Después de dejarla en el hotel, me pregunté si esperaba a alguien. Así que me fui, pero eso le hice creer; una vez que entró, me quedé estacionado no muy lejos. Esperé y esperé, pero no vi a nadie sospechoso entrar. Pronto, un chico alto con una chamarra negra, unos pantalones del mismo color, ojos verdes, piel casi pálida y cabello desordenado pero castaño, entró. Supe esto porque decidí adentrarme al hotel fingiendo que esperaba a alguien y observando a quiénes preguntaban por las habitaciones. Me sorprendió lo que el chico dijo:
—Entró una chica hace rato, pidió la habitación 231. ¿Podría avisarle que estoy aquí, por favor?— La recepcionista hizo lo que pidió y de inmediato bajó por el ascensor Lais, pero qué...
Los dos se saludaron con un beso en la mejilla. Yo me escondí detrás de una revista que tenía, intentando tapar mi cara, pero en ratos los veía desprevenidos. Los dos subieron al ascensor riendo y charlando. Eso, de alguna manera, me enfureció. Pedí una habitación, pero no me dirigí a mi habitación. Toqué la puerta.
—Dexter, ¿qué haces acá? ¿No te habías ido a tu casa?— No abrió la puerta del todo, parecía querer esconder a ese chico.
—¿Quién es?— Mi voz era fría, pero por dentro estaba hirviendo.
—¿Quién es?—
—El chico de adentro, ¿quién es?— Intentaba no mostrar mi enojo, aunque creo que mi tono de voz no estaba siendo del todo "normal".
—Es un amigo, se llama Elian. Espera, ¿cómo sabes que ha venido?— Cruzó los brazos.
—Lo vi entrar, eso es todo.— Ella hizo una mueca de incredulidad. —Dije que lo vi entrar, ¿vale? Deja de hacer esas muecas; si no me crees, no es mi problema. Cree lo que quieras.— Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón y dejé caer mi peso sobre una pierna.
—Pues pienso que me has estado vigilando todo este tiempo, Dexter.— Levantó una ceja.
—Mejor me voy, también pagué una habitación, Lais.— Me incorporé y me dirigí a las escaleras. Sentí su mirada unos segundos antes de que cerrara la puerta. Seguía mi camino sin voltear.
Llegué a mi habitación, me recosté en la cama y comencé a pensar. En lo profundo de sus ojos, noté una preocupación que intentaba ocultar y una seriedad que lo tapaba. Sus pupilas se dilataban, al cruzar los brazos intentaba apoyarse para aparentar normalidad. Sus pies permanecían firmes sin moverse, lo cual no es normal en una persona. Sus cejas se movieron solo un poco... ocultaba algo, pero ¿qué ocultaba?
Luego tocaron mi puerta. Abrí y era una chica trayendo sábanas limpias y un edredón. Se lo agradecí y se fue. Ahora podía descansar un poco más.
.
.
.
.
Redes sociales:
Instagram: @rafamepriv