El eco de los movimientos de los guerreros McGregor cerca de las fronteras se extendió por Eilean Donan como un viento gélido. Cada nueva noticia alimentaba los temores de Aileen. Sabía que Colin no descansaría hasta encontrarla. Y con cada día que pasaba, su oportunidad de atacarla se volvía más real.
Con el corazón palpitante, se retiró a la soledad de su habitación. Miró las piedras frías de las paredes, las telas desgastadas del lecho. Un refugio… pero ¿por cuánto tiempo? El matrimonio con Neilan era su única opción. Pero, ¿qué implicaba realmente aceptar su propuesta? ¿Estaría cambiando una prisión por otra?
Se cubrió el rostro con las manos. Colin… El recuerdo de su voz burlona, sus ojos crueles, la forma en que siempre encontraba maneras de hacerla sentir insignificante… El terror le atravesó el cuerpo. No podía permitir que la atrapara. Neilan era su única salida. Con la respiración entrecortada, se obligó a levantarse. Era momento de aceptar su destino.
Neilan estaba en su estudio, rodeado de mapas y pergaminos. La luz de las velas arrojaba sombras irregulares sobre su rostro serio. Aileen se detuvo en el umbral.
—Laird… acepto su propuesta. Me casaré con usted.
Neilan levantó la vista, su expresión impenetrable.
—Entiendo, Aileen
Un silencio incómodo cayó entre ellos.
Pero Aileen tomó aire y continuó con voz firme:
—Pero tengo una condición.
Neilan arqueó una ceja.
—Acepto este matrimonio como un pacto de protección.
—Pero no puedo compartir su lecho.
Su pecho subió y bajó rápidamente, como si pronunciar esas palabras le robara el aire.
Neilan la observó con detenimiento. Luego, inclinó ligeramente la cabeza.
—Comprendo tus temores, Aileen.
—Sin embargo, debes entender las implicaciones.
Se apartó de la mesa y cruzó los brazos.
—Un matrimonio no consumado puede ser usado por Colin para cuestionar su validez.
La sangre abandonó el rostro de Aileen.
No había pensado en eso.
Neilan percibió su agitación y, por primera vez, su tono se suavizó.
—Propongo un compromiso.
—Nos casaremos. Tendrás la protección de mi nombre y mi clan.
—Respetaré tu necesidad de tiempo y espacio por ahora.
Pero luego, su mirada se endureció.
—Debemos ser conscientes de la situación.
—Presentaremos una apariencia de matrimonio consumado ante el clan y nuestros enemigos.
Aileen asintió lentamente. La idea de la "apariencia" la inquietaba profundamente. Pero era mejor que la alternativa.
Los preparativos comenzaron de inmediato. El castillo se llenó de susurros sobre la inesperada unión. Las criadas corrían de un lado a otro, preparando telas y adornos.
Johanna estaba eufórica.
—¡Al fin te casas con mi hermano!
Se abrazó a Aileen con emoción.
Leah sonrió, pero luego murmuró con cautela:
—La que no va a estar feliz es Isla.
El nombre cayó como un peso en la habitación.
Aileen desvió la mirada. No había pensado en eso.
Pero la amenaza de Isla no era comparable a la de Colin.
El día de la boda llegó con rapidez. En la habitación de Aileen, Johanna, Leah y Collie la ayudaban a vestirse. El ambiente era caótico. Pero también lleno de emoción.
Aileen se miró en el espejo. Vestía un sencillo vestido azul. Johanna trenzó su cabello y colocó pequeñas flores entre las hebras.
Collie exhaló con deleite.
—Mi señora, cuando el Laird te vea, se quedará sin palabras.
Aileen bajó la mirada. Neilan no la vería de esa manera. Esto no era un matrimonio por amor. Era una unión forzada por la necesidad.
Johanna la abrazó.
—Estás preciosa.
Malcolm apareció en la puerta. Al verla, se quedó en silencio. Luego, sonrió con calidez.
—Aileen, estás preciosa.
Cailean se acercó a su esposa, observando la escena.
—Si mi hermano no se queda sin palabras al verte, entonces es un tonto.
Aileen bajó la vista.
Sabía que Neilan no reaccionaría.
Pero al menos… por hoy, podía fingir que todo era normal.
El salón estaba listo para la ceremonia. Los miembros más cercanos del clan esperaban en silencio. Neilan ya estaba junto al altar, junto a Alastair y el sacerdote.
Aileen descendió las escaleras con Malcolm.
Al verla, hubo un instante de incertidumbre en el rostro de Neilan. No estaba seguro de cómo reaccionar.
¿Era sorpresa? Expectación
Malcolm le entregó la mano de Aileen y le besó la frente.
—Cuídala, hermano
Neilan tomó su mano.
Su contacto era cálido y firme.
Aileen sintió un escalofrío.
Pero no por miedo.
Algo que no podía definir la recorrió.
Las palabras del sacerdote llenaron el aire.
El voto fue sellado con un dulce beso.
El contacto fue breve, pero intenso.
Y en ese instante, Aileen supo que su destino había cambiado para siempre.
El peligro no había desaparecido.
Mientras la celebración avanzaba, una nueva noticia llegó al castillo.
Los McGregor se movían en la sombra.
Colin se acercaba.
Y ahora, Aileen tenía un nuevo nombre… pero su antiguo enemigo no había olvidado su rostro.