La flor del clan Mcgregor

Capitulo 32

La felicidad de Neilan no pasó desapercibida para Malcom y Cailean. Cailean, especialmente, veía a su hermano con una satisfacción silenciosa. Por primera vez en mucho tiempo, notaba una chispa de algo en su mirada, aunque aún estaba lejos de admitirlo.

En Eilean Donan, un aire de feliz cansancio flotaba mientras Evan buscaba el momento oportuno para hablar con su hermano. Sentía en su pecho una mezcla de júbilo y el respeto tradicional que la ocasión exigía.

Antes de abordar a Neilan, Evan encontró a Johanna en el jardín, donde la brisa matutina movía suavemente las hojas. La risa de Johanna era ligera, como el canto de un pájaro al amanecer, y cuando sus manos se rozaron en un gesto espontáneo, Evan sintió la certeza de que ella era su hogar.

Más tarde, cuando halló a Neilan inspeccionando las murallas del castillo, Evan se acercó con paso decidido.

—Laird, necesito hablar contigo sobre Johanna.

Neilan se giró, su mirada inquisitiva pero amable.

—¿Todo está bien, Evan?

—Sí, todo está más que bien. Johanna me hace el hombre más feliz del mundo, y deseo pasar el resto de mi vida a su lado. Por eso, como es la tradición y como corresponde, vengo a pedirte su mano en matrimonio.

Una breve pausa se extendió mientras Neilan contemplaba a su amigo. Sus ojos reflejaron el afecto fraternal y una consideración profunda.

—Sabes cuánto valoro tu felicidad, Evan. Y he visto la alegría que Johanna te trae. Ella es una mujer fuerte y leal, y quiero su felicidad por encima de todo.

Finalmente, una leve sonrisa curvó los labios de Neilan.

—Por lo tanto, tienes mi bendición. Me alegra que hayas encontrado a alguien que te haga tan feliz. Sé que la cuidarás y la amarás como se merece.

Un alivio palpable inundó el rostro de Evan.

—Gracias, Neilan. Esto significa mucho para mí. No te defraudaré.

—No lo dudo. Sé que harás feliz a mi hermana, ya lo estás haciendo.

Con el corazón ligero, Evan compartió la buena nueva con Johanna, y ambos celebraron su compromiso formal con abrazos y promesas susurradas.

Los días transcurrieron con una vibrante energía en el castillo. Aileen y Leah ayudaban a Johanna con los preparativos, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar.

Aileen estaba feliz por su amiga, pero en el fondo, sentía un pequeño vacío. Johanna iba a casarse con el hombre que amaba y tendría una boda hermosa. Mientras que ella…

Su matrimonio había sido una alianza, un escudo contra Colin. No hubo amor, ni emoción, ni alegría.

—Aileen, ¿qué te parece este color para el vestido? —preguntó Leah, despertándola de sus pensamientos.

Aileen parpadeó, mirando la tela entre las manos de Leah.

—Es precioso. Le va con el color de sus ojos.

Leah la observó con atención. Sabía que Aileen se había casado por obligación, y que en su interior aún luchaba con la idea de una unión sin amor. Se acercó y la abrazó suavemente.

—Aileen, sé que te casaste sin amor, pero créeme, a Neilan le gustas. Se le nota cuando te mira. Estoy segura de que cuando todo esto termine, te dará la boda que mereces.

Aileen sonrió con ternura. Quería creer en sus palabras.

Pero aún quedaba el peligro de Colin. ¿Alguna vez podría vivir sin miedo?

La gran sala del castillo fue adornada con flores silvestres y velas que daban un resplandor cálido a la celebración. El aire estaba lleno de risas, música y una emoción tangible.

Cuando Johanna entró, con un vestido de tonos marfil y una expresión de felicidad radiante, Evan la miró con tal devoción que, por un momento, Aileen olvidó su propio conflicto.

La ceremonia fue solemne pero hermosa. Cuando Evan tomó las manos de Johanna y le juró amor eterno, Aileen sintió un nudo en el pecho.

En un rincón tranquilo del salón, ella y Neilan intercambiaron una mirada significativa mientras observaban a la pareja celebrar su amor. No hubo palabras, pero en ese breve contacto visual se transmitió una comprensión tácita de los diferentes caminos que los habían unido.

Neilan desvió la mirada.

Por primera vez en mucho tiempo, se preguntó si su matrimonio con Aileen podría ser algo más que una alianza.

El aire de la celebración fue interrumpido por la llegada de un mensajero. La música se desvaneció gradualmente mientras todos se volvían hacia el hombre agotado por el viaje.

Neilan se puso en pie de inmediato, con su expresión seria.

—Habla

El mensajero respiró hondo, observando a todos los presentes.

—Los guerreros del clan McGregor se han movido más cerca de la frontera. Colin ha reforzado sus tropas. Es solo cuestión de tiempo antes de que haga su movimiento.

Aileen sintió un escalofrío recorrer su espalda.

La felicidad de la boda quedó empañada por la cruda realidad.

La amenaza no había desaparecido.

El peligro seguía acechando en la sombra.

Y su batalla aún no había terminado




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