La favorita del jefe

Capítulo 10: Es un dulce

Zoe

Salgo del restaurante a paso rápido deseando irme de aquí, los ojos me arden por las lágrimas que retengo y que no pienso derramar, ya he sufrido mucho en esta vida y comparado a otras cosas esto es mínimo, soy tonta, muy tonta, pero es bueno lo que me pasa, mi amiga tenía razón, Adrien me gusta, ¿a quién no? Es bueno que esto suceda, llevo años construyendo un muro entre los hombres y yo y no pienso derrumbar dicho muro por alguien como Adrien. 

—¿Zoe? —me detengo cuando escucho esa voz —¿a dónde vas? —me giro lentamente para encontrarme con Alan cruzado de brazos

—Debo irme guapo —sonrío —me llamaron de casa, una urgencia, resulta ser que se averió una tubería y hay agua por todos lados —río —se me está inundando el baño —él sigue mirándome fijamente luego de la mentira que acabo de inventar. 

—Es la excusa más ridícula que he escuchado —comenta como si nada

—Es en serio Alan

—¿Y por eso lloras? —es muy observador

—No lloro

—Tus ojos están llenos de lágrimas —da unos pasos hacia mí

—Ya —asiento con lentitud —un insecto —agrego lo primero que viene a mi mente —cayó en mi ojo y es horrible —paso una mano por mis ojos, escucho su risa

—Ya papá va a hablar —dice cuando se escuchan voces —en serio no te quieres quedar? —me hace un puchero —mi hermana no vino y aquí eres la única que me cae bien —sonrío

—Lo siento Alan —suspiro dándome la vuelta y camino alejándome de él.

Me quito los zapatos al llegar a la casa y voy a la habitación, me miro en el espejo y suspiro, el vestido es lindo y me queda de maravilla, lástima que costó tanto y para nada. 

—quizás pueda devolverlo —murmuro pensativa, luego niego riendo y comienzo a quitarlo, necesito una ducha y dormir, sé que eso hará que me olvide de esta noche horrible que he tenido, aunque creo que necesitaré más que eso para olvidar ese beso, jamás había sentido tantas cosas juntas con solo un beso, tanto deseo por algo tan simple, sacudo mi cabeza borrando esos pensamientos que solo me hacen mal.

Llego temprano al restaurante y voy directo a la cocina, no quiero ver a Adrien y por eso llegué más temprano que el resto, el problema es que al entrar a la cocina él está ahí preparando algo, levanta la mirada al verme.

—Te fuiste temprano anoche —murmura volviendo la mirada a lo que hacía

—Si

—Zoe te dije que también quería que fueras mi asistente, quería hablar de eso contigo —comenta sin mirarme —a tus manos llegarán todos los documentos, serás tú quien los lea y me digas lo que debo firmar, necesito a alguien para eso, nunca tengo mucho tiempo.

—¿Tanto confías en mí? —enarco una ceja

—No confío en nadie —ruedo los ojos —pero eres quien más necesita el trabajo, no lo perderás por una estupidez —asiento con lentitud —¿conoces esto? —señala el dulce frente a él

—Por supuesto —sonrío acercándome —fue el primer postre que usted hizo, eso dicen —sonríe

—Es el plato más sencillo de este restaurante —me mira —quiero que lo hagas —abro mis ojos como platos —hoy tienes tu primera prueba ¿o qué? ¿No te diste cuenta de que estamos solos? —mi boca se abre en una perfecta O

—Pero es muy rápido

—Si no estás preparada lo entenderé, yo puedo esperar otro mes

—Lo estoy —digo rápido, él deja de mirarme

—Esperaré en mi despacho —sale sin decir más y comienzo a trabajar sonriendo, pensé que todo sería más incómodo al verle, pero al parecer él hará de cuenta que nada ha sucedido entre nosotros y es lo mejor.

Camino hasta el despacho de Adrien y respiro hondo con el platillo en mi mano, entro luego de tocar, él solo me hace una seña para que me acerque y eso hago, dejo el plato en su mesa y me quedo observando como prueba el dulce, mis manos tiemblan.

—No está mal —sonrío ampliamente —pero —¡Diablos! —le falta sal —alzo una ceja

—¿Sal? —asiente —es un dulce

—Y lleva su punto de sal —limpia su boca con el pañuelo —tienes otra oportunidad Zoe, repite este plato, no sirve —aprieto la mandíbula para no decir nada, recojo las cosas y salgo de ahí, bueno, podré hacerlo otra vez y esta vez lo haré bien, mucho mejor como él pidió, así, con su punto de sal, no fallaré

—Has fallado —murmura mirando el dulce —le falta sal Zoe —aleja el plato de él, me está tomando el pelo, es eso y yo aquí dando lo mejor de mí —vete anda y estudia mucho para el próximo mes —recojo las cosas sin siquiera mirarlo, pero no me voy, entro a la cocina y comienzo a repetir todo, le haré el dulce que tanto desea.

—Adrien —voltea a verme, ya se iba y enarca una ceja cuando ve el plato en mi mano —lo hice otra vez

—Te dije que

—Solo pruébalo —sonrío, él duda, pero se sienta a una de las mesas —creo que ahora sí le gustará —mira el dulce con su aire de autosuficiencia y toma la cuchara, me quedo mirándolo esperando a que pruebe y cuando lo hace comienza a toser y a escupir, yo, en cambio, comienzo a reír

—Qué demonios! —brama tomando agua como loco

—Quería que tuviera sal, pues este tiene sal —me fulmina con la mirada, yo solo sonrío, admito que esta vez, no le eché nada de azúcar, solo sal, mucha, ¿no quería sal? 

—Zoe

—Hasta la noche Adrien —camino hacia la salida sin mirar atrás, también confieso que me enfadé al saber que hoy teníamos trabajo en la noche y no temprano, me hizo madrugar en vano, solo para fastidiarme con esa prueba y sospecho que nunca va a encontrar bueno nada de lo que haga, ¡maldito! Odio a mi jefe




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