Diez mil años antes, palacio de los deseos, lugar de celebraciones en el noveno cielo.
Todo comenzó hace diez mil años, en la novena capa del cielo, allí donde los altos inmortales reinan, sucedió mientras se celebraba la boda de la segunda princesa del reino inmortal.
Todos los altos inmortales, inmortales de bajo rango e incluso los sirvientes medio inmortales estaban invitados, incluido por supuesto el gran general del noveno cielo, aquel que nació del fuego primigenio, a pesar de su falta de interés en este tipo de actos acudió a palacio por primera vez en decenas de miles de años.
A sus ojos no era más que un simple evento sin importancia, después de todo ¿Qué significaba para él algo cómo el matrimonio? ¿Una mujer? Para alguien que se había enfocado toda su vida en el cultivo, manteniendo a raya a los demonios que buscaban invadirnos, este tipo de cosas triviales eran sólo humo.
Una vez que el gran general entró en la gran sala, caminó con paso arrogante y altivo, directo hasta el trono para pagar sus respetos al emperador inmortal. Elegantemente, se arrodilló y saludó con ambas manos unidas al frente.
—El general Xu Jin, saluda al gran emperador, le deseo paz y longevidad a su majestad.
—Vamos pequeño Xu Jin, olvida las formalidades ¿No soy acaso tú padrino? Deja que este viejo te vea bien.
—Eres el gran emperador ante todo. Me temo que no me atrevo a obviar las formalidades.
—Vamos, vamos sólo por hoy deja de ser tan estricto y ven a sentarte a mi derecha.
—Gracias, majestad.
Con gesto elegante se levantó despacio, haciendo lucir su alto, fuerte y esbelto cuerpo. Con sus gestos ligeros haciendo bailar su hermoso traje blanco con un patrón de dragón dibujado en brocado dorado que resaltaba su delicada piel de jade, su larga melena tan oscura como la noche sin un solo pelo despeinado y sus ojos oscuros de fénix que todo lo veían mostraban un destello arrogante y frío a todo cuanto lo rodeaba.
—Mi señor, claramente no querías venir, entonces ¿Por qué fingir gratitud? — dijo mi mano derecha y aprendiz Cheng Yu.
—El mismísimo emperador me invitó personalmente ¿Cómo podría haberme negado idiota? Además, guarda silencio y cuida tus acciones, no olvides donde estamos.
—Lo siento mucho, señor.
Ante los ojos celosos de todos se sentó justo en un asiento a la derecha muy cerca del asiento del emperador. Con la mirada entrecerrada miró desde arriba con desprecio a todos los invitados abajo. El gran inmortal fénix siempre había estado muy por encima de todos los demás en cuestión de fuerza, cultivo o inteligencia. Incluso el mismísimo emperador le respetaba sinceramente.
El arrogante fénix únicamente miraba con respeto y obediencia al emperador, en cuanto al resto simplemente no existían. Para él solo le bastaría con agitar un dedo y podría erradicarlos a todos, siendo así ¿Quién era digno de tan siquiera una mirada suya? ¿Quién era digno de que el gran fénix se detuviera a mirar?
—Absurdo… — murmuró para si mismo mientras tomaba una copa de vino, pensando en lo aburrido que le resultaba la situación.
—¡La princesa Ying Yue ha llegado!— se oyó anunciar a un sirviente cerca de la gran entrada.
Una joven dama, tan fina cómo el jade, pura y delicada cómo la misma primavera. De perfecta piel blanca, una figura dulce y atractiva con ligeras curvas. Con un rostro incomparablemente hermoso, de grandes y chispeantes ojos negros tan llenos de vida cómo el sol, de nariz exquisita y pequeña, labios exuberantes y rojos. Cejas perfectamente perfiladas, de aura tranquila igual que su forma de andar, estaba envuelta por un vestido rosa pálido de tela vaporoso y mangas anchas y largas que le daban un aspecto de hada inmortal.
—Ying Yue, se presenta ante el padre emperador. Larga vida al magnánimo emperador inmortal — fui diciendo al mismo tiempo que me arrodillaba para pagar mis respetos.
—Vamos tesoro levántate y deja que esté padre te vea.
De manera tranquila y elegante me puse en pie, mi padre sonreía con orgullo mientras asentía una y otra vez tocándose su espesa y grisácea barba. Mientras yo esbozaba una ligera sonrisa.
—Yue, definitivamente has crecido para convertirte en una de las bellezas de los seis reinos. Además eres muy inteligente y posees buen cultivo para tú corta edad, definitivamente tú padre se enorgullece de tenerte por hija, eres brillante y talentosa.
