La Flor Eterna

Un hermoso encuentro

“LA FLOR ETERNA"

-“No tengo tiempo, hija”- Aquella frase fue la que dijo mi padre durante dos años hasta que murió.

En realidad no tenía ninguna enfermedad mortal o algo parecido, simplemente lo mato el egoísmo que tenía desde que nació. Pensando que podía abandonarlos a mi madre, hermano y a mí, decidió apostar en un casino lo poco que le quedaba de su mediocre trabajo como contador y, al final, cuando había triplicado su premio, fue asesinado ferozmente por una bala en su cabeza lanzada de una pistola de calibre 50, en el mismo casino donde tomo tantos tragos hasta que sus piernas ya no tenían fuerza para caminar, donde perdió el tiempo hasta la madrugada mientras mamá esperaba llorando en su cama por él, y donde su hija mayor comenzó a despreciarlo.

Hoy ,7 de diciembre, con un ramo de tulipanes en sus manos, tu hija mayor de 18 años observa la tumba de aquel padre que rompió sus sueños y esperanzas hace 8 dolorosos años.

- “No ha cambiado mucho”- pensé vagamente, no había venido desde hace 3 años a este triste lugar. La última vez me encontré con mi tío Eduardo, hermano menor de mi padre, e intento convencerme de que su querido hermano era una muy buena persona pero que había cometido un gran error, sin embargo  debía seguir creyendo en él y recordarlo con mucho amor en mi corazón.

“¿Amor?”- fue lo que pensé- Aquel sentimiento se me fue arrebatado el día de su funeral, cuando al final de la ceremonia me di cuenta que jamás había tenido un padre, solo vivía con un ser sin alma que jugaba con las mente de los demás hasta desecharlos como juguetes viejos, mientras que los otros niños tenían a alguien a su lado, alguien que escuchaba sus deseos y alguien que contaba cuentos en las noches llenos de amor y esperanza, pero yo no… y ya era muy tarde para tenerlo. Una lagrima bajo por mi mejilla, ¿Por qué recordaba eso?, ya había decidido olvidarlo y seguir adelante, al fin y al cabo si me quedo en los recuerdos del pasado, jamás seré capaz de avanzar.

“Aquí descansa el alma y cuerpo del Señor Daniel Jones, un humilde trabajador con una hermosa familia, aunque se haya ido, vivirá en nuestro corazón por sus buenas acciones…. Que en paz descanse”

Ese escrito lo había colocado mi madre después de su deceso, cuando la vi haciéndolo sus lagrimas no paraban de bajar por sus ojos hinchados, sus manos temblaban también con cada letra que escribía.

Limpie mi cara aquella horrible lágrima y coloque los tulipanes que había traído al pie de la tumba y antes de marcharme intente susurrar:

-Padre…yo…

Apreté mi puño izquierdo fuerte y salí corriendo del lugar, de nuevo no había sido capaz de decirle lo que todos estos años había querido. A medida que corría el paisaje iba cambiando por uno más alegre y lleno de color que un cementerio vacío. Sin darme cuenta me detuve exhausta en la esquina de una calle que desconocía, en ella solo había almacenes de ropa y algunos de tecnología pero uno de los más pequeños y viejos sitios era una galería de arte. Parecía antigua y abandonada sin embargo decidí acercarme para intentar huir de mi triste realidad. De cerca solo se observaban pequeños y descuidados cuadros, la mayoría anónimos y algunos pocos con nombres que jamás había escuchado.

Sin pensarlo mucho, me acerque a la puerta de entrada, que tenía una diminuta campanilla al abrirla, y me adentre en el misterioso lugar. Por dentro era aun más sucia y de algún modo sentía que ya había estado ahí hace mucho pero aunque lo intentara no lograba recordar ningún fragmento en mi memoria de aquel sitio. Intente investigar un poco más, pero lo único que veía eran obras sin sentimiento y sin ninguna motivación, me fui cansando de la monotonía del lugar y estaba a punto de abandonarlo sin embargo al fondo, en una esquina, había un cuadro más o menos grande y que se distinguía  por sus hermosos colores.

Me acerque a él y pude visualizar los detalles exactos del cuadro. En él se encontraba pintada un ala, de al parecer un ángel, y al lado de esta se dibujaba otra ala, pero esta era la de un demonio. Lo que más me sorprendía era el contraste hermoso que se reflejaba, porque aunque ambos lados eran opuestos y diferentes entre sí, se encontraban reunidos en un mismo cuadro, ángel y demonio.

-Que obra tan extraña, ¿no crees? – Mi cuerpo se paralizo cuando escuche esa misteriosa voz, en mis oídos retumbaba el sonido de mi corazón incontables veces.

-Eh? –Voltee. -Era un chico, de aspecto joven. Lucia una camisa desgastada color azul, sus pantalones eran de segunda mano, su chaleco y bufanda estaban tan sucias que habían perdido su color y sus zapatos estaban rasgados por la mitad, sin embargo, su cabello era hermoso, era color chocolate y no era largo ni corto, se encontraba en una medida perfecta junto con mechones que cubrían su frente desordenadamente. -No es exactamente lo que pienso de ella…- Dije suavemente

-¡Hey! – Dijo entusiasmado- Debes ser una chica miserable si entras en un lugar como este por tu cuenta

-¿Qué?- Exclame- no trates así a gente que acabas de conocer, además tú también estas aquí, entonces eres también un miserable

-Eh?, yo nací siendo un miserable así que yo soy la excepción -Y rio fuertemente después de decir esto

-¿Por qué te ríes?, es que ¿acaso no tienes cerebro?, estás diciendo…- Tuve que parar debido a que sentí algo de cosquilleo en mi cintura, cuando mire, eran las manos de ese demente. No pude resistirme y empecé a reír como nunca lo había hecho en años, después de todo había olvidado hacerlo desde hace años.



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En el texto hay: historia corta, nostalgico

Editado: 13.10.2022

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