Capitulo 58

La información proporcionada por Breixo resultó ser precisa y crucial. Con la discreción necesaria para evitar alarmar a los leales a Gregor y desatar un conflicto interno prematuro, Neilan coordinó con la guardia del rey y algunos de los guerreros más confiables de los clanes aliados. La autoridad del Rey añadió un peso innegable a la operación, dejando claro que la traición no sería tolerada

Bajo la guía de Breixo, pequeños grupos de guerreros leales se infiltraron en los escondites de los conspiradores. La operación se llevó a cabo con una eficiencia silenciosa y letal. Gregor y varios de sus seguidores más influyentes fueron capturados sin derramamiento de sangre innecesario, tomados por sorpresa en sus reuniones secretas. La presencia de los guerreros del Rey fue suficiente para sofocar cualquier intento de resistencia.

Al amanecer, la amenaza interna de Gregor había sido neutralizada. Los traidores fueron encarcelados en las mazmorras de Eilean Donan, a la espera del juicio del Rey. La rápida y decisiva acción había evitado una posible división dentro del clan Mackenzie justo cuando más necesitaban estar unidos para enfrentar a los Cameron.

Mientras esta amenaza interna se resolvía, los preparativos para el ataque preventivo contra los Cameron alcanzaban su punto álgido. Los exploradores regresaban con información actualizada sobre las posiciones enemigas y las posibles rutas de avance. Neilan, junto con los líderes aliados, ultimaba los detalles de la estrategia, aprovechando al máximo la fuerza combinada de sus clanes.

La noticia del ataque a Aileen había endurecido la determinación de todos. El Rey, furioso por la audacia de los traidores y la amenaza que representaban para su aliado, insistió en un ataque rápido y contundente contra los Cameron. La idea era desmantelar su coalición antes de que pudieran lanzar una ofensiva a gran escala contra las Tierras Altas.

En Eilean Donan, la tensión era palpable. Los guerreros se preparaban para la batalla, sus rostros reflejando una mezcla de determinación y preocupación. Aileen, aunque aún convaleciente, insistió en participar en la planificación, su mente aguda analizando cada detalle y ofreciendo valiosas perspectivas. Su resolución inspiraba a Neilan y a los demás líderes.

Antes de partir hacia la batalla, Neilan fue a los aposentos de Aileen. La encontró sentada junto a la ventana, observando el paisaje. Se acercó y se arrodilló a su lado, tomando su mano con ternura.

—Ha llegado el momento —le dijo con voz suave pero firme. Partiremos al amanecer.

Aileen apretó su mano. —Lo sé. Ten cuidado, Neilan. Lucha con valor. Te esperaré aquí.

—Volveré a ti, Aileen —prometió él, sus ojos llenos de amor. Y cuando todo esto termine, cumpliremos nuestra promesa.

Se inclinó y la besó con una ternura apasionada, un beso que sellaba su amor y su determinación de construir un futuro juntos. Luego, se levantó y se unió a los guerreros que esperaban en el patio, listo para liderarlos a la batalla y poner fin a la guerra que amenazaba con destruir su mundo. La ayuda del Rey y los clanes aliados había fortalecido su mano, y la amenaza interna había sido neutralizada. Ahora, solo quedaba enfrentar al enemigo en el campo de batalla.

Al amanecer, el patio de Eilean Donan resonaba con el sonido de los pasos de los guerreros, el choque de las armas y los relinchos de los caballos. Neilan, vestido con su armadura de batalla y con su espada al cinto, se despidió de los líderes aliados y montó su corcel. Su rostro, aunque sereno, reflejaba la pesada responsabilidad que llevaba sobre sus hombros. La mirada que dirigió hacia la ventana de los aposentos de Aileen era una promesa silenciosa de regresar.

En la habitación, Aileen observaba la partida, su corazón latiendo con una mezcla de temor y esperanza. La herida en su brazo aún dolía, un recordatorio constante de la violencia que amenazaba su mundo. Pero su espíritu se mantenía firme, alimentado por el amor de Neilan y la determinación de construir el futuro que ambos anhelaban. Junto a ella, Johanna, Alana y Leah compartían su ansiedad, sus rostros reflejando la incertidumbre del momento.

—Volverá, Aileen —dijo Johanna con voz suave, tomando su mano. Neilan es fuerte y valiente.

—Y no está solo —añadió Alana con firmeza. El Rey y los demás clanes luchan a su lado.

Leah asintió, sus ojos llenos de preocupación por su esposo, que también había partido con sus guerreros. —Debemos tener fe. Regresarán victoriosos.

Mientras los guerreros marchaban hacia las tierras de los Cameron, la vida en Eilean Donan se sumió en una tensa espera. Cada ruido, cada mensajero que llegaba al castillo, era recibido con una mezcla de esperanza y temor. Aileen pasaba las horas junto a la ventana, observando el paisaje que pronto podría convertirse en un campo de batalla. Su mente repasaba los planes de Neilan, confiando en su estrategia y en la valentía de sus hombres.

En las mazmorras del castillo, Gregor y sus seguidores aguardaban su destino. La noticia de su captura se había extendido rápidamente por Eilean Donan, generando una mezcla de alivio y resentimiento. Algunos lamentaban la traición dentro de sus filas, mientras que otros, aún leales a Colin, veían a Gregor como un mártir. El Rey, consciente de la necesidad de mantener la unidad, ordenó que los prisioneros fueran juzgados una vez que la amenaza de los Cameron fuera neutralizada. Su destino serviría como una advertencia para cualquiera que osara desafiar la autoridad de Neilan y la estabilidad del clan.

Los días se arrastraban lentamente, llenos de rumores y especulaciones sobre el curso de la batalla. Johanna y Evan encontraban consuelo en la cercanía del otro, mientras esperaban ansiosamente noticias. Malcolm, aunque preocupado por la seguridad de Neilan, se mantenía firme en Eilean Donan, velando por la seguridad de Aileen y Alana, cumpliendo la promesa que le había hecho a su hermano. Breixo, atormentado por la culpa de no haber previsto la traición de Gregor, se mantenía cerca de Collie, su creciente afecto por ella luchando contra su sentido del deber.