Resplandor de luna
Se dice que algo internamente crece, tanto el deseo como el amor va ligado de la mano, siempre existe esa atracción a la cual puede llegar a ser pasajero, pero aquellas sensaciones eran demasiado fuerte en aquel joven que no comprendía mucho lo que le estaba sucediendo, estaba en la etapa donde las hormonas están a flor de piel, por lo tanto era normal lo que sentía pero debía reprimirlo, puesto podía defraudar a la joven y a la sociedad misma.
Recordó como su hermano siempre era señalado y despreciado, Kouichi no quería ser como el menor de los Tsujii lo tenía claro, aquel ser que se dejaba llevar por sus instintos perversos viendo sufrir a otros, si, él lo sabía claramente, si se dejaba llevar por lo que sentía en esos instantes le señalarían como a Souichi.
Esa mujer podía ser su perdición pero a la vez no deseaba perder el contacto con ella, cuando internamente luchaba por la razón de poder pertenecer a la sociedad, pensaba que lo mejor era alejarse, pero al final no podía, pues era como una droga, algo que te deslumbra y no puedes dejar de mirar, algo que te atrae tan fuertemente que explicado en las leyes de la física ya está, si, él no podía dejar de mirarla, él sabía que no era culpa de ella.
Al día siguiente las cosas se habían calmado en su mente, ya aquel sueño no era un detonante fuerte a actuar, podía controlarlo, volvía a ser el mismo Kouichi de antes, el hombre recatado ejemplo a seguir de todos.
Decidió ir al salón que ella le había mencionado, efectivamente como ella lo había dicho, los chicos se le acercaban demasiado a preguntarle cualquier cosa sobre su país, en cambio las chicas llegaban a murmurar cosas que podían ser hirientes.
- Se encuentra ¿Danae-san?– se acercó a un grupo de chicas que rápidamente fijaron sus ojos en él y se sonrojaron ante ello.
- Ahorita le hablamos – una de las chicas atino a decir para verse más amable.
Fue al pupitre de la joven morena, Kouichi miraba desde lejos cerciorándose de que si lo hiciera, la joven peruana volteo rápidamente hacia él, sonrió ávidamente y sin pensarlo dos veces se levantó.
- Lo siento tengo que irme – dijo sin miramientos apartando a todos para ir rápidamente con el chico que le buscaba.
La chica sin pensarlo dos veces fue rápidamente hacia donde se encontraba el joven que iba a buscarle, sonrió amablemente a las demás chicas.
- Muchas gracias – termino diciendo para dirigirse a él y tomarle del brazo– me alegro que vinieras – sonrió ávidamente – pensé que te habías enojado conmigo – su rostro denotaba tristeza.
- Jamás podría enojarme contigo-– él sonrió levemente, mientras sus mejillas se coloreaban de un rosado leve.
- ¿Estás bien?– ella seguía sosteniendo el brazo del joven-– ¡ah!– se separó rápidamente al ver que el miraba el agarre– lo siento aun no me acostumbro, en mi país es muy normal – rio ante ello.
- No te preocupes –dio un lánguido suspiro.
- ¿Cómo va todo? ¿Por qué ayer estabas tan estresado? – ella tenía curiosidad.
- No, no es nada – negó rápidamente con las manos.
- Vamos, dímelo –ella seguía insistente.
- Está bien, vamos a un lugar más privado – volteo a ambos lados, ya estaba ideando como evitar contarle lo sucedido de ayer.
Caminaron por el pasillo hasta llegar un lugar donde había unas bancas, se sentaron, no había nadie en ese lugar, poco importaba, solo estaban ellos dos en aquel solitario pasillo, el silencio no era incomodo, aunque para Kouichi estar a su lado implicaba sentir esa necesidad de tocarla, algo que jamás se atrevería, en cambio ella simplemente estaba ansiosa por lo que él pudiera contarle.
- ¿Entonces?– le miro con extrañeza.
- Bueno– suspiro lánguidamente – el problema es mi hermano menor – parecía algo nervioso.
- ¿Por qué? ¿Qué pasa? – ella no comprendía la situación, pensaba que era una riña entre hermanos.
- Lo que pasa –dio un leve suspiro, aunque realmente no tenía que ver directamente con el menor de los Tsujii, en parte era algo que le hacía reflexionar ante la situación – es que mi hermano tiene problemas sociales, es decir, es un marginado, pero en parte es su culpa, él – sentía miedo de decirlo, aunque quisiera mucho a su hermano en parte sentía vergüenza de que fuera parte de su familia – él siempre se mete en problemas, él es un ser despiadado – temía seguir contando al respecto.
- No lo entiendo ¿Por qué dices que es malo? – ella parecía incrédula.
- Verás, él es alguien que le encanta ver sufrir a otros y hace lo posible por tan siquiera hacerle pasar un mal rato – volvió a suspirar al respecto– una vez lo menciono, él se deja llevar por sus instintos y yo no quiero ser igual a él, somos familia, temo ante ello –sonaba un poco sofocado.
- No porque sean familia significa que serán iguales, tú tienes tu propia esencia, tu eres Kouichi no tu hermano menor, él es aparte – ella sonrió levemente – no debes preocuparte por ello –volteo hacia el techo.
- Es que yo también tengo… – fue interrumpido.
- Lo que menciona tu hermano sobre los instintos es cierto, es normal al fin y al cabo también somos animales, formamos parte de los mamíferos, pero lo que nos separa de ello es el poder razonar y pensar antes de actuar – volteo hacia él – es normal tener deseos que se le pueden decir “impuros”– hizo énfasis en esta última palabra – pero al final nosotros decidimos si controlarlos o dejarnos llevar por ello, ese autocontrol es lo que nos hace buenas personas – volvió a sonreír ante ello.
- Tienes razón – aquello lo hizo sentir más aliviado, pues recordó aquel sueño y entendió que era normal, tras regresar a su mente lo de ayer, su rostro se puso totalmente rojo y simplemente volteo hacia otro lado.
- ¿Qué sucede?– la joven no lo comprendía.
- Nada, nada – el chico simplemente se limitó a mirar el suelo.