La flor más hermosa

Capítulo 31

Mis ojos se abren de golpe y respiro profundo ante el dolor en mi pecho. Es de noche, la habitación esta oscura y cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad permitiéndome distinguir las cosas, suspire aliviado.

Aun un poco agitado, me recosté de lado y al encontrar el precioso rostro de Elena mi corazón volvió a estar tranquilo. Ella está durmiendo y la paz que expresa su rostro me hace alegrarme de que al menos uno de los dos este teniendo buenos sueños.

Una semana ha pasado desde que comenzaron nuestras vacaciones y nuestros padres nos permitieron pasar juntos estas tres semanas. Estaba tan feliz que olvide el detalle que tengo a la hora de dormir las cuales son mis pesadillas. No le he contado de ellas a nadie, ni siquiera a mi madre y eso era porque realmente pensaba que se trataba de algún efecto por el estrés del último juego contra Bruins.

Estoy preocupado y ansioso, esta semana en la que he estado durmiendo en la casa de la familia Halls mis pesadillas se han vuelto más pesadas y con la diferencia de que cuando despierto hay pequeños fragmentos en mi memoria que dejan a mi cuerpo temblando por un par de minutos y a mi cabeza hecha un desastre.

Acerco mi mano al rostro de Elena y me doy cuenta de que sigue temblando, así que vuelvo a bajarla para no arriesgarme a despertarla y mirando el reloj calculo que solo han pasado dos horas desde que me cole a su habitación  para dormir juntos. Con cuidado salgo de la cama y bajo a la cocina para tomar un vaso de agua. Siento el cuerpo caliente y sudoroso, me gustaría tomar un baño, pero en su lugar salgo al patio a tomar aire fresco.

Como las noches anteriores sé que no volveré a dormir, así que columpiándome ligeramente intento distraer a mi mente contando las estrellas que hay en el cielo. Lo hago por un buen rato, pero al final termino pensando en la imagen que se ha quedado en mi cabeza y provoca a mi cuerpo estremecerse.

Sangre. Era sangre la última imagen que apareció en mis pesadillas antes de que despertara. Lo que sucede antes no puedo recordarlo, pero por fragmentos de otras noches sé que mi madre también forma parte de ellos. A veces me pongo a pensar que tal vez no son pesadillas, sino recuerdos que mantengo bajo llave y que por alguna razón están intentando liberarse.

Pero, ¿Por qué ahora? No lo entiendo. Además, ¿Por qué tendría recuerdos de los cuales no querría saber? No tiene sentido.

—¿Jayden? —  me sobresalte ante el llamado de mi nombre. —¿Qué haces aquí afuera? — pregunto Theo, quien bostezando se acerca hasta donde me encuentro.

—Yo… — me detengo al darme cuenta de un detalle y miro hacia el cielo comprobando que las estrellas han desaparecido. Ya ha amanecido. —Yo… no lo se.

¿Cuánto tiempo ha pasado? Solo me desconecté por unos minutos o eso fue lo que creí.

—A veces me preocupas. — mire de nuevo a Theo.

—¿Qué?

—Ay veces en las que haces cosas de las cuales pareces no estar consciente de estar haciendo. — fruncí el ceño al no comprender sus palabras.

—Eso… no entiendo.

—Ya sabes. Como las veces en las que te quedas mirando un punto fijo sin pestañear y tu cuerpo se mueve por si solo. — dibuja una mueca. —Ayer, por ejemplo, solo estabas cambiando el canal y cuando me acerqué me di cuenta de que ni siquiera mirabas la pantalla.

—¿No lo hacía? — no recuerdo eso.

—No. Lo que me asusto fue tu mirada. Parecía… perdida. Vacía.

¿Yo hago eso?

—Mejor entremos, los demás no tardan en despertar. — asentí y entramos a la casa.

Theo propuso que hagamos el desayuno, parece ser que se ha dado cuenta de me siento ansioso e intenta hacer que me distraiga. Acepté y fue una decisión de la cual no me arrepentí ya que por fin pude sentirme en paz.

—Ustedes dos, ¿Cómo fue que terminaron así? — miramos a su madre avergonzados, pero al mismo tiempo haciendo nuestro mayor esfuerzo por retener las risas.

—Bueno… — mire a Theo. —Hemos descubierto que nosotros dos juntos en una cocina no es buena idea.

—¡No me digan! — suspiro con las manos en sus caderas. —¿Al menos hay hecho correctamente el desayuno?

—Sorprendentemente sí. — contesto Theo. —Y no se preocupen. Lo probamos y seguimos sanos y vivos. — ella me miro y yo asentí. —¡Mamá!

—Confío en Jayden, no en ti.

—Gracias por el apoyo.

—Eres pésimo cocinando Theo, y lo sabes.

—No puedes negar que preparo el mejor cereal del mundo. — ella levanto una ceja.

—Solo es echar el cereal en un cuenco y verter leche, hijo.

—Y me sale de maravilla. — suspiró, un poco decepcionada.

—Sube tu primero. — Theo se encogió de hombros y salió de la cocina. —Te estas divirtiendo, ¿cierto? — sonreí, avergonzado.

—No es culpa de Theo. Estaba teniendo un momento raro y él solo quería ayudarme.

—¿Un momento raro? — pregunto curiosa, acercándose a los panqueques para olerlos y después probar un poco. —Hum, esta bueno. — me miro.




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