Tres años despúes
La casa siempre es ruidos, pero está noche está patas arriba.
No solo porque en unas horas es mi cumpleaños número 13, sino porque sospecho que hay algo más. Mi familia está comportándose extraño, ya ha pasado veces anteriores, pero está vez es muy diferente.
Mi tía y mis primos han estado evitando hablar conmigo lo más posible, incluso cuando llame a Hunter y le pregunte si sabía algo, se excusó con que tenía que darle de comer a Eris. Y, por otra parte, mi tío salió de viaje desde hace unos días por trabajo, pero prometió estar conmigo en mi cumpleaños.
Siempre lo ha estado, como se lo prometió a mi madre, me ha cuidado y protegido. Mi tía y mis primos fueron muy agradables desde el momento en que cruce la puerta de su casa. Incluso cuando tenía pesadillas y me levantaba gritando entre lágrimas, uno de ellos se quedaba a mi lado hasta que me calmaba y volvía a dormir.
Mis primos me ayudaron mucho cuando comencé la escuela, me integraban a su grupo de amigos, hasta que logré hacer los mío propios. Para ese punto ya era muy amigo de a quienes me presentaron cuando inicié, y no los hice a un lado, solo mi circulo social creció y nunca estuve sola desde entonces.
Sabiendo esto, no parecerá tan extraño contar que regrese a casa con dos cajas llenas de regalos, no solo de mis amigos, sino también de chicas que querían darme algún presente. Linsy, mi prima, dice que dentro de unos años estarán sobre mí, por lo que debería comenzar a dejarles las cosas claras, pero no tuve el valor para rechazar sus regalos cuando note sus mejillas sonrojadas y sus tonos de voces temblorosos.
No pude, lo siento Linsy.
Y ya que estoy siendo evitado, me encerré en mi habitación y comencé a abrir los regalos antes de tiempo. Mañana es sábado, no hay escuela, así que al menos quiero abrir la mitad para mantener mi mente ocupada.
—Hum.
Con una mano en mi barbilla y una mueca en los labios, mire la revista que me regalo uno de los amigos de Marco. La mujer de la portada está sentada en el suelo con las piernas cruzadas, una ligera tela cubre el lugar llamado vagina y de lo demás, está por completo desnuda. Sus pechos son cubiertos por su cabello y sus brazos, los cuales aprieta dándoles más volumen.
Tiene una mirada extraña, supongo que a eso le llaman sexy, pero a mí solo me confunde y me hace preguntarme si tendría que reaccionar.
Supongo que aun soy muy joven.
Mire el otro par de revistas, todas con mujeres diferentes con solo una prenda cubriendo apenas una parte de su cuerpo y la misma mirada. Las mire durante un segundo y decidí que si llegan a preguntarme cual me gusto más, elegiría a la pelinegra de ojos azules.
No estoy molesto ni avergonzado, viniendo de adolescentes de 17 años, creo que es de esperarse y no me sorprendería si Marco entra a mi habitación y me pregunta si he recibido algo extraño de sus amigos.
Guarde las revistas debajo de mi cama, después encontrare un lugar donde esconderlos mejor.
Seguí abriendo regalos, un par de veces más me encontré con revistas de ese tipo, pero sin darle importancia las dejé en el mismo lugar que las otras. La mayoría de los regalos que me dieron las niñas, eran chocolates caseros y cartas deseándome un feliz cumpleaños. Las palabras de Linsy me perforaron el cráneo, hay tanto chocolate sobre mi cama que por mi salud tendré que compartirlo con mi familia, y eso incluye a Hunter, Eris y Lena.
Deje los regalos de mis amigos de salón y del americano para mañana. Salí de mi habitación con una caja de zapatos llena de bolsas con chocolates y al entrar a la cocina, todos se quedaron el silencio.
Con un suspiro, me acerque y coloque la caja sobre la mesada, dándole un empujón para que llegue a ellos.
—No podre solo, así que disfruten.
Cada uno tomamos una bolsa y comimos los chocolates, por la mueca en Linsy supe que la niña que los hizo al menos se esforzó y se lo agradecí mentalmente antes de que se parara y los echara al bote de basura. Cundo regreso a su lugar, tomo otra bolsa y después de probar un chocolate en forma de corazón, encogió los hombros y susurro un ‘no está mal’.
—Entonces, ¿ya me dirán que traman? — las bocas masticando dejaron de moverse un segundo, y cuando volvieron a hacerlo, fue mucho más lento.
—No tramamos nada, es tu imaginación. — mire a Marco.
—Como sea, lo sabre de todos modos. — me puse de pie y regresé a mi habitación para ver cualquier cosa en mi celular.
Termine viendo el techo durante una hora, los auriculares en mis oídos reprodujeron Canon de Pachelbel, la canción con la que Elena logro ser finalista en el concurso. Cuando termino, comenzó Prelude de Bach, la que tocaría en la final.
No logre verla, pero tuve la suerte de que me dejo escuchar un poco cuando comenzó a prepararse. Suelo escucharlas diario, preguntándome que tanto ha mejorado. Ella ya tiene 11 años, seguro se ha puesto más bonita y me preocupa que al igual que yo, haya recibido muchos regalos de niños el día de su cumpleaños.
Mi pecho se contrae con la idea de que alguien le guste y me olvide. Conforme más pasa el tiempo, más me doy cuenta de que en verdad pudo tratarse de un amor de niños. No sé cuándo volveré y me aterra enfrentarme con lo que encontrare, pero se lo prometí y pienso cumplirlo.
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Editado: 21.04.2024