La universidad parecía más pesada , como si las paredes mismas estuvieran llenas de los secretos que tanto temía revelar. Cada paso que daba resonaba en mi mente, repitiéndose como un eco de los errores que cometí. Y entonces la vi, al final del pasillo, Lais, caminando con la cabeza gacha, tratando de hacerse invisible. Pero yo la noté. Siempre la notaba, como no reconocer a una chica trigueña y pelo negro.
Aceleré el paso, ignorando el nudo en mi estómago. "Lais", la llamé cuando estuve lo suficientemente cerca. Mi voz salió más ronca de lo que esperaba, cargada de la culpa que me consumía.
Ella se detuvo, su espalda rígida, pero no se dio la vuelta. Pude ver cómo sus hombros subían y bajaban ligeramente, como si estuviera tratando de contener una emoción que no quería mostrarme. Esto se estaba poniendo mucho más difícil de lo que quería admitir
—Lais, por favor, escúchame —insistí, acercándome un poco más. —Sé que todo esto parece imperdonable, y tal vez lo sea, pero déjame explicarte, aunque solo sea una vez.
Finalmente, se dio la vuelta. Su mirada me perforó, y en sus ojos, donde antes había visto comprensión y calidez, ahora solo había una mezcla de dolor y frialdad. —¿Explicarte? ¿Después de lo que encontré? ¿Después de todo lo que ocultaste? —Su voz era afilada, cargada de la incredulidad que yo mismo compartía.
—Lais, no fue así de simple... —comencé, pero ella me interrumpió.
—¿Simple? —Su risa fue amarga, casi sardónica. —Nada de esto es simple, Dexter. Me hiciste creer que te conocía, que podía confiar en ti. Y ahora... no sé ni quién eres.
—No quise... yo nunca quise que esto te lastimara. Pensé que te estaba protegiendo —balbuceé, odiando lo débil que sonaba. —No tenía opción, Lais. No sabía cómo salir de esto sin que todo se desmoronara.
—¿Protegiéndome? ¿De qué? ¿De la verdad? —Ella negó con la cabeza, dando un paso hacia atrás como si necesitara espacio para respirar. —¿Y qué pasa con protegerme de ti? ¿De las mentiras, de los secretos? ¿Eso también era parte de tu plan?
Mis manos temblaban a los lados, y apreté los puños para intentar detenerlo. —No quise mentirte. Quise... mantenerte a salvo. Sé que suena patético, pero pensé que si te mantenía alejada de todo esto, podríamos estar bien, podríamos ser felices, sabía que mi pasado no era el mejor
—¿Felicidad basada en mentiras? —Ella me miró con una mezcla de tristeza y furia. —Dexter, lo único que quería de ti era la verdad. Eso es todo lo que siempre he querido
El dolor en su voz me atravesó como una daga. —Lo sé... y lo siento tanto, Lais. Sé que nada de lo que diga lo arreglará, pero te juro que cada mentira que te dije fue por miedo, no por maldad.
Ella suspiró, y su mirada se suavizó apenas, pero solo un poco. —Eso no cambia el hecho de que ahora, cada vez que te miro, no veo al Dexter que pensé que conocía. Veo a alguien que me engañó, que me ocultó cosas importantes. No puedo vivir con eso.
—Déjame arreglarlo, por favor —rogué, mi voz quebrándose. —Déjame intentar ser mejor, para ti, para nosotros.
Lais cerró los ojos un momento, y cuando los abrió, estaban llenos de determinación. "Dexter, no puedes simplemente arreglar esto con palabras. No puedes borrar lo que pasó. Y no puedes pretender que todo estará bien cuando hay tanto daño hecho."
—Pero, Lais...—intenté acercarme, pero ella retrocedió.
—No —dijo firmemente, su voz clara. —No quiero seguir hablando de esto ahora. No quiero seguir lastimándome ni a mí misma ni a ti. Lo que teníamos... ya no existe. Necesito espacio, necesito tiempo.
El silencio que siguió fue como un abismo entre nosotros, un vacío imposible de llenar. Ella me miró una última vez, y supe que, por más que intentara luchar, este sería el final.
—Cuídate, Dexter —dijo finalmente, antes de girarse y entrar al salón. La puerta se cerró con un suave clic, pero el sonido resonó en mi mente como un trueno.
Me quedé allí, en medio del pasillo, solo, con sus palabras repitiéndose en mi cabeza. Sabía que la había perdido, y lo peor de todo es que sabía que me lo merecía. Pero eso no hacía que el dolor fuera más fácil de soportar.
No tenía cabeza para nada más, solo quería recuperar a mi chica, y lo haría, sin importar cuánto tiempo me tomara: días, meses, años, siglos o décadas.
Me dirigí a mi salón, pero durante toda la clase, mi mente no dejaba de repetir aquellas palabras, cada una de ellas, con su tono de voz. Solo deseaba que las horas pasaran rápido; quería salir de ese salón y poder hablar con Lais. La clase duró dos horas, y finalmente nos dejaron salir. El salón de Lais también terminaba a la misma hora, así que bajé al segundo piso y la encontré empacando sus cosas para salir del aula. Me quedé en la puerta, esperando a que saliera. Cuando lo hizo, me dio una mirada fría.
—Lais, por favor, cariño —dije, con la esperanza de llegar a ella.
Lais se quedó ahí parada, mirándome con esos ojos azules que tantas veces me habían hecho feliz.
—Luciérnaga —intenté suavizar el momento, pero ella bajó la mirada.
—Deja de llamarme así, soy Lais y punto —respondió con firmeza. Tomó aire antes de continuar—: No puedo hablar contigo, ni siquiera verte, sabiendo todo lo que hiciste. ¿Acaso esta relación se basa en eso, en mentiras? ¿Esta es... la forma en la que me amas? —Miró hacia otro lado, intentando no mostrarse tan vulnerable—. Adiós... Winslow.
Eso me dolió profundamente. Sabía lo mucho que odiaba ese nombre, y ella lo usó contra mí.
.
.
.
.
ig; rafamepriv