La favorita del jefe

Capítulo 9: No tiene importancia

Zoe

Estoy feliz de saber que Adrien me dará una oportunidad, sabía que no podía ser tan malo aunque estoy segura de que es muy estricto, lo que sí sé es que debo darlo todo de mí cuando me haga esa prueba, lo antes posible debo dejar de lavar platos, no es que el trabajo no sea importante para mí, pero tengo sueños que quiero cumplir y ahora siento que podré hacerlo cuando antes pensaba que sería imposible, no me esperaba esto de Adrien y menos que me invitara a ir a la inauguración de su restaurante conmigo de la mano.

Me miro al espejo sintiéndome patética, no es la primera vez que uso un vestido caro como este, pero tampoco me siento bien con él, mi mirada se cruza con la de Samy a través del espejo y ella aplaude riendo.

—Estás bella Zoe, pareces una reina —resoplo y volteo a verle.

—Creo que está muy ajustado y llamativo

—Qué? No, estás perfecta amiga —se acerca a mí —serás la chica más guapa de esa fiesta —sonríe

—Qué mal que ya no trabajamos juntas —digo triste, ella bufa

—Lo importante es que ya ambas tenemos trabajo —asiento, eso es verdad —y que tú muy pronto serás millonaria

—¿De qué hablas loca? —río

—De que ese hombre guapo y rico no te invitaría a ir con él por gusto Zoe, le gustas, eso es claro

—¡Por Dios! —río quitándole importancia —estás loca de verdad, Adrien jamás se fijaría en mí, además, me odia, estoy segura de eso.

—¿Estás segura de eso? —alza una ceja —entonces por qué entre tantas mujeres te invita a ti a ir con él? —no tengo respuesta para eso, Adrien solo me envió un mensaje en el que decía que debía ser su acompañante y que era una orden.

—No lo sé pero

—Te dio trabajo

—Lavando platos —ruedo los ojos

—Pero quiere que seas chef y te ayudará en eso —me quedo sin argumentos

—Samy, no sé por qué Adrien hace lo que hace, pero estoy segura de que no es porque le gusto, eso es imposible —dejo de mirarla.

—Y él te gusta —su afirmación me hace ruborizarme y niego varias veces con la cabeza

—No es mi tipo

—Es el tipo de cualquiera —mi amiga ríe

—Ya, pero somos muy distintos —la miro —nuestras vidas son muy distintas, él es rico, yo soy pobre, él vive en una mansión, mira mi casa —abro los brazos señalando esta —en fin, amiga, que te estás montando toda una película

—Estás dando motivos de por qué no tendrían una relación, no de por qué no te gusta —Samy se acerca a mí —te gusta Zoe, es evidente —ella ríe, no le veo la mínima gracia

—Creo ya que el cigarrillo te ha hecho daño —le digo escuchando el timbre de la puerta, mi corazón se acelera sabiendo que puede ser él y voy rápido a abrir la puerta, efectivamente, Adrien está frente a mí con un traje elegante y la misma seriedad de siempre.

—¿Ya estás lista? Te espero abajo —expresa sin siquiera dar un halago y se va rápido, respiro hondo y miro hacia atrás en donde está mi amiga.

—¿Ya viste? Lo traigo loquito —ella ríe, solo tomo mis cosas y salgo de ahí.

El silencio reina en el auto en donde solo vamos nosotros dos, Adrien no me ha ni mirado desde que subí al auto y el trayecto se ha hecho eterno, no solo por el silencio, claro

—Conduces como una abuela —comento mirándolo fijamente

—Solo quería que mis hijos se sintieran orgullosos de mí —frena de golpe y no entiendo lo que hace, Adrien me mira y comprendo que quiere desahogarse —pero mi hija me odia Zoe, ni siquiera quiere ir al restaurante, el cual llevará su nombre y cuando diga eso mi hija no estará ahí porque se encerró en su habitación sin querer verme.

—Lo siento —murmuro —pero de seguro no te odia sino que

—Me culpa de la muerte de su madre y de que ella esté en una silla de ruedas —expresa sin mirarme, yo respiro hondo sin saber bien qué decir.

—Estoy segura de que no fue tu culpa

—Sí que lo fue —él cierra sus ojos —ese día discutimos, decía que le había sido infiel —ríe —jamás miré a otra mujer mientras estuve con ella y me acusó de infiel, subió a su auto y Valeria fue tras ella, jamás debí dejarla subir al auto, busqué el mío y la seguí, hablé con ella por teléfono donde solo discutimos —sus ojos se llenan de lágrimas —los últimos minutos en que pude hablar con ella y solo nos dijimos horrores —Adrien baja del auto molesto, yo estoy confundida, pero también bajo de este, me duele su historia y voy hacia él.

—No fue tu culpa —hago que me mire tomando su brazo —Adrien no tienes la culpa de nada.

—No sé cómo pasó, perdió el control de su auto y —se calla —perdóname Zoe, no debería hacerte dicho todo esto, yo solo no pensaba, estoy mal porque mi hija me odia.

—No fue tu culpa —lo abrazo por instinto, Adrien se tensa un poco, pero luego sus brazos me envuelven y me aprietan más contra su cuerpo, los segundos pasan y permanecemos abrazados sin decir nada.

—Gracias por escucharme Zoe —se separa lentamente de mí, pero no se aleja, nos quedamos mirando con la respiración agitada y de un momento a otro su boca atrapa la mía, me está besando, Adrien me está besando y no es un beso sencillo ni discreto, es un beso apasionado que no me esperaba y al cual correspondo de forma torpe por la sorpresa.

—¡Diablos! —masculla apartándose de golpe de mí —¡Perdón! —solo dice eso y lo veo caminar hacia su auto, llevo mi mano a mis labios y toco estos sin aún creerme lo que acaba de pasar.

Entro al restaurante junto a Adrien, no hemos hablado, ni siquiera nos hemos mirado luego de ese beso y la tensión puede cortarse con un cuchillo, si pudiera beber me emborracharía para tratar de olvidar y que todo no fuera tan incómodo, las personas nos miran con curiosidad sin saber por qué soy yo quien llega con él, tampoco yo lo sé.

—Estás preciosa —me dice Liam sonriendo cuando me siento en una de las mesas

—Y tu muy guapo

—Pero estoy bravo —lo miro confundida —llegas con el jefe mientras yo debo trabajar —ambos reímos. 




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