La flor más hermosa

Capítulo 11

ELENA

Sentada en el sillón y acariciando la cabeza de peggy, espero a que mi hermano terminara de prepararse.

Hoy tiene un juego muy importante y sus contrincantes son de la universidad de Stanford. Mi pecho se llena de calidez al pensar en Jay, Stanford está en California, donde Jay se fue hace 10 años.

Han pasado tanto tiempo, pero me satisface saber que este sentimiento de calidez en mi pecho no ha desaparecido cada que pienso en él. Su rostro infantil sigue estando fresco, pero es una lástima que solo pueda imaginarme su rostro adulto.

—Cariño. — escuche la voz de mi madre y un par de pasos más, aparte de sus zapatillas. —Es una lástima que la fecha del juego de Theo coincida con la del recital. — sonreí, ligeramente.

—Lo sé, me hubiera gustado ir al juego.

—Tu madre grabara tu participación. — sentí a mi padre sentarse a mi lado, y pasar su brazo por mi espalda hasta que sus dedos tocaron mi brazo. —Sera lo primero que veremos Theo y yo cuando regresemos.

—Bueno, han ido a más recitales y concursos de música que a juegos de Theo. — me encogí de hombros. —Es su momento.

—Cuanto quisiéramos partirnos a la mitad y estar con ustedes.

—No pasa nada. — reí, para aligerar la tensión. —En realidad me gustaría que ambos fueran al juego de Theo, yo estaré bien con Peggy y mi instructor.

—Y entonces, ¿quién grabara para nosotros? — sonreí ante la voz de mi hermano.

—Por fin bajas, ya te estabas tardando.

—Estaba haciendo mi ritual. — reí. —Vamos contra Stanford, tienen la mejor defensa y contraataque. No podemos quedarnos atrás.

—Se que ganaran. — arrugo mi nariz. —Odio tu ritual. — mamá y papá rieron.

El ritual de Theo consiste en orar por buena suerte y llenarse de loción con olor a flor de loto, una planta que atrae la buena suerte. No huele mal, pero mi olfato es un poco sensible desde hace tiempo.

—Iré por mi bolso.

—Yo por las llaves del auto.

Los pasos de mis padres alejándose y después subiendo las escaleras, fueron la señal para preguntarle a mi hermano lo que me he estado guardando desde que nos contó que el siguiente juego seria contra Stanford.

—Theo.

—¿Uh?

—Jay. — lamí mis labios. —¿Está en el equipo? — no contesto, pero si lo sentí acercarse.

—Pensé que no querías saberlo, nunca preguntaste. — sonreí.

—Tenía miedo. — suspire, lentamente. —Si lo hubiera sabido tal vez hubiera cancelado mi participación en el recital y eso no es justo para mi instructor. — mordí mi labio. —Pero también hay un debate dentro de mí. Una parte quiere encontrarse con Jay y la otra tiene miedo.

—Elena. — aprete su mano cuando tomo la mía.

—Iré al recital, pero solo quiero que me lo digas.

—¿Lo sigues queriendo? — mi corazón se sacudió.

—No lo sé. Han pasado 10 años, él sin duda ha cambiado mucho y es muy seguro que no sea el niño que está en mi memoria. — me encogí de hombros. —Tal vez ya se ha olvidado de nosotros.

Peggy dio un ladrido y sentí sus patas en mis rodillas. Lleve mi mano a su cabeza y la acaricie.

—Está bien. — la calme.

Cuando estoy ansiosa, asustada, preocupada o cualquier emoción en ese sentido, Peggy también lo siente e intenta animarme o calmarme. Es una gran mascota y compañera.

—Si. — me tense y otro ladrido vino de Peggy. —Jay es parte del equipo de Stanford. — sonreí cuando logré contralar mi respiración.

—No seas rudo.

—No prometo nada. — reí, ligeramente.

—Entonces, ve con todo. — levante mi mano y él la llevo a su mejilla. —Mucha suerte, hermano.

—También te deseo mucha suerte. — beso mi frente a lo cual cerré unos segundos los ojos.

Justo en ese momento, mis padres regresaron. Con una mano tome el estuche donde viene mi violín y con la otra sujete la correa de Peggy, quien me guía hacia la salida de la casa y de igual manera siento a mi hermano detrás de mí.

—Mucha suerte. — le deseo mi madre a Theo. —Vere el juego por la página de la universidad.

Mi hermano me abrazo y yo solo acurruque mi cabeza en su hombro, ya que tengo ambas manos ocupadas. Volvimos a desearnos la mejor de las suertes y con otro beso en mi frente, se alejó.

Subí al auto de mi madre y nos dirigimos al lugar donde será el recital, el cual es un teatro que está a media hora desde casa. En el camino mamá menciono lo hermosa que me veo y como está segura que seré la estrella.

Todos estos años no deje de avanzar en mis practicas con el violín y el piano, incluso después de la piedra que me tumbo en mi camino, me recupere y continue mejorando. Logre entrar a una de las mejores universidades de música y arte en Boston, con una beca del 80% y la estoy aprovechando bastante.

Apenas voy a la mitad del primer año, pero ya fui seleccionada para participar en un recital junto con otras escuelas, así que estoy nerviosa. Me da miedo descubrir que tan mejores son los otros sobre mí, pero también me llena de entusiasmo.




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