Pasaron unos días, el joven Souichi seguía mirando la revista, recordó aquella platica que escucho de sus padres con su hermano, por lo cual sonrió ávidamente pensando que sería gran idea mostrarla y evidenciarlo cuando aquella dueña de esa voz regresase a casa. Entendía que su hermano Kouichi iba enserio, sabia lo popular que era en la escuela y como anteriormente había tenido una que otra novia pero que jamás la traía a casa, puesto si lo hacía significaba que era más allá de una simple relación y obviamente significaba matrimonio.
Sabía lo recto que era su propio hermano mayor y el hecho de haberlo hablado primero con los padres es que esperaba poder volver a traerla para darla a conocer a la familia como su prometida, la cual el malicioso chico solamente había escuchado su voz resonante.
Su plan era tal cual, por lo que había planeado inclusive su entrada, pensándolo una y otra vez, se sentía feliz de no tener que utilizar ninguna de sus maldiciones pues su perfecto hermano saldría perjudicado por su propio pie, aquello le era más gratificante que el hecho de ser culpado él por alguna de sus maldiciones para terminar sermoneado y castigado tanto por su hermano quien era quien realmente mandaba en casa; sus padres.
Lo tenía todo planeado, iría primero a revisar una y otra vez hasta ver que ella estuviera en aquel lugar, luego aventar dicho libro a su hermano y recriminándole, en su mente parecía tan divertido, el rostro desconocido de aquella chica mostrando un horror asqueada de quien iba a ser su próximo prometido, seguramente bajo ese acto terminaría con su hermano, al menos eso esperaba, arruinarle la vida.
Koichi lo tenía claro, Souichi lo sabía de ante mano, había escogida a esa extraña chica de asentó extranjero porque seguramente le amaba, aunque no sabía cómo se habían conocido, sabia de ante mano que si su hermano le había traído a casa y pensaba luego presentarla como su prometida, de acuerdo a la plática que había escuchado, él realmente le ama, él deseaba formar una familia con aquella mujer, Souichi no le permitiría ser feliz a su hermano.
Souichi odiaba a su hermano mayor sobre todas las cosas, no era envidia lo que sentía, lo tenía claro, era repudio por ser tan recto como la sociedad quería que fueran las personas, un joven con una vocación tan enferma como ayudar a los demás seres humanos, tanto se había esmerado para ser el mejor en la clase, que se ha tomado en cuenta para alcanzar ese sueño tan asqueroso de ser médico, si al más pequeño de los Tsujii le daba nauseas de tan solo pensarlo.
Aquello que hacia su hermano mayor no era meramente que palabrerías de una mente lavada bajo las normas sociales, bajo creencias para reprimir la humanidad de uno como individuo, si, Kouichi representaba todas esas mascaras que tanto odiaba Souichi, al menos eso pensaba él.
Kouichi por su parte estaba viendo la manera de presentar a la mujer que tanto ama, puesto aquella mujer a pesar de ser extranjera y no estudiar la misma carrera que él, lo había cautivado por completo, tanto que deseaba formalizarlo después de tanto pensarlo.
Se habían conocido en la universidad, ella era una estudiante becada del extranjero, aunque estudiaba leyes para ser abogada en su país, había llegado al país del sol naciente para aprender el idioma y seguir con sus estudios a pesar de que las leyes serían muy diferentes.
Aun lo recordaba como si fuera ayer aquel encuentro que hizo cruzar los caminos con aquella bella mujer de una sonrisa deslumbrante, una actitud despampanante y un físico tan deseable.
Kouichi iba a la escuela con gran rapidez cuando otra persona que parecía llegaba tarde al igual que el caminaba de prisa como si estuviera perdida, al verla desorientada decidió acercarse a ella y con una sonrisa ella intento hablarle por señas pues le daba un poco de pena hablar el idioma.