quien iré a tu boda, maldito cabrón mamón… ¿Por qué te casas? Cometes matricidio, te vas a arrepentir… - le lanzo una sonrisa, él pone los ojos en blanco, sabe que estoy jugando.

- Ah – suspiro en resignación - igual eres un cabrón mamón.

- ¿y tu molestia por mi boda es… porque no tienes acompañante? – se defiende - ... Puedes ir con la chica de turno, no te juzgaré… pero tienes que estar ahí.

- El problema es que en este momento no hay chica de turno – le dije tonteando - y no quiero llamar a alguna ex para que me acompañe… reciclar sería deprimente… creo que iré solo – dije en fingida derrota.

- Aún faltan dos meses, confío en que tus dotes de casanova no te abandonarán, ya conseguirás a una rubia “inteligente” que te acompañe – hizo énfasis en la palabra inteligente – no hay quien se resista al Detective Martínez… - dijo en tono de burla.

- Maldito imbécil… ven, vamos a dar una vuelta - dije lanzándole su chaqueta - … Quizás encontremos algo de acción. ¡Vásquez muévete! Saca la patrulla, ¿qué diablos esperas?, ¡¡una invitación!!! – grité.

No había cosa por estos días que me llenara más de satisfacción que gritar a los nuevos.

- ¡Sí, Señor! – Vásquez sale corriendo y en su carrera choca con otro oficial…

- ¿Por qué es tan idiota? No sé cómo los están formando en la escuela, son una vergüenza, parecen unos pollos… - dije divertido.

- ¿Es que no recuerdas como eras tú cuando saliste de la escuela? Debo tener alguna fotografía de ese tiempo memorable – Touche, se burló de mí.

En mi primer día volqué el café en mi computadora cuando un detective me gritó, rayé una patrulla estacionándola de reversa y perdí unos archivos que luego encontré junto a la fotocopiadora. Sí, era un pollo. Sin olvidar la vez que en una práctica de tiro intente disparar sin quitar el seguro del arma. Y él lo sabe, pero jamás me ha avergonzado delante de los nuevos.

- Está bien, señor perfección, mueve tu lindo trasero, tenemos que hacer algo por la vida… - Roberto toma su arma de servicio del escritorio y sale de la oficina.

Vamos a dar una vuelta por las cuadras cercanas a la estación… han golpeado a varias mujeres en las últimas semanas. En su mayoría es por robos con fuerza. Pero no todos eran el caso, y en el aire se podía palpar la tensión que comenzaba a provocar esta situación.

Estamos dando la vuelta a la esquina de una calle llena de pubs cuando un guardia nos hace un gesto con la mano.

Detrás de él, hay un grupo de personas… es otra riña de borrachos… estamos obligados a intervenir… por mí que se fueran al carajo.

- Creo que después de todo tendremos algo de acción - Roberto sonríe… todas las chicas adoran su sonrisa de dientes perfectos… maldito cabrón.

- Son solo borrachos, ven, vamos a separarlos… - no puedo evitar esa sensación de náuseas… detesto a los borrachos. Mi padre lo era. Nos golpeó a mi madre y a mí durante años hasta que fui mayor para defendernos.

- Tranquilo – dice Roberto, quien intuye mis pensamientos.

Él conoce la historia mejor que nadie, estaba conmigo esa noche en que mi padre llegó a casa gritando y maldiciendo.

Tenía dieciséis años en ese momento y por mucho tiempo le tuve miedo, terror. La última vez que golpeó a mi madre, le quebró la nariz y una costilla, ya no podía permitir que le pusiera otra mano encima.

Estábamos con Roberto terminando de estudiar mientras mi mamá nos preparaba algo para comer. Cuando lo sentí dando tumbos en el pasillo de la entrada, obviamente ebrio. Me puse de pie de un salto conteniendo la respiración.

- No se preocupen, esta vez yo también estoy aquí – dijo mi amigo poniéndose de pie, mirando a mi afligida madre y luego a mí.

Cuando mi padre logró entrar a la casa perdió el equilibrio y chocó con una mesita rompiendo la lámpara que había sobre ella. Estaba tan ebrio que apenas se mantenía en pie. Se encaminó a la cocina buscando a mi madre.

Me puse delante de ella para protegerla, pero me dio un empujón para sacarme del medio. Choqué con una silla y me golpeé la frente en el borde de la mesa.

- ¡Alex! – Gritó mi madre asustada y se arrodilló a mi lado para ver cómo estaba.  



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En el texto hay: asesino, policias, romance

Editado: 06.08.2023

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