¿la forma en la que me amas? [terminada]

...

Al despertar, no encontré a Dexter a mi lado. Me puse los zapatos y salí de la habitación, siguiendo el aroma que provenía de la cocina. No sé por qué, pero por un instante pensé que él no sabía cocinar.

—¿Dexter? —llamé, y él se giró hacia mí con una sonrisa que me hizo sonrojar de inmediato.

—Ya despertaste, bella durmiente, ¿no? —bromeó, provocando que lo fulminara con la mirada.

—¿Bella durmiente? En mi defensa, tenía mucho sueño —repliqué, pero él me interrumpió antes de que pudiera continuar.

—No sabía que dormías tan profundamente y tranquila —dijo, lo que me hizo pensar que tal vez... ¿me había observado mientras dormía? Sentí un calor subir a mis mejillas.

—Dios, qué vergüenza, Dexter —murmuré, intentando desviar la conversación—. ¿Qué cocinas?

Él notó mi intento de cambiar de tema, pero no insistió.

—Estoy preparando un plato típico, "Mumbo Sauce". Ya casi está listo, siéntate —me indicó. El aroma era delicioso, y no podía esperar a probarlo.

—¿Cómo se hace ese plato? —pregunté, curiosa.

—Es una salsa hecha con salsa de tomate, vinagre, azúcar, salsa de soya y especias. Hoy la estoy acompañando con pollo frito, papas fritas y arroz. Espero que te guste.

—Me encanta —respondí con sinceridad.

Minutos después, Dexter me sirvió el plato. La presentación era impecable, y para mi sorpresa, había escrito mi nombre con kétchup sobre el arroz. Sonreí, conmovida por el detalle. Tomé el tenedor y el cuchillo para probar un pequeño trozo de pollo. ¡Dios, era el mejor Mumbo Sauce que había probado!

—Dexter, es el mejor plato que he comido. Cocinas de maravilla —le elogié, mientras él se sentaba a mi lado con su propio plato. Ambos comimos y conversamos, disfrutando de una mañana que se sentía especial, como si el tiempo se hubiera detenido solo para nosotros.

Pero el día tenía que seguir, y pronto llegó el momento de irme. No quería irme, no quería que esta "amistad" —si es que eso era lo que teníamos— terminara. Caminé hacia la puerta, sintiendo un nudo en el pecho. Mi conciencia me gritaba que regresara, que tocara esa puerta, lo abrazara y nunca lo soltara. Pero en lugar de hacer caso, seguí bajando las escaleras y salí del edificio. Encendí mi celular y vi varias llamadas perdidas de Adonis. No estaba de humor para enfrentar sus reproches sobre por qué no había respondido.

Caminé todo el día, sin rumbo. No quería regresar a casa, no quería estar sola otra vez, como siempre. Me senté en alguna banca de los parques y luego volví a caminar, hasta que la noche cayó y comenzó a llover. Sin darme cuenta, mis pasos me llevaron de vuelta al hotel donde vivía Dexter, el chico más increíble que había conocido, aunque a los demás les pareciera frío y distante.

En un mundo de hielo, él camina sin titubear,
Su rostro esculpido por el viento, distante,
Un muro de mármol, impenetrable al mirar,
Donde todos chocan, fríos e inconstantes.

Sus palabras son hojas de invierno,
Cortantes, escasas, apenas un murmullo,
Pero en mi presencia, el fuego interno
Despierta en sus ojos, un brillo oculto.

Con otros es roca, con ellos es piedra,
Pero conmigo se disipa el escudo,
El frío se derrite, el silencio se quiebra,
Y su alma desnuda se muestra, sin apuro.

En la calma de su voz encuentro abrigo,
En la calidez de su risa, mi refugio eterno,
Es un misterio que sólo yo consigo,
Despertar su corazón en un mundo invierno.

Miré hacia el hotel, debatiendo si entrar o no. Finalmente, decidí subir. Usé el ascensor hasta llegar al piso de Dexter, y estaba a punto de tocar la puerta cuando escuché una risa femenina desde adentro. Pegué mi oreja contra la puerta y pude oír a una chica diciendo entre risas: "Dexter, basta, jajaja, basta de hacerme cosquillas". Y él respondió: "Nunca, jajaja". Me quedé helada. Ese lado juguetón de él, nunca lo había visto conmigo.

Antes de que pudiera reaccionar, alguien me agarró del brazo.

—Señorita, no puede hacer eso. Retírese —dijo el guardia de seguridad, tirando de mi brazo.

—Amm, sí, solo que... —intenté explicar, pero no me dejó terminar y me arrastró hacia el ascensor, haciéndome daño en el proceso.

—¡Oiga, suélteme, me está lastimando! —protesté, pero él no me escuchó.

De repente, la puerta del apartamento de Dexter se abrió.

—¿Qué está pasando aquí? —su voz sonaba dura, y sus ojos verdes se oscurecieron hasta volverse casi negros.

—La señorita estaba escuchando a través de su puerta —explicó el guardia con tono rígido, mientras yo deseaba que la tierra me tragara.

—Suéltela —ordenó Dexter. El guardia nos miró a ambos, pero se negó a obedecer.

—No lo haré —respondió, lo que me hizo temer lo peor.

Cerré los ojos, esperando lo inevitable, y cuando los abrí, Dexter tenía al guardia agarrado por el cuello, estampándolo contra la pared.

—No la vuelvas a tocar, ¿me escuchaste? —le gruñó. El guardia asintió antes de salir corriendo—. ¿Estás bien? —me preguntó Dexter con una voz mucho más suave, casi susurrante.

—Amm, sí, sobre lo que dijo el guardia... Fue un accidente, yo no debería haber hecho eso —admití, sintiéndome avergonzada. Dexter subió la manga de mi chaqueta y vio las marcas en mi piel donde el guardia me había agarrado.

—Si vuelve a hacerte algo, dímelo. No permitiré que nadie te lastime —dijo, acariciando suavemente mi brazo—. Ven, entra.

Me tomó de la mano y ambos entramos a su departamento.

—Ella es mi hermanastra por parte de padre —me explicó.

La chica me sonrió y me saludó con un beso en la mejilla. Me cayó bien de inmediato, a pesar de que acabábamos de conocernos.

—¿Cómo te llamas, bonita? —me preguntó, sonriendo.

—Soy Lais, y usted... —empecé, pero ella me interrumpió.

—No me llames de usted. Me llamo Lena, un gusto. Bueno, los dejo —dijo, antes de retirarse a la habitación de Dexter.



#134 en Ciencia ficción

En el texto hay: romace

Editado: 16.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.