La flor del mal

Extrañandote

No importaba cuanto  deseaba poder seguir adelante, Danae no podía dejar de pensar en ese chico, en aquel hombre que estaba en  el sol naciente,  por el cual su corazón latía fuertemente, si, era la primera vez que sentía  esas sensaciones tan fuerte, ninguno de sus anteriores novios le dolía tanto el no poder verle como era él  estar lejos de Kouichi.

En  cambio el  mayor de los Tsujii buscaba olvidarla,  por mucho que lo intentaba no podía,  no  era su primera novia, pero si  había sido su primera vez con  ella, por eso  aquellos deseos insanos podían ser complacidos por otra mujer o  por su propia mano, pero aun así sentía que algo le faltaba, que por mucho que deseara olvidar su piel,  su sonrisa, su bendita sonrisa y aquellos ojos que tanto deseaba volver a ver, más que un placer sexual,  le extrañaba por completo, su olor, su piel, su  voz,  su mirar, su compañía,  quería todo  de ella.

Quería poseerla, quería hacerla solamente suya, se había vuelto un  enfermo, él  lo pensaba así, pero aquella enfermedad no tenía más que el nombre de esa extranjera, se odiaba a si mismo por no poder olvidarla como  a las demás mujeres que habían pasado por su vida.

Lo intento todo, inclusive  salió  de la ciudad un tiempo,  busco  salir con una chica que no sabía nada de él,  y aun así  sintió la piel  de otro, no pudo lograr olvidar la piel morena de aquella que se había ido a su país lejos de él. Sentía que se había traicionado así mismo.

  • ¿Entonces no puedes? –menciono la joven  desnuda debajo  de las sábanas blancas.
  • Lo siento, no  sé qué me pasa,  es que –  Kouichi  sentía demasiada vergüenza al  respecto.
  • No lo entiendo ¿acaso no soy atractiva? – la chica parecía a punto  de llorar.
  • No  es eso–  él  se levantó para retirarse, lo había entendido por completo.
  • Ya no vuelvas, no  deseo  verte nunca más – aquella mujer aventó una almohada enojada.

Kouichi no podía más que pensar en esa mujer, esa mujer de la cual algunos decían que era una bruja y el sentía que realmente había sido  hechizado por ella. No importo cuanto  trabajo aquella dama, Kouichi no podía seguir más allá de un  indecente placer corto para luego  retenerse inconscientemente y no poder seguir más allá del  trabajo que la dama hacía para poder conciliar ambos cuerpos en un  baile placentero.

El mayor de los Tsujii  estaba triste, no podía más, no podía seguir así, su mente solo  estaba aquella morena,  no podía ver a ninguna otra chica, esperaba poder curarse así mismo, pero era imposible, no había vuelta atrás.

  • ¿Veo que esto  es lo que llaman amor? – se dijo así mismo riendo lastimeramente.

Kouichi se autoflajelaba mas cada vez que deseaba olvidarla, la memoria de ella prevalecia mucho más fuerte como si  realmente se aferrara al  recuerdo  de esa joven peruana, fue en ese momento que se dio cuenta, si no  era ella, no podía ser nadie más, al menos  eso pensaba el joven Tsujii, tenía que hablarlo con  ella.

Tenía miedo, era obvio, podía ser rechazado, pero más vale un  rechazo completo que vivir a la espera de lo que tiene posibilidades de suceder,  si  te dicen un simple no, lo  aceptas y sigues adelante, puedes olvidar y renacer todo como antes de conocerle, pero mientras estando en aquella situación  era imposible, no podía deja de pensar en ella.

Fue así como con sus  ahorros consiguió un anillo  de compromiso, no le importaba si  era rechazado, podía quedárselo como un  recuerdo de su juventud, de la persona que por primera vez le mostro lo que era amar a alguien y estar en la decidía llamado  esperanza.

Danae había regresado,  pensaba hacer los cambios en la universidad, pero algo le detenía,  era el hecho  de querer volver a verle, no podía dejar las cosas así, sentía que podía solucionarlo,  así que se armó  de valor para encararlo, peguntarle que pasaba y sin importar su respuesta seguir adelante con su vida, quizás el no  sentía ya nada por ella,   solo era cuestión  de escucharlo  de sus propios labios, al menos eso pensó la peruana.

