Al día siguiente, Kael convocó a Lyra y Seraphine a la sala más profunda del castillo, donde se reunían los antiguos guardianes de la magia prohibida. Las paredes estaban cubiertas de runas y símbolos que vibraban con energía ancestral.
—El consejo secreto ha comenzado a moverse —dijo Kael, con gravedad—. No solo hemos enfrentado enemigos visibles. Hay quienes manipulan la profecía desde dentro del Reino Sombrío.
Lyra observó el mapa que Seraphine había extendido. Hilos rojos y oscuros conectaban distintos puntos estratégicos del reino. —¿Cómo sabremos quién es aliado y quién enemigo? —preguntó, con la tensión palpable.
—Con magia y observación —respondió Seraphine—. Debemos anticiparnos a sus movimientos antes de que actúen. Y tú, Lyra, tendrás un papel central. Tus hilos no solo nos conectan, también nos guían.
Lyra sintió cómo el hilo rojo vibraba intensamente hacia Kael. Era un recordatorio de que, aunque el peligro aumentará, su conexión era más fuerte que nunca, uniendo corazón y magia.
Kael asignó una misión: investigar un nexo de magia oscura en las fronteras del reino, donde se rumoraba que un traidor del consejo secreto estaba recolectando artefactos prohibidos.
—Lyra, Seraphine y yo iremos —dijo Kael—. Esta será tu primera prueba real fuera del castillo. No será fácil, pero confío en tus habilidades.
Lyra asintió, sintiendo la responsabilidad y la tensión. Cada hilo que la conectaba con Kael y Seraphine vibraba como un recordatorio: cada paso podía cambiar el destino del Reino Sombrío.
Mientras se preparaban, Kael se acercó a ella. —Recuerda —susurró—. No importa lo que veas o sientas, no pierdas el control. Confía en los hilos… y en mí.
Lyra sintió un calor recorrerle el pecho. La tensión romántica entre ellos se hacía más intensa, y por un instante, su respiración se entrelazó con la de Kael. El hilo rojo brillaba como si aprobara la cercanía, recordándoles que su vínculo era tanto mágico como emocional.
Salieron del castillo y avanzaron hacia las fronteras del Reino Sombrío. El camino estaba cubierto de niebla y sombras que se movían como si tuvieran vida propia. Los hilos de Lyra vibraban, señalando peligros potenciales: criaturas corrompidas por magia prohibida, trampas ocultas y presencias invisibles.
—Esto se siente diferente —dijo Lyra, con un dejo de preocupación—. No solo son enemigos visibles, hay algo más… algo que observa.
—Sí —respondió Kael, manteniéndose alerta—. Los hilos muestran fragmentos del peligro. Debemos permanecer unidos.
Seraphine añadió: —Este lugar es antiguo y está cargado de magia. Cada paso que demos puede desencadenar eventos que desconocemos.
Lyra tomó aire, dejando que los hilos la guiaran. Por primera vez, comprendió que su poder no era solo defensivo o ofensivo: podía sentir, anticipar y manipular el destino en tiempo real.
Al llegar al nido de magia oscura, fueron atacados por guerreros corrompidos y criaturas mágicas que parecían hechas de sombras vivientes. La batalla comenzó de inmediato.
Lyra conjuró barreras de hilos que redirigían los ataques y protegían a sus aliados. Kael se movía con precisión, eliminando amenazas físicas y estratégicas. Seraphine creaba ilusiones que confundían a los enemigos, haciendo que atacaran sombras y no a ellos.
Cada movimiento estaba sincronizado con los demás gracias al hilo rojo que unía a Lyra y Kael. Cada roce accidental durante el combate aumentaba la tensión romántica, mezclando peligro y deseo en la misma acción.
Finalmente, tras una serie de maniobras arriesgadas, lograron derrotar a los enemigos, pero Lyra sintió que algo mucho más peligroso los estaba observando desde las sombras.
Tras la batalla, encontraron un símbolo antiguo grabado en piedra que coincidía con las runas del consejo secreto. Lyra tocó el grabado, y los hilos mostraron visiones: un miembro del consejo estaba conspirando para alterar la profecía y tomar control del Reino Sombrío.
—Esto es grave —dijo Kael, frunciendo el ceño—. Debemos regresar al castillo y alertar a los guardianes.
Lyra sintió cómo el hilo rojo la conectaba con Kael más intensamente que nunca, un recordatorio de que no podían fallar. Su vínculo era la clave para enfrentar la conspiración y sobrevivir a los enemigos que operaban en la oscuridad.
—Kael… —susurró, su voz temblando ligeramente—. No podemos fallar. No solo por nosotros, sino por todo el reino.
—Lo sé —respondió Kael, tomando su mano—. Y no lo haremos. Mientras estemos juntos, ningún enemigo podrá separarnos.
El hilo rojo vibraba como un puente tangible entre sus manos, sus corazones y su magia.
Lyra, Kael y Seraphine regresaron al castillo, caminando con cautela por los pasillos cubiertos de sombras. Cada corredor parecía susurrar secretos antiguos, y los hilos del destino vibraban con advertencias y oportunidades.
—Los hilos muestran que hay más peligros cerca —dijo Lyra, concentrándose—. No solo fuera, también dentro del castillo.
Kael asintió, tensando la espada. —Entonces debemos estar preparados para todo. Nadie puede sorprendernos si permanecemos unidos.
Mientras avanzaban, Lyra no podía evitar sentir cómo el hilo rojo que la conectaba con Kael pulsaba con fuerza, recordando que su vínculo no solo era mágico, sino emocional, y que cada peligro compartido fortalecía esa conexión.
Al llegar a la sala del consejo, los tres encontraron a un hombre vestido con túnicas negras, manipulado por magia prohibida. Era un miembro del consejo secreto, el mismo que las visiones habían mostrado.
—Así que los profetas del hilo finalmente llegan —dijo con voz helada—. No saben con quién se enfrentan.
Kael dio un paso adelante, la espada brillante. —Tus engaños terminan hoy.
Lyra cerró los ojos y dejó que los hilos la conectaran con Kael y Seraphine. Su magia fluyó, creando barreras y proyectiles de energía roja que atacaban con precisión estratégica. Cada movimiento estaba sincronizado, y el traidor intentaba manipular la magia del castillo a su favor.