La Flor Blanca. Yaxzin

Capítulo 5: "Final"

"Eso ya lo sabíamos" respondió la voz anciana en su cabeza, parecía aburrida o estaba dando a entender que era obvio.

"Eso no importa ¡Corre!" se escuchó una combinación de voces, Itayetzi sabía que debía escapar, más no hizo movimiento alguno.

—Lo siento —expresó la de adolescente con un gran pesar mientras el enorme ser peleaba por entrar por el agujero del cielo, la morena notó que algo lo había empujado alejándolo, observó entonces una enorme mano azulada con una esclava de oro gruesa; estaban intentando alcanzar a la peliblanca.

La mujer retrocedía para no dejarles la tarea fácil.

"¿Qué hacen? El sacrificio está del otro lado" reclamó Itayetzi, quién sintió un escalofrió en el pecho.

"Tal vez ya te quieren" Una voz masculina, juvenil y juguetona había destanteado a la morena, la china hizo una mueca de incredulidad al levantar la ceja.

"Vamos, eso no pasa, a nadie le intereso" objetó con lógica.

"Hiciste llorar a su sacrificio, tal vez, quieren despedazar al culpable" respondió la voz de la viejita, para la mayor, tenía lógica lo cual provocó que asintiera con la cabeza mientras se alejaba.

—Pensé que era sólo un sueño, lo vi, es tan hermoso, es como un ángel y le pedí que sea mi dios —la peliblanca admiró a una adolescente asustada, apartada, hecha bolita, llorosa.

"Bueno, sí, es bello a su modo" accedió la china.

El techo se rompió por completo dejando caer a un ser ahora en menor tamaño, la morena logró percibir que se trataba del primer dios que apareció intentando entrar por el agujero.

Tenía sus músculos marcados, pecho ancho, espalda fuerte y unas enormes alas cubiertas de plumas blancas, bellas y gigantes.

Dicen que los dioses no tienen sexo, si fuera así todos serian andrógenos, era obvio que el dios de los católicos era hombre, lo dibujan como tal, si no fuese sí tendrían que aceptar la diversidad sexual.

En este caso, el ser blanquecino era un macho.

"Un poco de ropa no estaría mal, si estas frente a una adolescente" pensó la peliblanca.

"Posiblemente está acostumbrando, en otros tiempos Yaxzin ya tendría dos hijos" no pudo contra la lógica de las palabras del hombre mayor.

Sus grandes ojos negros observaron las alas del dios, tenía la pinta de los ángeles de las iglesias "¿Religión hebrea?" se cuestionó, "imposible, es un monopolio" reflexionó, ese ser no encajaba en otro lugar que no sea en la iglesia.

Yaxzin corrió y abrazó al ser blanco del cuello, mientras que este intentaba mover sus alas y sus poderosos brazos la sostuvieron por la cintura. La mayor de las mujeres lucía sorprendida.

—Las reglas de los dioses son inquebrantables —sentenció la morena, iba a decir algo más cuando un ruido la sacudió, cayó cual meteorito un ser azulado, se trataba de otro dios.

"Ahora entiendo porque ella tenía tanto miedo" pensó la peliblanca.

"¿Las cabezas?" preguntó una voz jovial.

"Si y los brazos" la morena retrocedió en la oscuridad, ahora aquel dios miraba fijamente a la adolescente y a su divinidad.

—La promesa de raíz se ha roto —se escuchó una voz masculina tan suave como la brisa del mar y tan firme que paraba los bellos de los antebrazos, más el ser no movía los labios, era como si pudieran escucharlo con las sienes, la de ojos verdes se acurrucaba en el pecho blanco, el ser alado parecía querer defenderla— intenté romper el sello, intenté interceder por los servicios de tus ancestros, más mi deber dicta que no debo de lastimarte y si lo mató tu te lastimaras.

El ser entonces golpeó fuertemente el piso tres veces, en ese momento Yaxzin empezó a toser, Itayetzi notó que sacaba humo de su boca.

El ángel extendió sus alas para salir volando de ese cuarto negro con la joven en sus brazos. La adolescente tenía una sensación de ahogarse, le ardía el pecho, era tan pesado y cansado respirar, su cuerpo le suplicaba por más oxígeno. Sin embargo, los ojos verdes, solo miraban a su dios, a su ángel, lo único que quería era perderse en sus brazos, estaba suplicando por quedarse más tiempo dormida.

Su cuerpo ya no pudo más, abrió los ojos, de pronto estaba en una camilla, los oficiales de policía y los bomberos estaban alrededor, un paramédico le colocó una mascarilla. Volteó y miró su casa, era abrazada por enormes flamas, se asomaban por la ventana como si se estuvieran burlando de ella, la joven intentó moverse rápidamente pero el hombre quién la cuidaba la obligó a acostarse, estaba hiperventilando.

—¿Mi mamá? ¿mi papá? ¿mi abuela? —preguntó con esfuerzo, el hombre la miró a los ojos, se podía notar que no estaba calificado para dar esas noticias, se estaba debatiendo entre decirle o no.

—Fuiste a la única que logramos rescatar —mencionó, al parecer habían roto la ventana para sacarla por ahí, de inmediato las lágrimas de la joven empezaron a salir, intentó gritar, pero el aire no salía, empezó a moverse de forma errática, el hombre intentó contenerla.

Ella no podía con esa realidad, debía estar soñando.

"Las reglas de los dioses son inquebrantables"

Ese fue su castigo.




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