La fantasía de Roque

La búsqueda

Por  eso los seis decidieron primero ir a ver al cura y contarle lo que allí habían visto, oído y olido.

El cura los escuchó con mucha atención, haciendo de vez en cuando algún movimiento de afirmación con su cabeza y otras abriendo muy grande sus ojos. Pero concluido el relato, sólo respondió con mucha cautela.

  • Creo que tendría que ver con mis propios ojos lo que Uds.  me relatan, pues en estas cosas debemos ser muy precavidos y no podemos emitir una opinión tan deliberadamente.  Mañana si gustan acompañarme iremos allí para ver en realidad que hay de fantástico o real.

Todos respondieron al unísono.

  • Padre, es real todo lo que le contamos. Pero si UD lo prefiere mañana iremos.
  • Bien, entonces los espero mañana a las 9 de la mañana, de día se ven mejor las cosas.
  • Esta bien padre mañana a las 9.

Se retiraron no muy convencidos de las dudas del cura, y decidieron ir a lo de la vieja Juana.

La vieja Juana se encontraba ya acostada. Tuvieron que llamar varias veces a la puerta.

 Antes de que la añosa puerta se abriera.

Su figura dejaba traslucir los años y la sabiduría que esa anciana albergaba.  No muy alta, más delgada de lo que se supone una mujer de sus años puede estar; sus cabellos lánguidos hilos de plata, que descendían sobre sus hombros como un manto de luz. Sus ojos de un azul intenso y su nariz perfecta. Para nada coincidían con la imagen de una hechicera o curandera.

  • ¿En qué los puedo ayudar?
  • Miré doña Juana, ud. sabe que Roque hace un mes desapareció del pueblo y bueno nosotros fuimos a su casa, para ver si estaba allí, bueno ud. se imagina como lo pensábamos encontrar. Dijeron casi al unísono los hombres.
  • No, no me lo imagino. ¿Cómo?
  • Y doña Juana, nosotros imaginamos que se había muerto y entonces pensamos que lo mejor era enterrarlo en tierra Santa. Pero sabe doña Juana, Roque no está en su casa, ni vivo ni muerto;  pero la misma está como si él viviera allí, todito en orden y hay una luz muy rara y un aroma muy penetrante a flores.  Bueno, nosotros queríamos saber si ud. nos puede ayudar. Queremos saber que pasó con Roque.
  • Porque no dejan a ese muchacho en paz. Tal vez viajó para vender sus artesanías y no dijo nada para que no le hicieran encargos de la ciudad.
  • ¿Ud. cree eso doña Juana?.  ¿Y lo de la casa?. La puerta estaba abierta.
  • A lo mejor le pidió a María que se la vaya a limpiar.
  • No, doña Juana, la María no sabe nada del Roque.  Dijo Manuel.
  • Esta bien pasen, a ver que más podemos averiguar.

Los seis hombres entraron a la casa. Era la primera vez que cada uno de ellos lo hacía, y cada uno de ellos sintió el mismo miedo.  Todo allí parecía provenir del más allá. Había velas por todas partes y de los colores que se buscase; y jamás habían visto tantos santos juntos.  Como la vieja Juana sabia que su casa asustaba al más valiente, los invitó a sentarse cerca de una ventana, cosa que se sintieran más seguros por si tenían que salir por ella, espantados con alguna revelación.

  • Bueno, a ver, cuenten que es lo que vieron.
  • No sólo vimos, olimos y escuchamos.
  • No den mas rodeos, y digan todo de una buena vez.
  • Ya le dijimos que sospechábamos que Roque estaba muerto, entonces decidimos entrar en su casa, para poder darle cristiana sepultura.
  • Entonces entraron a la casa.
  • Sí, pero no lo encontramos. Pero al abrir la puerta, primero vimos una luz que no provenía de ninguna lámpara, pero que iluminaba toda la casa y también se oía una música muy rara, como de iglesia y ese perfume a flores; era como si estuviéramos en un jardín con las variedades más exóticas del mundo entero. Allí empezamos a buscar a Roque por todos los rincones. Todo estaba impecable.

Nada fuera de lugar.

  • ¿Entonces?.
  • Queremos saber que pudo haberle sucedido.
  • ¿Y qué esperan que yo haga?.
  • Bueno, todos saben en el pueblo que ud. se comunica con los muertos.  Queremos que se comunique con Roque y le pregunte que le pasó.
  • ¿Y quién les dijo a uds. que Roque está muerto?.

Nadie, pero ya hace un mes que desapareció. Nadie lo volvió a ver.

  • . Pero su casa está como si él estuviera allí.
  • Miren, yo creo que uds. están sugestionados y que a lo mejor Roque llega muy tarde a su casa por eso no lo ven, y por esa misma razón está todo tan ordenado.
  • No doña Juana, el Roque no está.  – Dijo Manuel, ya bastante ofuscado por que nadie le creía
  • Don Manuel, no dudo de sus palabras, pero ud. no está todo el día viendo o escuchando en la casa de Roque.
  • Si doña Juana, por eso es mi intriga.
  • Esta bien, trataremos de invocar al espíritu del desaparecido, pero no se hagan muchas ilusiones ya que no sabemos si en verdad Roque está muerto.  Ya que de ser así, habría aparecido su cadáver en algún lugar del pueblo.
  • Eso estamos seguros que no ocurrió. – dijo uno de los hombres que representaban a la autoridad del  pueblo.
  • Bien, ahora pueden marcharse, yo me encargaré esta noche de invocar al espíritu de Roque.  Vengan mañana y les diré si lo encontré vagando por las tinieblas.
  • ¿y no podemos invocarlo ahora?
  • Uds. están bastante asustados,  no quiero que se pongan peor. Por las dudas mejor lo llamo cuando esté sola.

Fue así como los seis hombres salieron de la casa de doña Juana. Con la promesa de ésta, que mañana les tendría novedades.

Mientras regresaban cada uno para su casa, iban comentando sobre las cosas extrañas que habían visto y oído en cada lugar que estuvieron.

El más temeroso fue Manuel, que como él mismo decía, su casa estaba junto a la de Roque. Y quién sabe, tal vez los fantasmas que se habían llevado a Roque, bien podrían una de estas noches buscarlo a él.



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En el texto hay: sueño o realidad

Editado: 02.09.2020

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