La flor más hermosa

Capítulo 32

Frio.

Hace mucho frio.

Todo es oscuro y lucho por abrir mis ojos. Cuando por fin lo logro, mi respiración es agitada y mi corazón late tan fuerte que golpea mi pecho.

Miro alrededor intentando reconocer donde estoy, pero a pesar de que el color es diferente reconozco de inmediato la puerta frente a mí.

Mi antiguo hogar.

Aun agitado, me giro y veo la casa de enfrente preguntándome cuando fue que salí. Lo último que recuerdo es a Elena y a mí recostándonos en la cama, y después… estoy aquí.

—¿Qué me está pasando? — susurro, llevándome las manos a mi cara. —¿Me estoy volviendo loco? — una fuerte pulsada me hace quejarme y las imágenes en mi cabeza me provocan nauseas.

Me paralizo ante un rechinido, aun cuando pasan los segundos no hay otro sonido lo cual me eriza la piel. El sudor corre por mi rostro y con miedo me giro lentamente encontrando la puerta completamente abierta. Dentro no hay ni una sola luz encendida y ya que es de noche todo el interior está completamente oscuro y silencioso.

Es aterrador y a pesar de que tengo claro que si quiero estar a salvo debería darme la vuelta y correr, mi cuerpo tomo conciencia propia y en contra de mi voluntad camine hacia la puerta abierta.

Siento mi sangre correr tan rápido por mis venas y a cada paso mi respiración se vuelve mucho más pesada. Tengo mucho miedo, pero no puedo parar y cuando estoy dentro la puerta se cierra de golpe detrás de mí haciendo que casi me cague encima.  

Dejo pasar unos segundos antes de seguir avanzando, y cuando entro a la sala encontré en la oscuridad a mi madre de espaldas. Me detengo y la observo, su cabello esta más corto y viste de una forma un poco más juvenil a sus atuendos actuales. Como cuando era un niño.

—Mamá. — la llame en voz bajita, pero ella no se movió. —Mamá. — repetí y esta vez logré ver un pequeño movimiento en su cabeza. Trague saliva. —¿Qué haces aquí mamá? — su cabeza se giró lo suficiente para poder ver su perfil. —Deberías de estar de campamento con mis hermanos y Hunter.

—Jayden. — su tono fue frio y lejano haciéndome sentir escalofríos. —Ve a tu habitación y pon el pestillo.

—¿Qué?

—Ponle pestillo a la puerta, Jayden.

—Mamá…

Ella volvió a girar su cabeza y a agacharla, está viendo algo en el suelo y al seguir el movimiento no logre ver nada. A pesar de que se trata de mi madre, me acerque intentando hacer el menor ruido posible y justo cuando llegue a su lado todo volvió a oscurecerse.

—¡Jay! — mis ojos se abrieron de golpe, me tomo unos segundos darme cuenta de que no estoy respirando y con desesperación trago todo el aire que puedo para llenar mis pulmones. —¡Jay! ¡¿Qué sucede?! ¡¿Estas bien?! —preguntó Elena con un poco de pánico.

—Si… — toso un par de veces.  —Solo, espera un minuto…. — me levanto de la cama y caminé por la habitación hasta que pude volver a respirar con normalidad. —Lo siento por el escándalo.

—Eso no importa ahora. — se puso de pie y camino con cuidado, buscándome. —¿Estás bien? — fui hacia ella y la abracé.

—Estoy bien mi flor. — ella enterró su rostro en mi pecho, respirando mi aroma. —Perdón por asustarte. — bese su cabeza. —Fue una pesadilla.

—Lo se. Estabas removiéndote y gimiendo, se escuchaba como si estuvieras sufriendo. — suspire ante sus palabas. —Te llame tantas veces, pero no despertabas. Me asuste. — la abrace con un poco más de fuerza. —Estabas llamando a tu mamá.

—¿Lo hacía? — pregunte con el ceño fruncido.

—Sí. — ella dudo en decir sus siguientes palabras, pero termino por hacerlo. —Y también a tu papá. — retuve la respiración unos segundos, procesando lo que acabo de escuchar.

—Yo, ¿llame a mi padre? — asintió. Tome su rostro y con un poco de miedo, le pregunte: —¿Qué decía, Elena?

—Hum, murmurabas muy bajito así que no puedo asegurarte que haya escuchado bien.

—¿Y qué era lo que me escuchabas decir? — tragó saliva y respiró profundo antes de responderme.

—Le pedias que parara. Que dejara de hacerle daño. — me tense y trate de mantener la calma. No quiero preocuparla más. —Jay. — me llamo después de varios segundos de habernos quedado en silencio.

—¿Sí?

  —Estás temblando.

—Lo hago.

La pesadilla de esta vez ha sido la más fuerte y la que más me ha afectado. Se sintió tan real que pensé que lo estaba viviendo en carne propia. Las imágenes están en mi cabeza, pero sé que hay un fragmento faltante. No termino donde llegué a lado de mi madre, sé que vi lo que ella miraba y fue tan fuerte como para hacerme olvidarlo.

No tiene caso que intente forzarme a recordarlo, sé que no sucederá y creo que se debe a que es la pieza faltante para resolver el rompecabezas. Ahora mi padre biológico aparece en la ecuación, y mi antiguo hogar podría llevarme a la respuesta.

¿Sera esta una clase de señal? ¿Si entro a mi antigua casa podría llegar más rápido a la respuesta? ¿Es acaso eso posible? Ahora es habitada por una nueva pareja, si entro sin permiso podría ir a la cárcel.




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