La flor más hermosa

Capítulo 17

Elena no contesta mis llamadas ni mensajes, lo cual no me extraña. Incluso sabía lo que me esperaba al llegar a la casa de los Halls y tocar la puerta, pero no me detuve. Yo he venido a aclarar las cosas y no me iré hasta que me escuche.

—Vete de aquí, Jay. — gruñe Theo mientras me sujeta del cuello de la playera. —No quiero que vuelvas a acercarte a mi hermana y tampoco volveré a contactarte. Cualquiera que la haga llorar, no es digno de ser parte de nuestras vidas, sobre todo en la de ella.

Mi pecho se encogió al saber que vio llorar a Elena. Me siento como la mierda, mamá me lo dijo, Elena esta enojada y dolida, y yo soy el culpable. Pero no pienso irme, yo no vine solo para ser intimidado por Theo, no me iré hasta verla.

—No. — conteste con un tono tranquilo. —No me iré.

—Jay… — apretó los dientes, dándome una mirada amenazante, pero no cedi.

—Se que la cague, debí de haberle dicho la verdad. Ahora es tarde, pero hay una explicación.

—Como lo dijiste. — me soltó, dándome un empujón que casi me hace caer. —Es demasiado tarde, lárgate.

—No. — inhale profundo. —No me iré hasta que me escuchen, hasta que ella me escuche.

—No me hagas llamar a la policía.

—Hazlo, ni eso me detendrá.

—¡Jayden vete! — gritó, llamando la atención de algunos vecinos que están alrededor.

—No. — suspira, exasperado.

—Elena no está.

—Aquí me quedare hasta que vuelva. — apretó el puente de su nariz, negando con la cabeza.

—Esta con un chico. — aprete los puños y respire con dificultad. —Ayer la lleve a comer para subirle el ánimo y en la cafetería nos encontramos con un amigo de su universidad. La invito a salir y ella acepto.

—¿Dónde está?

—No lo sé, no soy… ¿Jay?

Me di la vuelta y arrastrando mi maleta caminé en busca de un taxi.

—¿Qué? ¿A dónde vas?

—A buscarla.

—Ni siquiera tienes una idea de donde puede estar.

—No me importa, la buscare.

—¿Por qué? — me detuve ante su pregunta. —¿Por qué lo harías? — Theo camino hasta que se colocó frente a mí, interponiéndose. —Sabias muy bien que tiene sentimientos por ti, ella confió en ti, aun así, le mentiste y de la peor manera se enteró de la verdad, ¿tienes una puta idea de lo que es ver a tu hermana pequeña llorar por un hombre?

Mire hacia mis zapatos, completamente avergonzado.

—Elena ya no puede confiar en ti. — cerré los ojos con fuerza ante sus palabras. —Ella quiere superar ese amor de niños, ella quiere continuar y conocer a alguien que no le mienta, que sea sincero y que no juegue…

—¡No jugué con ella! — lo interrumpí. —Yo la quiero, Theo. — dije, mirándolo fijamente. —Desde que la vi por esa ventana. — apunte a la casa donde vivía cuando era un niño. —Desde que la vi bajar de ese auto el día en que ustedes llegaron, supe que había encontrado al amor de mi vida. — pase una mano por mi frente, sintiéndome ansioso. —Yo la quiero y quiero estar con ella. Saber que ahora mismo está con un chico, hace que me hierva la sangre. Estoy muriendo de celos, Theo.

—¿Entonces porque le mentiste? — trague saliva.

—Es complicado. — exhaló, pero hable antes de que él lo hiciera. —No es que quisiera, es algo de lo que me cuesta hablar, pero sé que no es excusa.

—No entiendo nada. — suspire.

—¿Podemos entrar a tu casa? — arqueó una ceja. —Te lo explicare todo, y si después de escucharme aun quieres que me vaya, bien, me iré. Pero volveré para hablarlo con Elena.  

Theo cruzo sus brazos, debatiendo si aceptar mi oferta o mandarme al diablo. Al final suspiró, aceptando escucharme y controle mis impulsos que me alentaba a ir a buscar a Elena.

Entramos a su casa, deje mi maleta en la entrada de la sala y nos sentamos en las sillas del comedor. Él lleno dos vasos de agua fría y cuando dejo uno frente a mí de inmediato lo bebi, hidratando mi garganta. Aprete mis puños y torcí mis dedos, Theo solo espero a que comenzara y cuando la tensión en mi cuerpo se aligero, le conté todo. Desde como en mi primer día de universidad encontré a un chico con el que conecté rápido, hasta lo que sucedió ayer, cuando mis emociones terminaron por estallar.

Su rostro hizo muchas expresiones, pero al menos cuando terminé, ya no estaba a la defensiva ni me miraba con resentimiento. Él solo estaba en blanco, procesando toda la información.

—¿Todo eso sucedió en un año? — asentí. —Eso es mucho para procesar. — con la yema de sus dedos masajeo su frente.

—Lo sé, yo… — aclare mi garganta. —Es difícil para mí hablarlo, no es fácil decir que estoy en una relación en la cual mi novia depende emocionalmente de mí, y es mucho más complicado explicar el porqué.

—Si, eso lo entiendo. Yo la verdad no sé si podría soportar todo lo que has aguantado con Darla. — mordí mi labio. —Pero joder, Jay. — suspira. —Al menos debiste de decirle a Elena que estás en una relación y cuando estuvieras listo explicarle todo.




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