La flor más hermosa

Capítulo 35

Me mantengo observando el techo blanco por largos minutos, aliviado de haberme despertado en el hospital y no en el otro mundo.

Un escalofrió me recorre el cuerpo al recordar lo aterrador que es creer que vas a morir. No es algo que se pueda explicar, pero sin duda será una experiencia inolvidable.

—Oh, despertaste. — un hombre entra a la habitación, toma la tabla que se encuentra en la pared y mira la pantalla que monitorea los latidos de mi corazón. —Todo se ve bien. — sonreí y me mira. —¿Cómo te sientes, Jayden?

—Mareado, confundido y con mucha sed. — contesto, con la voz ronca.

Él no tarda en tenderme un vaso con agua y lo bebo como calma, sintiendo una sensación fresca en cada trago. Suspiro y le entrego el vaso vacío.

—Iré a decirle al doctor que has despertado. — me da la espalda y camina hacia la puerta, pero antes de que la cruce lo llamo.

—Disculpa, ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

—Llegaste al hospital hace dos horas. — miro hacia las ventanas, aun es de día y supongo que no ha pasado mucho tiempo.

—Gracias. — él sale y vuelvo a quedarme solo.

Me recuesto e intento relajarme. En mi cabeza no dejan de decirme las voces que lo he jodido, lo cual no están equivocados, y más que sentirme molesto, me siento frustrado. Tanto tiempo pensando en las palabras correctas para sacar el tema de mi padre con mi madre, y ahora todo indica que tendremos esa charla en la habitación de un hospital.

Suspiro.

—Vaya mierda… — me paralizo ante la puerta ser deslizada. Continúo mirando hacia abajo y respirando con pesadez. Enfrentarte a la realidad es difícil, y llego la hora de que me enfrente a la mía.

—Jayden.

Un alivio afloja los nervios que aprietan mi estómago, miro hacia la puerta y no tardo en encontrarme con la mirada de Hunter. Él llega a mi lado en tan solos tres largos pasos y se sienta en la silla a un lado de la camilla. Ninguno dice nada por largos segundos, y el silencio está comenzando a asfixiarme.

—¿Cómo estás? — pregunta.

—Bien. — trago saliva y miro un segundo su camisa. —¿Dónde está mi mamá?

—Ella está en casa de su hermano. Dentro de poco es el cumpleaños de su esposa y le pidió que le enseñara a hacer un pastel. Se llevo a los niños. — asiento.

No puedo mirarlo, sé que si lo hago no podré contener las lágrimas, así que solo me quedo en silencio mirando el techo.

—Me asusté mucho, ¿sabes? — suspiró y vi por el rabillo del ojo como se inclinó hasta que sus codos se apoyaron en sus rodillas. —¿Durante cuánto tiempo has estado reteniendo tanto que te llevo al punto de sufrir un ataque de pánico?

Un ataque de pánico. ¿Cómo no me di cuenta? Darla solía tenerlos muy seguido poco después de perder al bebe. Su doctor nos enseñó al señor Fletcher y a mí el cómo deberíamos lidiar con ellos, pero ahora comprendo mejor lo doloroso que era para ella cada respiración y lo aterradora que es esa sensación de quedarte sin aire.

Ella fue muy fuerte.   

—En realidad, tengo parte de la culpa.

—No. — me apresure en terminar cualquier clase de culpa en él, pero la mirada tan triste y lamentable con la que me observa me dejo mudo.

—Sabía desde hace tiempo que algo te pasaba, pero ingenuamente pensé que no era el indicado para que me contaras tus problemas.

—Que tonterías, siempre es contigo con quien me acerco cuando tengo un problema. — sonreí, pero lo hace con tristeza y eso me provoca un dolor en el pecho.

—No lo has hecho en meses, Jayden. — suspira, bajando la mirada a sus manos. —Y perdí la confianza en acercarme cuando dejaste de llamarme papá. — cerré los ojos y deje que la culpa corriera por mis venas, mientras intentaba recordar la última vez que llamé a Hunter papá.

No lo tengo claro, pero creo que fue poco después de que las pesadillas comenzaran.

—Lo siento, Jayden. Debí de acercarme y preguntarte… — su voz se corta y verlo luchar contra sus sentimientos es tan doloroso.

De repente aparecen en mi mente imágenes de Hunter. Él fue bueno conmigo desde el primer momento en que lo vi. Nunca me hizo a un lado incluso después de que nacieron los mellizos y a pesar de que no era su hijo de sangre, siempre me dio el mismo afecto con el que mimaba a Eris y los mellizos.

Charlie Allen solo fue un donador de esperma.

Hunter Walker es mi padre. Él único que merece ese título en mi vida.

—Lo siento, papá. — digo con lágrimas corriendo por mis mejillas. —Estaba tan asustado y confundido. No sabía que me estaba pasando y yo no quería preocuparlos.

—Jayden, hijo. — se levanta solo para sentarse a un lado mío y me atrae a él en un fuerte abrazo. —Estoy aquí, siempre lo estaré para mis hijos y tú eres uno de ellos. — sollozo. —Tu madre, los niños y tu son lo más importante en mi vida. Verte inconsciente en tu habitación casi hace que me dé un paro cardiaco. Jesús, estaba tan aterrorizado de haber llegado tarde y haberte perdido. — sus brazos tiemblan y sentir su miedo me hace llorar como un bebe. —No volvería a ser el mismo si eso sucediera, no puedo perder a uno de mis hijos. No podría soportarlo.




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