Se vieron por casualidad,  un nervioso Kouichi como la primera vez que se vieron, una cohibida Danae,  tan distinta a como le había conocido. Ambos cruzaron  camino y como era lo habitual, se saludaron cordialmente,  ella no podía verle a la cara, pero él tomo su brazo tímidamente, en ese momento es cuando ella tomo valor para seguir con lo que había planeado.

  • Debemos hablar –  su voz era seca,  trago saliva un poco asustada.
  • Fue largo el tiempo sin vernos, tienes razón –él comenzó a temer ante el  semblante serio  de la joven.

Se encaminaron hacia un parque, se sentaron  en la primera banca que vieron sola, no había nadie, era el lugar perfecto para hablar, era el momento indicado, no había vuelta atrás.

  • ¿Qué es lo que ha sucedido contigo Kouichi?–  la morena volteo  con la ceja alzante con una mirada dominante.
  • No entiendo – el comenzó  a cohibirse.
  • La que no entiende soy yo,  desde aquella vez – ella trago  saliva – siento que algo  cambio entre nosotros, como si  ya no me quisieras – ella sentía como algo pulsaba dolorosamente en su pecho.
  • No, no  es eso yo… – fue interrumpido.
  • Dime ¿Qué sucede? Se sinceró, aceptare lo que me digas – su mirada era más comprensiva.
  • No  sé porque piensas  que es algo malo– él comenzó  a sentirse más nervioso.
  • Crees que no lo siento, es como si ya no me desearas como mujer, como si ya no  te pareciera atractiva, como si  ese sentimiento se hubiera acabado – ella estaba a punto de llorar.
  • Ya te dije no  es eso – él comenzó  a sentirse mal al respecto.
  • Entonces dímelo – ella estaba decidida ante la respuesta del joven.
  • No puedo…– él comenzó  a temer al  respecto.
  • Dímelo, no nos pararemos de aquí hasta que me lo digas – ella mostro una faceta que ni el mismo conocía.
  • Yo no puedo decirlo…–  él  cada vez perdía más la paciencia ante ello.
  • Dímelo ahora, no habrá otro momento   –aquello parecía un ultimátum a la relación.
  • Está bien – suspiro lánguidamente – lo que pasa es que   el  sentía mucha vergüenza ante lo que iba a decir – no eras virgen  y… – fue interrumpido.
  • ¿Eso qué? No tiene valor alguno si lo soy o no –  ella se sentía enojada al  respecto.
  • No, no  es eso – trago  saliva – el  caso es que tu exnovios son peruanos   otra vez ella volvió a alzar la voz.
  • Obviamente, estaba en mi país ¿tiene algo  de malo? – cruzo sus brazos.
  • No, no tiene nada de malo – negó con las manos.
  • ¿Entonces? – ella le miro aguantando la avía a lo que iba esta conversación.
  • Siento que no soy suficiente comparados a ellos  – volteo hacia el suelo  avergonzado – ya sabes, como amante  – seguía sin poder mirarle.
  • ¿Cómo? – ella no entiendo muy bien debido al idioma.
  • Es decir, en  el  acto sexual – aquella última palabra lo dijo un poco más bajo esperando a que ella lo logrará escuchar.
  • No entiendo, que tiene que ver que haya tenido novios peruanos con ese acto…– ella no  se atrevía a decirlo en voz alta.
  • Dicen que los extranjeros la tienen muy grande y no creí poder satisfacerte – lo dijo  tan bajo que solo ella podía escucharlo mientras él  se moría de vergüenza por admitir aquel pensamiento.
  • Eso  es mentira–  ella se puso más relajada – ese momento fue perfecto tomo las manos  del joven  tan perfecto que deseaba que volviera a pasar,  sentí que no me deseabas   –ella se sentía un poco apenada por pensar algo que no  era.
  • Claro que no podría pasar eso, eres una mujer hermosa  – volteo hacia ambos lados,  se fijó perfectamente  que no hubiera nadie, junto sus labios  con aquella chica tomándola por sorpresa,  un beso corto pero lleno  de sentimiento, separándose lentamente sintiéndose su  respiración–  ¿quisiera casarte conmigo? –  las mejillas del joven  eran de un leve color carmesí.
  • Claro a ella le tomó por sorpresa aquel gesto, aquella propuesta, sentía que sus lágrimas estaban a punto  de salir.
  • No  traigo el anillo, pero mañana mismo  te lo doy,  te presento a mis padres, a mi  familia, lo he decidido–   él sonrió levemente,  ella simplemente lo  abrazo con fuerza.



#7979 en Fanfic

Editado: 07.07.2018

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