—Me pregunto, padrino… — dijo Xu Jin con aire distraído mientras miraba la copa en su mano — ¿Qué es lo que consideras verdadero talento?
—Ella tiene la habilidad, ahijado. Confía en este emperador.
—¿Habilidad? ¿Cuántos años tiene este zorro?
—Respondiendo al gran general, tengo cinco mil años — dije con suavidad.
—Cheng Yu, edad y nivel.
—Con todo respeto, tengo cinco mil años y estoy rozando la etapa tardía de inmortal intermedio. Ahora mismo soy un inmortal de nueve estrellas.
—Eso, es talento. No sólo el nivel de cultivo sino la calidad. Cheng Yu tiene la misma edad que la princesa y sin embargo tiene mayor conocimiento en batalla, experiencia y técnicas de alto nivel que le permiten enfrentarse a enemigos mucho más poderosos que él.
—Vamos, vamos, veo que el pequeño fénix ha criado a un excelente sucesor pero, con sólo mirar a Yue cualquiera sabría que tiene un buen nivel de cultivo para su corta edad.
—¿Con mirarla? Hfmp — miró altivamente al emperador — ¿es acaso tú hija alguien quién se merece una mirada mía?
Se podía oír a todo el mundo conteniendo el aire por el asombro ¿quién en su sano juicio hablaría de ese modo tan irrespetuoso de la tercera princesa en presencia del emperador y en voz alta?
—¿Quién ha dicho que yo necesite que el gran general me mire? — todo el mundo volvió a aguantar la respiración ante mí intervención — siendo una princesa del noveno cielo ¿necesito la aprobación de un general? — miré con desafío en su dirección.
—¿No eres demasiado arrogante cuando no me llegas a la suela del zapato pequeño zorro?— esbozó una ligera sonrisa arrogante, aún sin posar sus ojos en mí.
—¿De verdad crees que estoy tan por debajo de ti general? ¿Cuántos años crees que han pasado?— apreté mi puño derecho oculto en mis mangas, mientras la otra reposaba con delicadeza a la altura de mí estómago en señal de cortesía.
—No los suficientes, eso es obvio — dijo de manera perezosa con ojos cerrados.
<< ¿Está intentando hacer que pierda la cara a como de lugar? No sigas poniendo a prueba mi paciencia general, no creas que te tengo miedo >>
—No eres más que una inútil sin un núcleo completo ¿no te da vergüenza siendo princesa? Solo eres una medio inmortal.
—¡Esta bien aquí y ahora, yo la tercera princesa del reino inmortal, Ying Yue, del sagrado clan zorro de Qing Qiu de nueve colas heladas, desafío a Xu jin el pájaro inmortal!
—¡Yue, estamos en la boda de tú hermana!— me reclamó mi padre.
—Razón de más para una batalla amistosa — insistí.
—Veo que no has cambiado nada, Ying Yue puedes ser del clan de zorros divinos, el cuál es con diferencia el más poderoso entre los clanes zorro del sagrado Qing Qiu, pero ¿de que te sirve ser parte de el si sigues siendo una debilucha? Sólo un cachorro que sólo gruñe y no muerde.
—Baja y veamos si me han salido por fin los colmillos. No creas que siempre seré el mismo cachorro que solías intimidar, este zorro ya no le teme a un pájaro tonto y caprichoso como tú.
El general por primera vez desde que llegó mostró un atisbo de interés en sus ojos que lentamente dirigí hacia Ying Yue, una vez se posaron sobre ella, el corazón de Xu Jin se sobresaltó << ¿Cuándo se convirtió la mocosa zorro en una mujer hermosa? >> La última vez que la vio seguía siendo un zorro travieso sin poder espiritual. Ahora ha crecido y ha alcanzado su forma humana, aunque apenas tiene seis mil años ha crecido bien. Aunque no puedo decir que su cultivo sea bueno ¿Qué le estarán enseñando aquí? Sin embargo, esos ojos determinados son buenos ¿Debería darle una lección como su mayor? >>
—¿Qué pasa? ¿el gran fénix tiene miedo de una joven zorro?
—Esta bien Yue, ya que insistes tanto en avergonzarte a ti misma, no me culpes por enseñarte una lección.
—Eso ya lo veremos.
Con un perezoso atisbo de sonrisa, Xu Jin se puso de pie y descendió lentamente los escalones. Los corazones de todos los presentes estaban en vilo ¿La princesa contra el general? ¿Por qué nadie los detenía, acaso quieren ver morir a la princesa?