La flor más hermosa

Capítulo 37

Nada ha cambiado.    

Las paredes siguen teniendo un tono marrón claro, los mismos cuadros siguen colgados en el mismo lugar y el café que el señor Fletcher prepara sigue siendo tan bueno como el que probe la última vez. Todo sigue igual, pero al mismo tiempo se siente tan diferente y eso de alguna forma me hace sentir incomodo.

—Para mi también fue muy fuerte enterarme que eres hermano de Alex, pero cuando lo procese por completo todo cobro un poco de sentido. — lo escuchó atentamente. —Sobre todo el gran parecido que tienes con Alex, la primera vez que te vi me asusté mucho. — ríe. —No podía quitarte la mirada de encima y llegue a pellizcarme un par de veces, pensando que estaba alucinando.

—Lo recuerdo. — me aclare la garganta y bebi un sorbo de café. —¿Cómo se encuentra Darla?

—Oh, ella esta bien. Mejora día con día y tal vez dentro de poco regrese a casa.

—¿Sí? — asintió.

—Toma sus medicamentos, participa en actividades y nunca falta a terapia. En verdad lo está haciendo bien. — sonreí y juego con mis manos en un intento de controlar los nervios que me comen por dentro.

—¿Ella sabe lo de Axel y yo? — su sonrisa desaparece y baja la mirada a sus pies.

—Yo también lo he estado pensando, Jayden. Se que ella merece saberlo, pero ha progresado bastante que temo que cualquier cosa que involucre a Alex, la haga retroceder. — contraje los labios, asintiendo como señal que comprendo su preocupación. —Cuando nos informaron que Alex necesitaba un riñón y Nathalia y Darla se enteraron de que no eran compatibles, hicieron hasta lo imposible para encontrar al padre de Alex. — suspira. —Aun puedo recordar la decepción y el miedo en sus rostros cuando se enteraron que su ultima esperanza estaba muerto y entonces Alex entro a la lista de espera por un riñón.

—Señor…

—Lo mejor es que lo dejemos así. — me interrumpió. —Se que debes de sentir un tipo de responsabilidad. No conociste a tu hermano, pero eso no impide que quieras ver por la mujer que él amaba. Solo que hay un problema aquí, Jay. — lo mire. —Hay historia entre Darla y tú, y sabemos que se separaron porque ambos no le hacían bien al otro. Ahora que Darla está dejando ir a Alex, él que tu regreses a su vida podría ser…

—Desastroso. — termine por él.

—Has hecho suficiente, Jay. Lo mejor es que lo dejemos como esta. Por el bien de Darla.

Una bola de saliva se incrusto en mi garganta, gran parte de mi lo entiende y está de acuerdo con él, pero otra pequeña parte me dice que no es lo correcto.

—Tal vez cuando Darla este por completo recuperada. Cuando hablar de Alex no sea doloroso para ella. ¿En ese momento estaría bien decírselo? — con la mirada, suplique la respuesta que quería escuchar y así poder darle un poco de tranquilidad a mi conciencia.

Parece ser que mi ex suegro entendió y con una mirada más suave, asintió.

—Si. Cuando ese momento llegue, te prometo que se lo hare saber. — exhalo lentamente y habiendo terminado a lo que vine a hacer en su casa, me puse de pie.

—Fue un placer volver a verlo, señor. — me acompaño a la puerta donde compartimos un último apretón de manos. —Cuídese mucho.

—Igualmente, Jayden.

Subí a mi auto y sin quitar la mirada frente a mí, me aleje del vecindario el cual dudo que vuelva a visitar en mi vida. Las cosas no sucedieron como tenía planeado que fueran, pero al menos me quedo tranquilo. Aun así, sigo teniendo ese sentimiento de responsabilidad hacia Darla, pero creo que podre resolverlo cuando comience terapia, por lo que ahora mismo me concentrare en mis estudios y el trabajo.

Mi vida de ahora en adelante no será como lo era antes de saber la verdad sobre mi padre, pero trabajare en sobrellevarlo de la mejor manera. Si quiero que Elena forme parte de mi vida, debo de estar bien y sé que lo estaré para cuando llegue el momento de formalizar nuestra relación.

Antes de ir a casa, hago una parada en el lugar donde descansa mi hijo. Cambie las flores marchitadas por unas nuevas y rece por su descanso. Le hable un poco sobre mi vida y del como me siento con tantos cambios, cuando regrese a mi auto ya estaba oscureciendo y el peso en mi corazón era más ligero.

—Hola, mamá. — la salude con un beso en la mejilla. —¿Qué estas preparando?

—Pescado. — me lave las manos y tome un tomate para comenzar a cortar. —¿Me ayudaras?

—Si. ¿O seré un estorbo? — me sonrió ampliamente.

—Claro que no. Tu encárgate de la ensalada.

—Entendido.

Mis hermanos están jugando videojuegos con nuestro padre mientras mi madre y yo nos hacemos cargo de la cena. Una vez estuvo todo listo, nos sentamos alrededor de la mesa y cenamos en armonía. Hace tanto tiempo que no me sentía tan bien, que trasmití mi buen humor con una gran sonrisa que permaneció en mis labios hasta que nos despedimos para ir a la cama.

Los días pasaron, Eris regreso a casa y ayude a mis hermanos a prepararse para regresar a la escuela. El lunes me levanté temprano para hacerles el desayuno, bajaron junto a Hunter y me despedí de cada uno con un beso en la mejilla.




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