La flor más hermosa

Capítulo 7

Tomado de la mano de mi tío, entramos a un lugar que me dio miedo al instante. Todo es gris o blanco, solo hay mujeres que visten de azul y tienen una clase de palo negro colgando de sus cinturones.

Entramos a un cuarto no muy grande con pequeñas mesas y cada una solo tenía dos sillas. De un lado de las mesas había mujeres con trajes naranjas sentadas y del otro lado de la mesa, otra persona vistiendo normal. Mi tío me sentó en la silla y él arrastro una para sentarse a mi lado, no me dijo nada, solo me quede viendo mis piernas colgando.

Levante la cabeza al escuchar un ruido, cuando una mujer de pelo castaño paso la puerta, mis ojos se abrieron por completo y la inspeccione. Salte de mí asiento y corrí hacia ella al saber que es mi madre. Abrace su cintura como suelo hacerlo, ella sollozo y dijo mi nombre un montón de veces.

—Mamá… Mami…

—Mi bebe. — me abrazo, pero no fue por mucho tiempo ya que un estruendose ruido nos asustó.

—Tomen distancia o regresas adentro. — gruño una mujer con traje azul.

—Es mi hijo, solo por esta vez por favor.

—Sabes las reglas, bonita.

—Por favor, no lo vere en un tiempo. Por favor. — suplico y yo la mire aterrado ante sus palabras.

—Bien, solo esta vez. — le advirtió y mamá le agradeció.

Me tomo de la mano y cuando se sentó, me subió a su regazo para seguir abrazándome. Yo enterré la cara en su cuello y olí su aroma, el cual es diferente, pero no me importa.

—Mamá, te extraño mucho.

—Yo también te extraño un montón, mi niño.

Me aparte después de unos segundos y mire sus ojos.

—¿Qué es este lugar? ¿Dónde está papá? — sus pupilas temblaron. —¿Cuándo volveremos a casa?

—Jay… — su voz se quebró y empujo suavemente mi nuca hacia su cuello para que evitara verla llorar. —Lo siento Jay… tu papá… yo…

—Si eso te hace llorar mamá, entonces no tienes que decirlo. — aprete mis brazos en su cuello. —Pero ¿cuándo vamos a volver a casa?

—Necesito que seas fuerte, Jay. — suspira. —Yo no podré regresar en un tiempo, tienes que irte con tu tío.

—No quiero.

—Jay.

—No me iré a ninguna parte sin ti, mamá.

—Lo siento cariño, lo siento tanto.

Volví a separarme de ella y pasé mis manos por su rostro, intentando limpiar sus lágrimas. Ella inclino su cabeza y nuestras frentes se tocaron.

—Te amo Jay.

—Yo también te amo, mamá. — sonrió un poco más calmada y beso la punta de mi nariz.

—Por favor, Jay. Ve con tu tío. — aprete los labios. —Tengo que quedarme aquí un tiempo, y tu tío te cuidara.

—Pero no quiero… — solloce.

—Te prometo que volveremos a estar juntos cuando salga y nunca más nos separaremos.

—¿Cuándo será eso? — acuno mi rostro. —¿Por qué no puedo quedarme con papá? — tembló.

—Jay, tu papá… él… ya no está.

—¿Se fue? — asintió. —¿A dónde? — mi corazón se aceleró y mi pecho ardió. —¿Me dejo?

—Lo siento Jay… — volvió a llorar. —Lo siento. — enterré mi cara en su cuello y lloré.

Me dolía, por fin papá estaba tomándome atención, sonriéndome y acariciando mi cabeza. Pero ahora se ha ido. Me dejo y mamá tiene que quedarse aquí, lo que quiere decir que estoy solo.

Seguí sollozando, mamá me palmeaba la espalda mientras hablaba sobre algo con mi tío. No les preste ni un poco de atención, ni siquiera me sentía con energía. Solo quiero dormir y no despertar hasta que mamá vuelva conmigo.

—Escucha Jay, te iras a vivir con tu tío.

—¿No volveré a casa? — negó. —¿Y los juguetes que papá me regalo? Ahora es lo único que tengo de él, lo único que me recordara el mejor día de mi vida que me dio.

—Jay… — lagrimas corrían de sus ojos, durante unos segundos no pudo verme a los ojos y eso me dolió.

—Los llevaremos, Jay. — mire a mi tío. —Todo lo que quieras, lo llevaremos.

—Mis juguetes. — sorbí por la nariz. —Todos los juguetes que papá me compro.

—Está bien. Yo me encargo.

—También… Elena y Theo… quiero despedirme.

—Bien, yo me encargo. Pero tienes que dejar de llorar Jay, esto también es difícil para tu mamá. — mire a mi mamá, quien llora en silencio. —A ella también le duele mucho tener que separarse de ti por un tiempo.

—Pero puedo venir a verla, ¿verdad? — sentí mucho miedo cuando no me contesto. —Mamá…

—Sera difícil, pero hare todo lo posible para que puedas verla una o dos veces al mes. — abrace el cuello de mi madre y bese su mejilla.

—Te amo mamá, te amo.

—Y yo te amo, bebe.  

No entiendo mucho lo que está sucediendo, solo sé que papá ya no está, mamá tiene que quedarse aquí y que yo tengo que irme a California con mi tío.




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