La forma en que nos conocimos

Capitulo 1

Tory 

¡Hoy es el día! 

Estoy muy contenta porque hoy hacemos un viaje en coche con Trish, mi madre, desde nuestra casa en Vancouver, Canadá, hasta la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. (Con exactitud de 1.583 km o 15h 57m), sin demoras, pero como son las 3:00 de la madrugada, podre llegar aproximadamente a las seis de la tarde cuando mí habitación de residencia esté lista. Creo que habrá un retraso o dos. Además, tenemos que ir de país en país con peajes y otros contratiempos. 

De momento, estoy preparando la mochila que llevaré conmigo y lo que tendré durante todo el viaje, porque el resto estará en el maletero del auto. Además, a Trish no le gustan las demoras, así que empacaré la ropa en las maletas ahora. Las blusas, camisas y faldas de mezclilla; los materiales que usaré en la universidad, cuadernos, libros y más; mis artículos de higiene, acondicionador, shampoo y la crema para peinar, entre otros. En mi mochila acomodo mi maquillaje completo, lápiz, base y sombra de ojos, no es mucho ya que no es lo mío maquillarme. Auriculares, cargador y adaptador del móvil para su uso en el auto mi libreta espontánea que utilizo para escribir todo lo que me viene a la mente, ya sea una frase, un poema o un capítulo de un libro o una historia, porque cuando sea grande, quiero ser una escritora, para eso ¿No es mejor empezar desde ahora? Por eso no puedo olvidarme de mi cartuchera, con bolígrafo, corrector, lápiz, borrador, sacapuntas y marcador. 

Y lo fundamental de todo mi día a día: COMIDA. Soy adicta a los alimentos, me encantan, algunos dicen que es por ansiedad, otros por aburrimiento, yo la verdad no sé, pero desde que era chica me enamora la Coca-Cola y en chocolate. Es algo que no me puede faltar, ya que si no me pongo de un humor de perros así de fácil. De esta manera ubico en la parte de los costados en la rejilla de la mochila dos botellas de Coca-Cola y en un bolsillo delantero unas veinte barras de chocolate más o menos para día y medio, si escuchaste bien ¡Día y Medio

Me dirijo al alhajero de mi mesita de luz para sacar uno aretes y unas cadenas, para así poder usar en la universidad. Colocándome un par de aros más cómodos para el viaje, siento como si alguien me estuviera respirando en la nuca. Entonces giro mi cuerpo para ver de qué se trata y me llevo una gran sorpresa con lo que veo. Trish está parada detrás mío con una sonrisa que se asemeja a la del gato de Alicia en el país de las maravillas, el grito se me atasca en la garganta, de tal manera que doy un paso para atrás chocando con la mesita, y como daño colateral casi rompo mi lámpara. 

— ¡¡Trish Megan Baker de Hamilton, no puedes ir por la vida asustando a la gente así!! 

— Perdóname Victoria Arizona Baker Hamilton, no era mi intención... —lleva un dedo a su barbilla como si estuviera pensando— ah sí era mi intención. Y no me digas por mí nombre me hace sentir vieja. Pero cambiando de tema ¿estás lista? —pregunta. 

— Sí, estoy lista. Solo dame un minuto que encuentre mí lápiz labial que no sé dónde lo deje y ya estaré. 

— ¿Este? —pronuncia mientras se dirigía al escritorio para agarrar algo. 

En su mano derecha sostiene el único labial que tengo, por lo tanto, mi favorito, de color rosa mientras me mira con esos ojos miel que heredé de ella, con unas de esas miradas que las madres lanzan diciendo «revisa bien la próxima vez». 

— Si ese. ¿Dónde estaba? Llevo media hora buscándolo. 

— Abajo del escritorio tonta, revisa bien la próxima vez. 

— Pero si lo hice —dije haciendo un mohín 

— Entonces, ¿porque vengo yo y lo encuentro en 5 minutos, pero vos llevas más de media hora buscándolo? 

— ¿Por qué lo viste desde otra perspectiva? —le digo con una sonrisa pícara. 

— Sí, ajá, como sea. Apúrate en 10 minutos salimos —anuncia, me entrega mí labial y se retira por donde llego sin esperar respuesta, mientras se acomoda su larga cabellera rubia que también herede. 

Fundamentalmente recibí la mayoría de los dones, en cuanto al aspecto físico se refiere de ella, el pelo largo de tono rubio o dorado al sol; los ojos color miel que dan paz y tranquilidad, el tipo de cuerpo en forma de reloj de arena, la estatura, básicamente todo. La mayoría de los amigos de mí madre que la conocen desde chica, dicen que soy el calco de ella a la misma edad. Hasta yo misma me di cuenta que no mentían ya que un día arreglando la casa hace unos meses encontré un álbum familiar, en el que se hallaba una foto de la graduación de ella en el pueblo en donde vivía con sus padres, al otro lado de Canadá. Vestía con la túnica y el birrete correspondiente, las pecas están en el mismo lugar, en el puente de la nariz con unas pocas entre las cejas, el pelo, los ojos, las pestañas, las uñas todo era similar a mí cuerpo. 

En cambio, la personalidad la saque de mí padre, Edrick Hamilton, él era introvertido, ya que nunca demostraba mucho, aunque si un poco cada tanto sus sentimientos. Era celoso, pero no a un nivel enfermizo, amable, siempre que podía ayudaba a los vecinos, a sus amigos o simples desconocidos, poseía un corazón hermoso, tan bondadoso. 

Pero lo que no herede de él es lo imprudente y despistada que soy, créanme lo soy. Ósea voy caminando por la vereda de algún lugar y me tropiezo con una piedra, me mato. 



#23037 en Novela romántica
#3809 en Chick lit

En el texto hay: amigos, amor, secretos familares

Editado: 09.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.