La flor más hermosa

Capítulo 29

La noche era perfecta, estupenda para ser un recuerdo del que hablar en un par de años.

Mis amigos conectaron excelentemente con los hermanos Halls, y por ende las cosas se desarrollaron en un ambiente agradable y divertido. Comimos, bebimos, cantamos y bailamos, todo eran risas y en verdad lo estábamos disfrutando, pero cuando el ambiente se encontraba en su mayor apogeo las puertas del bar se abrieron y entro la personificación de la palabra problemas

—Vaya, que coincidencia. — los chicos que los reconocieron al instante dejaron toda diversión y poniéndose en guarda los observaron. —Encontrarnos a quienes nos han derrotado en el bar que hemos elegido para ahogar penas. — sonrío, divertido. —Que pequeño es el mundo.

Los demás no tardaron en darse cuenta de que algo va mal, y de igual forma todo diversión termino cuando vieron al grupo de Bruins que ha entrado al bar. No es todo el equipo, son solo unos cuantos y justo tenían que ser los que mostraron gran competitividad en la cancha e inconformidad ante los resultados.

Elena quien está sentada a mi lado se tensó al percibir el cambio en el ambiente y con un susurro respondí su pregunta sobre lo que está sucediendo. Sin dejar de hablarle, mis ojos se dirigieron al grupo ante una fuerte sensación de agresividad en mi nuca y al ver el feo rostro del grano en el culo toda pregunta fue respondida.

—¿Dónde está Theo? — mire a mis compañeros.

—Con Eddie. — Elena sujeto con fuerza mi brazo, preocupada. —Tranquila, no pasara nada.

Es lo que espero.

El chico quien parece en esta ocasión lidera al grupo, miro primero a Kevin y después a Charlie, los dos ni siquiera se dieron cuenta de aquella mirada llena de furia ya que están muy ocupados con las chicas que cada uno sostiene de la cintura.

Ninguno dice nada y ninguno avanza, simplemente nos mantenemos al margen y aunque es muy obvio que ellos han venido a este bar sabiendo que nosotros nos encontrábamos primero, estamos de acuerdo en que no caeremos en sus provocaciones e ignorándolos seguimos en lo nuestro.

—Solo los ignoraremos.

Y así fue, los chicos les dieron la espalda dejando de tomarles atención para centrarse en su propia diversión. Risas y voces se mezclaron con la música, todo volvió a la normalidad.

—¿No harán nada? — desvié mi mirada hacia el grupo. Cabreados por no tener la atención que vinieron a buscar, se movieron hacia una mesa al otro extremo donde nos encontramos.

—No. No serán un problema. — aprete un poco más mi agarre en su cintura, empujándola hacia mí y dejando un beso en su cuello, olí profundamente su aroma. —Hueles tan bien.

—Jay… — arqueo su cuello para darme más acceso y deje un par de besos más antes de alejarme. —No hagas eso. — pase un brazo por sus hombros, sonriendo ante su timidez.

—Mañana regresas a casa, mi flor. Tengo que aprovechar cada segundo. — recodándole ese detalle, se acurruco contra mi cuerpo y abrazo mi cintura.

—No quiero irme.

—Tampoco quiero que te vayas.

La música y el escándalo seguían, pero nosotros estábamos en una intimidad donde ningún ruido nos molestaba. Solo disfrutábamos de nuestro pequeño mundo.

—¿Lista para el recital?

—Muy lista. — contesto con seguridad y emoción.

—Estoy deseando que llegue. — bese su sien.

Elena comenzó a hablarme sobre lo mucho que trabajaron esta semana para terminar los últimos detalles, y en algún punto me perdí en mis propios pensamientos. Las vacaciones han comenzado para mi universidad y la cafetería estará cerrada casi dos semanas por remodelación. Elena también entrará en vacaciones al finalizar el recital, y hasta donde tengo entendido ninguno de los dos estará ocupado.

Tal vez sea difícil, a mamá le gusta hacer muchas actividades en familia cuando todos estamos libres y mucho más si son vacaciones, pero tengo que convencerla para que me deje pasar las mías en Boston junto a Elena.   

—¿Me estas escuchando Jay? — mire a Elena y una sonrisa se extendió por mis labios al imaginar todo lo que podríamos hacer con tanto tiempo juntos.

—Si, te escucho mi flor. — apoye mi cabeza en la suya.

—Algo me dice que no es así. — reí ligero. —Lo sabía.

—Solo estaba pensando en algo.

—¿Qué es algo?

—No puedo decírtelo hasta estar seguro. — besé su mejilla y me puse de pie, tomando su mano. —Vamos a bailar un poco.

—¡¿Bailar?! — reí ante su expresión y tono de pánico.

—Recuerda que soy tu guía. — jale de ella provocando que tropezara, pero por supuesto que no dejaría que se hiciera el más mínimo daño. Mi brazo rodeo su cintura y la sostuve unos segundos. —Confía en mí. — susurre en su oreja, ella se estremeció y me dio su respuesta con un asentimiento.

Dejando de nuevos sus pies sobre el suelo, entrelace nuestros dedos y nos unimos a los chicos. Al principio Elena fue tímida, pero poco a poco y con palabras de ánimo de mis amigos se soltó hasta que termino bailando por algunos segundos al centro de todos. Con las mejillas coloradas, la respiración agitada y una gran sonrisa, tome su mano para guiarla a mi lado.




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