Al día siguiente aquella chica de piel morena caminaba por el edificio de la facultad de medicina, parecía buscar un lugar desesperada y a pesar de todo un poco tímida daba cada paso esperando poder encontrarle, se sentía menos agobiada con él, puesto aquel chico tenía un aire sincero en su amabilidad, en cambio los demás parecían etiquetas hipócritas que buscaban algo más.
El joven que estaba expectante ante las hojas de los árboles que se mecían con el viento esperando ver en el campus aquella mujer, preguntándose así mismo que había hecho mal, puesto le había dado el lugar donde estudiaba y ella no venía, se maldecía así mismo por no preguntarle en que salón iba ella.
No comprendía nada de sí mismo, no entendía por qué no podía dejar de pensar en ella, era la sensación en la universidad, la extranjera que llamaba la atención por ser una belleza exótica, al final Souichi tenía razón por lo que siempre peleaban aquellos dos hermanos, todo ser humano sucumbe a sus instintos.
No podía negarlo, aquella mujer era hermosa, tenía un cuerpo envidiable el cual muy pocas japonesas podrían lograr tenerlo al natural y la mayoría de esas siempre eran mitad extranjeras, en ese momento se dio cuenta que el físico que le atraía era ese exótico que no podía poseer cualquiera y de alguna manera el deseaba ser el único en hacerlo, movió su cabeza hacia los lados rápidamente quitando aquellos pensamientos que sentía que podían enfermar su mente, pues la realidad es que al final era obvio que a lo único que podían llegar era a ser amigos y eso no lo iba a cambiar, no quería hacerla sentir acosada como los demás, no estaba en su ser, él debía controlarse y ser aquel hombre que tiende a la perfección dándolo todo sin recibir nada a cambio, ser amable como el mismo buda lo hubiera hecho.
Pero inclusive pensando en aquello, el mismo Buda quien había alcanzado la iluminación se había enamorado una sola vez por lo que casi perdía todas sus riquezas y el amor por el cual sufrió durante toda su vida. Aun así tuvo hijos con otra a la que quizás le tomo cariño, pero jamás amo como a la primera, era cierto, inclusive Buda también se había equivocado pues es de humanos errar en la vida.
De repente escucho que le hablaban cuando se aproximó algo cansado a la puerta, debía perecer impecable y amable ante los demás, esos eran los protocolos sociales que todos buenos ciudadanos debería seguir o más bien todos los seres humanos.
En ese momento los ojos de ambos se iluminaron al verse mutuamente, esperaban poder volver a verse, para Danae como si grandes amigos se tratase y para Kouichi ver a la mujer que no dejaba de rondar por su cabeza como buena maldición de su hermano menor que parecía un embrujo de aquella mujer para no quedarse sola, si Kouichi a veces pensaba que ella debía ser una bruja, pues por el poco tiempo en tan solo dos encuentros no podía dejar de pensar en la figura y aquella bella sonrisa de la peruana.