La flor del clan Mcgregor

Capitulo 60

Los preparativos para la boda de Aileen y Neilan llenaron Eilean Donan con una atmósfera de dulce expectación y renovada alegría. Después de tanto sufrimiento y tribulaciones, el clan Mackenzie se preparaba para celebrar el amor de su Laird y su Lady. La capilla del castillo, que había sido testigo de incontables nacimientos, matrimonios y despedidas, fue adornada con las más hermosas flores de verano, sus colores vibrantes reflejando la esperanza que florecía en los corazones de todos

El día de la boda amaneció con un cielo azul impecable, como si la propia naturaleza quisiera bendecir la unión de Neilan y Aileen. Los miembros del clan se congregaron en la capilla, vestidos con sus mejores galas, sus rostros sonrientes y llenos de afecto por la pareja. Johanna, con su embarazo ya avanzado, irradiaba felicidad junto a Evan. Malcolm y Alana se tomaban de las manos, recordando su propia y reciente celebración. Incluso los guerreros más severos mostraban una calidez especial en sus miradas.

Aileen, con la ayuda de Alana y Leah, se preparaba en sus aposentos. Lucía un hermoso vestido de seda color marfil, bordado con delicados hilos de plata que realzaban su elegancia natural. Su cabello, adornado con flores blancas, caía suavemente sobre sus hombros. En sus ojos grises brillaba una mezcla de nerviosismo y una profunda felicidad, la culminación de un largo y tortuoso camino hacia el amor.

Cuando las campanas de la capilla comenzaron a repicar, anunciando el inicio de la ceremonia, Aileen, del brazo de Malcolm, caminó lentamente por el pasillo. Su mirada se encontró con la de Neilan, que la esperaba al pie del altar. En sus ojos oscuros, Aileen vio un amor inmenso y una promesa silenciosa de un futuro juntos.

La ceremonia fue sencilla pero profundamente emotiva. El anciano sacerdote del clan pronunció palabras llenas de sabiduría y bendiciones, recordando a Neilan y Aileen la importancia del compromiso, el respeto y el amor incondicional. Cuando llegó el momento de los votos, sus voces temblaron ligeramente, cargadas de la sinceridad de sus sentimientos.

—Aileen —dijo Neilan, su voz grave y llena de amor—, llegaste a mi vida como la tormenta, pero te has quedado como la calma después de ella. Prometo amarte y protegerte todos los días de mi vida, ser tu refugio y tu apoyo, y construir contigo el futuro que ambos merecemos.

—Neilan —respondió Aileen, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad—, encontré en ti la fuerza cuando creía que no me quedaba ninguna, y un amor que nunca esperé. Prometo ser tu compañera fiel, amarte con todo mi corazón y construir a tu lado un hogar lleno de alegría y paz.

El intercambio de anillos, símbolos de su unión eterna, selló su compromiso. Cuando el sacerdote los declaró marido y mujer, una oleada de aplausos y vítores llenó la capilla. Neilan tomó a Aileen en sus brazos y la besó con una pasión contenida durante tanto tiempo, un beso que celebraba su amor y el inicio de su nueva vida juntos.

La celebración posterior fue una fiesta alegre y vibrante. El gran salón resonaba con música, bailes y risas. El clan Mackenzie celebraba con entusiasmo la felicidad de su Laird y su Lady, brindando por su futuro y por la prosperidad de su linaje. Neilan y Aileen, radiantes de felicidad, compartían miradas cómplices y sonrisas llenas de amor, disfrutando cada momento de su día especial.

En un rincón más apartado del gran salón, mientras la música llenaba el aire, Breixo se acercó tímidamente a Collie. La joven criada, con las mejillas ligeramente sonrojadas, estaba ayudando a servir vino a los invitados.

—Collie —dijo Breixo con una sonrisa nerviosa. Estás muy guapa esta noche.

Collie levantó la vista, sorprendida por el cumplido. Una dulce sonrisa se dibujó en sus labios. —Gracias, Breixo. Tú también estás muy elegante.

Un momento de silencio incómodo se cernió entre ellos antes de que Breixo se atreviera a dar un paso más.

—Desde que me contaste tus sentimientos... he estado pensando mucho. Y me he dado cuenta de que... yo también siento algo por ti, Collie. Algo más que amistad.

Los ojos de Collie se abrieron con sorpresa e incredulidad. —Breixo ¿De verdad?

Breixo asintió, tomando suavemente su mano. —Sí, Collie. Me gustaría conocerte mejor. Si tú quieres...

Una radiante sonrisa iluminó el rostro de Collie. —Sí, Breixo. Quiero mucho.

Se miraron a los ojos, un nuevo y tierno romance floreciendo en medio de la celebración del amor de sus Laird y Lady.

Mientras la noche avanzaba y las estrellas comenzaban a aparecer en el cielo, Neilan tomó la mano de Aileen y la condujo fuera del bullicio del gran salón. Caminaron juntos por los jardines iluminados por la luna, sus pasos lentos y sincronizados. Se detuvieron junto al lago, cuyas aguas reflejaban la luz plateada de la luna.

—Esta es nuestra verdadera boda, Aileen —dijo Neilan, abrazándola con ternura. Tal como siempre debió ser.

Aileen se acurrucó en sus brazos, su corazón rebosante de felicidad. —Es perfecta, Neilan. Más de lo que jamás soñé.

Y bajo la luz de la luna, a orillas del lago que había sido testigo de tantas lágrimas y ahora presenciaba su alegría, Neilan y Aileen sellaron su amor con un beso suave y eterno, prometiéndose un futuro lleno de felicidad y prosperidad para ellos y para su clan.




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