La fiebre rosa

MAL Y DE MALAS

La cafetería de la universidad mostraba las claras señales de un día de los enamorados, la combinación del rojo con rosa y los angelitos colgados en las ventanas predominaban la decoración del lugar. 
Yez miró con fastidio la velita de su mesa, proyectaba su luz en el pequeño espacio a su alrededor y desprendía una suave fragancia a lavanda. 
—Aburrido —pensó.
Habría evitado el lugar de no haber sido por el olor a papas fritas y tocino, su estómago protestó y no le quedó más remedio que hacer una parada obligatoria. Los alumnos entraba y salía haciendo más escándalo de lo habitual, pero su mal humor aumentaba al ver a todas las parejas que se demostraban cuanto amor se tenían.
—¡Por fin te encuentro! —escuchó la inconfundible y potente voz de Linn, su amiga caminaba con su particular gracia felina mientras se dirigía a su mesa—. Te marco y se corta la llamada.
—Es la red, tanta gente llamando y enviando mensajes —dio unos golpecitos a su móvil, estoico junto a su vaso de soda—. Ni un solo bip.
—Seguro Ange tendría una explicación más detallada y lógica, pero... necesito que me prestes tus apuntes de Políticas, mi examen es la próxima semana y creo que me faltan algunos.
—¿Sólo algunos?
Su amiga odiaba esa clase y aprovechaba cualquier ocasión para escabullirse, pero en cuanto escuchaba la palabra examen comenzaba a preocuparse. Tenía suerte de que el profesor Russell también fuera tutor en el grupo de Yez.
—¡Calla!
El móvil de Linn comenzó a sonar, el nombre “Thom” titilaba en la pantalla.
—¡Hola!... No, no me estoy saltando clases… Estoy en receso, Yez está conmigo…
—Eso no es garantía —Yez murmuró conteniendo la risa y su amiga le respondió enseñando la lengua.
—Y… ¿te dieron permiso? —Linn continuó con su conversación, pero a medida que escuchaba a su interlocutor su sonrisa fue desapareciendo—. ¿En serio? ¿Nadie puede cubrirte?... No, yo lo entiendo… No te preocupes, será otro día… Te quiero.
Yez trataba concentrarse en su plato, mojando de catsup y queso una papa, sin poder evitar escuchar el suspiro cansado de su amiga. 
—¿Pasa algo? —preguntó al ver la expresión triste de Linn.
—Thom trabajará hoy, no le dieron permiso de faltar. Van a tener el local lleno y necesitan toda la ayuda posible, a veces me gustaría que no fuera tan eficiente. ¡Es el Día de los Enamorados!
—Es un día cualquiera.
—¡Yez!
—Todos caen víctimas de la mercadotecnia y tienen la necesidad de hacer este espectáculo –con un movimiento de mano, señaló las mesas cercanas.
—No pensarías eso si Armin te hubiera invitado a salir.
Sacar a Armin a la conversación había sido un movimiento mortal; aunque lo negara, Yez fantaseaba con el chico, pero jamás se atrevería a acercarse a él más allá de la relación de amistad que los unía. 
—Olvidan que esta fecha también es para celebrar la amistad, pero ustedes tienen ‘planes’ que no me incluyen —revolvió su bolso y sacó un cuaderno que colocó frente a Linn—. Aquí están los apuntes, no los vayas a perder.
Yez se levantó de la mesa y se dirigió a la salida, si seguía la conversación con Linn, terminaría en discusión y no estaba para aguantarla.



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En el texto hay: amor, amistad, sopresas

Editado: 15.07.2020

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