La flor más hermosa

Capítulo 18

Esa sensación de sofocación y frustración se presentó como siempre lo hace cuando tengo que contar la parte más amarga de mi historia con Darla. Elena se tensó ante mis palabras, creo que ni siquiera respira y no me preocupo, en las pocas veces en las que he logrado contar la historia completa siempre es la misma reacción.

Le di su tiempo para que procesara la información, y en esos segundos yo luche contra mis sentimientos internos los cuales me provocaban ese bajón con el cual prefieres dormir 18 horas antes de tener que enfrentarlo.

—¿Perdió al… bebe? — pregunto más para ella misma que para mí, pero de todos modos conteste.

—Si. — respire profundo. —Como su padre me lo sugirió, después de la discusión sobre la prueba de paternidad, no la vi por unos días. Su padre era quien me ponía al tanto de ella y en ese tiempo, Darla tampoco se presentó a la universidad, así que no teníamos contacto alguno. — mire hacia la ventana, intentando distraer a mi mente la cual no me deja de torturar con los recuerdos mientras cuento lo sucedido. —Fue un fin de semana, sábado para ser exactos. 10 de la noche, el partido contra una universidad vecina termino, no nos fue mal, pero no ganamos. — pestañe varias veces. —Cuando llegue a los vestidores, deje que mi celular se encendiera mientras me cambiaba. Al volver a tomarle atención, lo primero que apareció en mi pantalla fueron varias llamadas por parte de Darla y cuando reproduje mi buzón de voz, su voz asustada y desesperada pidiéndome que la ayudara casi hace que mi alma salga de mi cuerpo.

Me tome un respiro, de uno o dos minutos, en ese silencio Elena no dijo nada, solo fue paciente y espero a que pudiera seguir.

—El corazón me golpeaba con fuerza el pecho, y respirar era difícil, pero logre llegar a su casa y ni siquiera toque, solo tome el pomo y abrí la puerta. — deje su mano, llevando las mías hacia mi rostro y tallando mis ojos con fuerza intentando que la imagen de lo que vi desaparezca de mi mente.

—Jay…

—Ella estaba en el suelo al pie de las escaleras, había mucha sangre, creo que cayo… — aprete los dientes. —Su papá no estaba, ella cayo y no llegue a tiempo… — sentí las lágrimas acumularse, pero me negaba a dejarlas salir. —Una ambulancia, mientras llegaba intente hacer que despertara, pero no abría los ojos, su piel perdía color, su temperatura bajaba y la maldita sangre no dejaba de salir de entre sus piernas.

—Jay, para…

—El hospital, ellos se la llevaron y espere. — negué. —Mi voz no salió cuando su padre llego y me pidió una explicación, así que tuvo que pedirles información a las enfermeras. — pestañe. —Mamá y Papá llegaron, pero yo no estaba escuchándolos.

Escuche ladridos, pero continue.

—El doctor volvió, solo entonces ese zumbido en mi cabeza desapareció y lo primero que escuche fue que Darla sufrió una caída lo cual provoco que perdiera al bebe. — mi estomago se contrajo ante las náuseas. —Cuando despertó ella quería verme, así que fui el primero en verla y cuando pregunto por él bebe…

—Le dijiste.

—Sí…

—Para, Jay. — no lo hice, continue.

—Lloro, estaba destrozada y yo… no lo sé…. — agache la cabeza al sentir la primera lagrima resbalar por mi mejilla hasta llegar a mi barbilla. —Estaba muy confundido, y lo único que se repetía en mi cabeza era que fue mi culpa. — sorbí por la nariz. —Si hubiera esperado para decirle sobre la prueba de paternidad, si tan solo me hubiera quedado callado… —suspire. —Yo en verdad lo esperaba, nunca estuvo en mis planes, pero fuera o no mi hijo, yo lo amaba y lo esperaba. — limpie las lágrimas con mis dedos. —Pero ya no estaba, y no volvería. — mordí mi labio. —Y fue mi culpa.

Silencio, fue lo que continuo cuando mis labios se sellaron. La crema batida que estaba comenzando a aguadarse encima de los frappes, fue lo que termino por obligar a Peter a acercarse y dejarnos nuestra orden susurrando una disculpa antes de regresas a su puesto detrás de la barra.

Ni Elena ni yo tocamos los frappes o los platillos con las rebanadas de pastel. Peggy, quien estaba un poco alterada segundos atrás, está recostada en el suelo, tampoco toco su plato que tiene una rebanada de paste de zanahoria. Como si estuviera esperando a que nosotros lo hagamos para que ella se lance a la rebana que mira con mucha paciencia.

—Después de lo ocurrido, ninguno estaba bien. Yo deje el futbol americano y estuve encerrado en mi habitación un tiempo, mamá me pidió que aceptara ayuda y estuve viendo a un psicólogo. — aclare mi garganta. —Lo dejé, no me sentía cómodo hablando sobre mis sentimientos y luchas internas, pero al menos ya estaba mucho mejor y volví a mi rutina diaria. — cerré mis ojos unos segundos. —Era Darla quien no estaba nada bien. Ella…

—Ya es suficiente.

—No, Elena… — me detuve cuando se puso de pie, pensé que se había terminado, pero en realidad ella se trasladó a mi lado y sus brazos abrazando mi cuello libero a mi pecho de una presión tortuosa.

—Es suficiente por hoy. — susurró. —En otro momento me contaras lo demás. — se separó un poco y acuno mi rostro. —Siento el dolor en tu corazón. — negó. —No quiero que sigas, ¿bien?

—¿No me pedirás que me aleje? — su rostro se quedó congelado un segundo, pero la ligera sonrisa que se dibujó en sus labios, fue suficiente para que ahora fuera yo quien la abrazara con fuerza.




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