Primavera
Aun así se dice que existe algo llamado el hilo rojo que une a dos personas, aquel que es dicha en los mitos, por el cual las personas se aferran a pensar que jamás quedarán solas. Kouichi no creía en ello especialmente, pero pensaba que debía ser obra de algo extraordinario para poder encontrarse de nuevo con aquella estudiante de intercambio.
- ¿Saldrías conmigo? – una chica le entregaba una caja de chocolates en san Valentín a Kouichi.
- Lo siento pero yo trago saliva pensando en cómo no lastimarla – no puedo por el momento, son más importantes mis estudios dijo en un lánguido suspiro.
- Te esperare – ella suplico ante el chico.
- Lo siento, no puedo hacerte eso – a él no le agradaba tratar con esos asuntos.
- ¿Pero? la chica parecía casi soltar el llanto.
- Yo – no sabía que decir en ese momento, no podía ver a alguien llorar de esa manera por su culpa.
Aquella chica puso un rostro serio intentando ocultar sus lágrimas ante el chico, en ese momento unos pasos asertivos se escuchaban a lo lejos, una mujer de piel morena se acercaba rápidamente al ver al joven Kouichi.
- ¿Kouichi? – su rostro mostraba confusión ante ello.
- ¿Sí? – al escucharla no entendía bien por qué sabia su nombre, pero recordaba que aun recién entrando él ya era famoso en la escuela entre las chicas.
- Por fin te encuentro se acercó la joven a tomarlo del brazo con gran familiaridad.
- ¡Eh! – ni el mismo entendía que estaba pasando hasta que vio el rostro de la chica.
- ¿Danaesan? sus mejillas se colorearon de un color carmesí ante el trato amistoso de la joven extranjera.
- Te estaba buscando por todas partes – menciono ella un poco agotada.
- Bueno ¿Quién es ella? la chica que estaba hablando con él mostro una mirada llena de rencor ¿A caso ustedes dos? ¿Por qué no simplemente me lo dijiste? todos se van a enterar de la clase de chico que eres, me engañaste salió corriendo en llanto.
- ¿Quién es ella? – Danae estaba extrañada por lo que había dicho la joven.
- Veo que tu japonés mejoro bastante Kouichi no deseaba hablar de ello.
- Pues que se va a hacer, necesito hablarlo para poder sobrevivir aquí rió ante ello – aunque mi asentó es muy malo seguía tan sonriente.
- Veo que hay muchas cosas que debes aprender miro el brazo del cual era tomado.
- Lo siento, aun no me acostumbro, como fuiste tan amable pensé que ya éramos amigos sonrió ante ello.
- ¿Amigos? dijo con un suspiro lleno de desilusión mientras sus mejillas palidecían ¿Ya has hecho amigos?- al escucharla se sintió un poco preocupado ante la situación.
- Algunos chicos me han hablado, pero por lo regular quieren salir de fiesta y eso no me da buena espina – suspiro levemente – pero las chicas me odian, no sé porque mostraba incertidumbre en su rostro.
- No te preocupes, seguro rápidamente haces amigos – sonrió el joven amablemente.
- Espero asintió levemente – aunque bueno, no importa mientras no me hagan nada – sonrió ante ello – bueno me retiro me dio gusto saludarte – la chica se disponía a irse.
- Cuándo desees verme estudio medicina estoy en el edificio A1 salón 302 Kouichi esperaba poder volver a verla.
- Lo tomare en cuenta – sonrió amable para irse a su clase.
Kouichi no podía dejar de pensar en aquella mujer, había algo que le llamará la atención, quizás el hecho de ser alguien demasiado exótico en aquella universidad, era muy distintas a las demás, no podía negarlo, ella se comportaba distinto, era obvio, pues venia de otra cultura y aquello le parecía interesante para aprender algo nuevo, el poder del saber era una de las cosas que más le gustaba al mayor de Tsujii, si, el conocer el mundo era otro de sus sueños y la única forma era a través de diferentes personas, en ese momento recordó cuando ella le tomo el brazo y su rostro se colorió de un carmesí brilloso.
- ¿Te sientes bien Kouichi? – la delegada de la clase se acercó.
- No pasa nada – sonrió amable.
- ¿Seguro? Si no te sientes bien puedo acompañarte a la enfermería.
- No, no pasa nada, seguro comenzó a sentirse incomodo ante ello.
- Si tienes algún problema solo dímelo guiño el ojo.
A pesar de que Kouichi era un filántropo, el hecho de que las mujeres se acercaran a él no le agradaba mucho, puesto parecía que siempre lo hacían con una doble intensión, algunas sentía él que le miraban como un trofeo pues salían con el chico más aplicado de la escuela, eso pasaba cuando iba en la preparatoria, otras por el simple hecho de considerarlo atractivo sin conocerle más allá de eso, más allá de la máscara que resguardaba su personalidad, pues ante todo debía seguir unos lineamientos sociales a los cuales debía acoplarse para poder sobrevivir, si no lo hacía, entonces no podían pertenecer a la sociedad, no quería terminar como su hermano menor que estaba completamente excluido por el hecho de ser el niño no deseado que solo buscaba desde las profundidades del infierno vengarse de cada uno de los humanos.