Cuenta una leyenda tan global como antigua, que antes de la colonización, varias mujeres debían de sacrificar su libertad para alimentar a uno de los diversos dioses que se encontraban por toda la tierra, convirtiéndose en el lazo que unía el mundo mortal con el espiritual. Este ritual era tan sagrado que no cualquier chica podía participar, su energía debía de emanar de su piel, sus ojos debían ser nítidos, su boca un susurro y sus pies pesados; el pueblo escogía a aquellas con gran conocimiento, belleza o con grandes logros. La fémina tenía el deber de satisfacer los deseos de su dios, este a cambio le otorgaría protección y fortuna a su tribu, en la antigüedad les llamaban sacerdotisas.
En la colonización, forasteros atacaron, violaron, robaron y mataron; intentando resistirse al destino de ser sometidos, las familias realizaban rituales arriesgando sus propias vidas, vinculando a una de sus hijas a un dios con la pobre esperanza ser salvados, de esta forma los seres celestiales no los abandonarían. Muchos de estos "hechizos del demonio" fueron interrumpidos por soldados de la iglesia, los hicieron pagar con sangre y los llamaron herejes.
Después de la colonización, en un método desesperado para que sus dioses evitaran el sueño eterno, un grupo muy reducido de creyentes convertía en sucesora a una fémina de su familia, cada vez que moría una sacerdotisa. Esto lo hacían para evitar que la esperanza de sus antepasados se perdiera, como millones de vidas que habían sido aplastadas por la vanidad y el orgullo de la iglesia, el cual apoyó a la nobleza para colocarlos en la categoría de animales. Algunas doncellas que, dotadas con el conocimiento herbolario, pasado de generación en generación, y espiritista ante su condición; auxiliaban a las personas, las cuales al ser salvadas y sin comprender cómo lograron realizar tal hazaña sin la ayuda de su dios, causaron una segunda masacre, ya que las acusaban llamándolas brujas.
Hoy en día, el ritual es desconocido por la mayoría de la población, solo las familias con las raíces más fuertes han realizado esta acción como una tradición. Estas mujeres viven sus vidas de manera cotidiana, están entre nosotros, dándole una explicación a lo inexplicable, viendo figuras nítidas de seres dimensionales, recordando el futuro, viajando en sueños, siendo salvadas de peligros inminentes de las maneras más sorprendentes y recatadas, a veces ni ellas saben quiénes son. No hay manera de saber como llevan sus vida, pero en la actualidad seguimos llamándolas brujas.
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Editado: 14.10.2020