No importaba cuanto deseaba poder seguir adelante, Danae no podía dejar de pensar en ese chico, en aquel hombre que estaba en el sol naciente, por el cual su corazón latía fuertemente, si, era la primera vez que sentía esas sensaciones tan fuerte, ninguno de sus anteriores novios le dolía tanto el no poder verle como era él estar lejos de Kouichi.
En cambio el mayor de los Tsujii buscaba olvidarla, por mucho que lo intentaba no podía, no era su primera novia, pero si había sido su primera vez con ella, por eso aquellos deseos insanos podían ser complacidos por otra mujer o por su propia mano, pero aun así sentía que algo le faltaba, que por mucho que deseara olvidar su piel, su sonrisa, su bendita sonrisa y aquellos ojos que tanto deseaba volver a ver, más que un placer sexual, le extrañaba por completo, su olor, su piel, su voz, su mirar, su compañía, quería todo de ella.
Quería poseerla, quería hacerla solamente suya, se había vuelto un enfermo, él lo pensaba así, pero aquella enfermedad no tenía más que el nombre de esa extranjera, se odiaba a si mismo por no poder olvidarla como a las demás mujeres que habían pasado por su vida.
Lo intento todo, inclusive salió de la ciudad un tiempo, busco salir con una chica que no sabía nada de él, y aun así sintió la piel de otro, no pudo lograr olvidar la piel morena de aquella que se había ido a su país lejos de él. Sentía que se había traicionado así mismo.
Kouichi no podía más que pensar en esa mujer, esa mujer de la cual algunos decían que era una bruja y el sentía que realmente había sido hechizado por ella. No importo cuanto trabajo aquella dama, Kouichi no podía seguir más allá de un indecente placer corto para luego retenerse inconscientemente y no poder seguir más allá del trabajo que la dama hacía para poder conciliar ambos cuerpos en un baile placentero.
El mayor de los Tsujii estaba triste, no podía más, no podía seguir así, su mente solo estaba aquella morena, no podía ver a ninguna otra chica, esperaba poder curarse así mismo, pero era imposible, no había vuelta atrás.
Kouichi se autoflajelaba mas cada vez que deseaba olvidarla, la memoria de ella prevalecia mucho más fuerte como si realmente se aferrara al recuerdo de esa joven peruana, fue en ese momento que se dio cuenta, si no era ella, no podía ser nadie más, al menos eso pensaba el joven Tsujii, tenía que hablarlo con ella.
Tenía miedo, era obvio, podía ser rechazado, pero más vale un rechazo completo que vivir a la espera de lo que tiene posibilidades de suceder, si te dicen un simple no, lo aceptas y sigues adelante, puedes olvidar y renacer todo como antes de conocerle, pero mientras estando en aquella situación era imposible, no podía deja de pensar en ella.
Fue así como con sus ahorros consiguió un anillo de compromiso, no le importaba si era rechazado, podía quedárselo como un recuerdo de su juventud, de la persona que por primera vez le mostro lo que era amar a alguien y estar en la decidía llamado esperanza.
Danae había regresado, pensaba hacer los cambios en la universidad, pero algo le detenía, era el hecho de querer volver a verle, no podía dejar las cosas así, sentía que podía solucionarlo, así que se armó de valor para encararlo, peguntarle que pasaba y sin importar su respuesta seguir adelante con su vida, quizás el no sentía ya nada por ella, solo era cuestión de escucharlo de sus propios labios, al menos eso pensó la peruana.
Se vieron por casualidad, un nervioso Kouichi como la primera vez que se vieron, una cohibida Danae, tan distinta a como le había conocido. Ambos cruzaron camino y como era lo habitual, se saludaron cordialmente, ella no podía verle a la cara, pero él tomo su brazo tímidamente, en ese momento es cuando ella tomo valor para seguir con lo que había planeado.
Se encaminaron hacia un parque, se sentaron en la primera banca que vieron sola, no había nadie, era el lugar perfecto para hablar, era el momento indicado, no había vuelta atrás.