La flor del clan Mcgregor

Capitulo 40

Malcolm y Evan levantaron con cuidado el cuerpo inconsciente de Alana, sintiendo su fragilidad como un golpe en el pecho.

La llevaron de vuelta a Eilean Donan, con la urgencia de quien transporta una pieza clave de un oscuro rompecabezas.

La depositaron en el lecho de Aileen, la habitación que ahora resonaba con un silencio doloroso y frío.

Johanna y Collie se unieron a ellos, sus rostros reflejando una mezcla de alivio y preocupación.

Después de un rato, Alana parpadeó, sus ojos buscando una familiaridad en el rostro de Malcolm.

Estaba débil y desorientada, pero su urgencia la mantenía aferrada a la conciencia.

Malcolm se acercó, sosteniendo la falsa carta que había desencadenado la partida de Aileen.

—Muchacha, ¿escribiste esta carta? ¿Pediste ayuda?

Alana entrecerró los ojos, intentando enfocar.

Negó con la cabeza lentamente, un leve gemido escapando de sus labios.

—No… no escribí ninguna carta. Fui… fui capturada.

—Por hombres de Colin.

Su voz era apenas un susurro, pero la urgencia en sus palabras era palpable.

—Yo… yo los oí hablar. Esa mujer llamada Isla… ella trabaja con Colin, es su amante.

—Estaban planeando… una trampa para Aileen.

—Querían hacerle daño. Vine… vine a advertirla, pero ellos… me encontraron primero.

La revelación golpeó a Malcolm como un puñetazo.

La manipulación de Isla y el peligro mortal que acechaba a Aileen se hicieron horriblemente claros.

La ira, fría y cortante, lo invadió.

—Tenemos que mostrarle esto a Neilan.

Su voz era apenas un susurro cargado de furia.

—Tiene que ver la verdad.

Con Alana apoyada por Evan, caminaron hacia el salón principal.

Pero la escena que encontraron los detuvo en seco.

Neilan estaba sentado junto a la chimenea, con Isla acurrucada a su lado.

Su mano posada en el brazo de él, con una familiaridad repulsiva.

La luz danzante de las llamas iluminaba la cercanía entre ellos, una imagen que quemó los ojos de Malcolm.

Malcolm irrumpió con furia.

—¡Qué pronto te has consolado en las faldas de esta víbora, Neilan!

Neilan se separó bruscamente de Isla, su rostro crispado por la ira y el dolor.

—¿Y tú qué sabes, Malcolm? ¡Mi mujer me engañó también con Colin!

La acusación resonó en el salón, dejando a todos helados.

Alana, apoyada en Evan, miró a Neilan con incredulidad y confusión.

Johanna no pudo contener su indignación.

—¿Y por eso pasaste la noche con ella, Neilan?

La revelación de Johanna hizo enfurecer a Malcolm.

Malcolm dio un paso agresivo hacia Neilan, con el rostro contorsionado por el desprecio.

—No solo dudas de Aileen, no solo la abandonaste para acostarte con esta serpiente…

—¡Encima creíste las palabras de Isla antes que las de tu propia esposa!

Neilan lo fulminó con la mirada, pero Malcolm no había terminado.

Su siguiente golpe fue brutal.

—Si yo hubiera sido su esposo, jamás me habría dejado engañar por alguien como Isla.

Neilan palideció, sintiendo el golpe más profundo que cualquier puñetazo.

Malcolm lo había destruido con una sola frase.

—Ojalá hubiera dicho que sí y me hubiera casado con ella.

—Porque yo sí la habría protegido.

El silencio fue ensordecedor.

Neilan temblaba de rabia, sintiendo cómo las palabras de su hermano se clavaban como cuchillos.

—¿Te atreves a decir eso?

Malcolm no retrocedió ni un ápice.

—Sí, Neilan. Porque la verdad es que no mereces a Aileen.

Neilan apretó los puños, su cuerpo tenso de furia contenida.

Pero fue Alana quien rompió el momento, su voz afilada como una daga.

—¿Desde cuándo crees eso de Aileen?

—Porque desde que Colin quiso abusar de ella y ella huyó, no la he vuelto a ver.

—Y sé que no ha pisado tierras McGregor.

Neilan se giró bruscamente hacia Alana, con el rostro enrojecido por la ira.

—¿Y tú quién eres para decir eso?

—Soy Alana. La mejor amiga de Aileen… y la que supuestamente escribió la carta que la sacó de este castillo.

Malcolm extendió la carta falsa hacia Neilan.

—Esta no es su letra, Neilan. Alana no escribió esto. Fue una trampa. Isla la llevó a una emboscada.

Isla intentó acercarse, con lágrimas falsas corriendo por su rostro.

—No le creas, Neilan. Está mintiendo. Solo quiere separarnos.

Pero Alana la interrumpió con un golpe letal.

—¡Cállate, Le has dicho a tu Laird que estás esperando un hijo de Colin, ¿verdad? —O tu plan era hacerle creer que Colin y Aileen son amantes, acostarte con el esposo de mi amiga y hacerle creer que el hijo que estás esperando es de él y no de Colin.

El impacto fue devastador.

Neilan se quedó inmóvil.

Sus ojos se clavaron en Isla, su expresión una máscara de furia contenida.

La mentira se desmoronaba ante todos.

Su silencio era peor que cualquier grito.

—¿Es verdad? —preguntó, su voz baja y peligrosa.

Isla intentó negar, pero Neilan ya lo sabía.

El peso de su traición cayó sobre él.

Johanna se movió con rapidez, abofeteando a Isla con fuerza.

El sonido seco retumbó en el salón.

—¡Por lo que le has hecho a mi amiga!

Se giró hacia Fergus.

—¡Llévala a los calabozos! Que no vea la luz del sol hasta que encontremos a Aileen.

Mientras Fergus se llevaba a una isla aterrada, Neilan tomó una respiración profunda

La urgencia de encontrar a Aileen lo consumía.

—Malcolm, manda un mensajero a Cailean. Alana, tú vienes con nosotros.

Neilan no iba a descansar hasta encontrarla.

Y esta vez, sus errores los iba a pagar Colin.




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