La fortuna de los Harrison

Capítulo 1 Entre la Obligación y el Deseo

Elsie se prepara para el baile especial de la temporada. Lleva un vestido

largo de terciopelo azul, típico de la época victoriana, adornado con

delicadas incrustaciones de encaje y perlas. El corsé ceñido realza su

figura, mientras que la falda amplia y fluida cae en elegantes pliegues

hasta el suelo. Las mangas, ligeramente abullonadas, terminan en puños

de encaje que complementan el escote cuadrado, dando un aire de

sofisticación y elegancia. Elsie parece una visión de gracia y nobleza,

lista para deslumbrar en la gran noche.

En ese momento, la puerta de la habitación se abre lentamente. Es una

majestuosa puerta de caoba tallada, con intrincados relieves florales que

reflejan la luz de las velas. El pomo de bronce brillante gira con

suavidad. Observo a Elsie mientras me acerco, una mezcla de orgullo y

preocupación inunda mis pensamientos. Ella no se da cuenta de mi

presencia de inmediato, ocupada en ajustar los últimos detalles de su

atuendo. Permanezco en silencio por un momento, observando y

reflexionando sobre lo que está por venir, antes de revelar mis

intenciones.

Mi voz suave rompe el silencio.

—¿Hija, estás lista?

Elsie levanta la mirada y sonríe brevemente.

—Ya me queda poco. Solo necesito peinarme, ponerme los tacones y

maquillarme; ya iremos a la fiesta —responde con un tono seguro pero

sereno.

—Bueno, no tardes, que llegamos tarde.—No, ya no tardo —dice Elsie, mirándome mientras coge el peine para

arreglar su cabellera y una corona decorativa, cosas que podemos

permitirnos por ser parte de la alta sociedad.

El peine que Elsie coge es intrincado, de oro con decoraciones y

motivos florales. Al peinar su cabellera, deja el pelo suave. Finalmente,

se coloca una corona en forma de corazones color azul en su cabello

rizado y pelirrojo, adornado con una elegante trenza en un mechón

recogido en forma de pequeño moño.

—Te veo hermosa, vámonos —digo con una voz misteriosa.

Los tacones que Elsie lleva son altos, de color azul, decorados con

gemas y un lazo encima para darle un toque elegante.

—Sí, ¿vendrás a la fiesta de esta temporada? —pregunta Elsie

emocionada mientras me mira, esperando ansiosa mi respuesta.

—No. Debo hacer cosas importantes, ya sabes, reconstruir nuestra

fortuna. Así, te casarás con un hombre; el indicado para ti ya está

elegido —dige.

—No. Me niego a casarme con alguien que no conozco —dice Elsie

llorando, mirándome y gritando mientras se frota los ojos, rojos de tanto

llorar.

—No puedes negarte. Vamos a la fiesta. Tu afortunado prometido te

espera allí.

—Repito, no estoy prometida. No quiero casarme, ¿no ves que solo

tengo 18 años? Soy joven, aún estoy estudiando. No quiero hijos, no

quiero nada que ver con un matrimonio, menos aún si es arreglado

—protesta Elsie, continuando su llanto y desgano por asistir a la fiesta.Elsie solloza sin parar; sus lágrimas caen en un flujo constante y su

respiración es entrecortada. Cada vez que intenta hablar, su voz se

quiebra en un llanto desesperado. Los lamentos son profundos y a veces

se transforman en gemidos agudos, como si su dolor se desbordara. Su

mano temblorosa golpea suavemente la mesa, un gesto de ansiedad que

acentúa su angustia. Los sollozos y suspiros se entremezclan, creando

un sonido triste y desgarrador que llena la habitación, reflejando

claramente su desesperación y rechazo a la situación que enfrenta.

—Sí lo estás, y no voy a discutir más sobre este tema. Debes casarte.

Nuestra fortuna se ha quebrado. Apenas puedo mantenerte a ti y a tus

hermanos desde que tu padre murió.

—Se supone que si yo quisiera casarme y tener hijos, tengo derecho a

elegir con quién. No me voy a casar con alguien a quien no amo

—protesta Elsie nuevamente.

—Él pedirá tu mano y no me protestarás más.

<< No quiero, no pueden hacerme esto. Necesito estar con alguien a

quien sí amo >> piensa Elsie mientras me ve salir para revisar si sus

hermanos están listos para irnos.

Me dirijo hacia las habitaciones de los hermanos de Elsie, mis pasos

resonando en el pasillo silencioso. Las puertas son de panel de madera

oscura, cada una con un simple pomo de bronce que refleja tenuemente

la luz del pasillo. Golpeo suavemente la primera puerta, esperando una

respuesta que nunca llega. Sin perder tiempo, me muevo a la siguiente

puerta, repitiendo la pregunta en voz baja. El misterio de lo que podría

estar ocurriendo detrás de esas puertas mantiene el aire cargado de

tensión.—¿Estás lista?

—Sí, ya. Por mí, podemos irnos —dice Emmeline con un tono de voz

rebelde.

Emmeline Harrison se prepara para el baile especial de la temporada.

La habitación en la que se encuentra refleja un ambiente de

sofisticación sencilla, acorde con su estilo. Ella lleva un vestido de

terciopelo verde esmeralda, cuya tela cae en suaves pliegues que se

ajustan a su figura sin ser demasiado ceñidos. El escote del vestido está

decorado con bordados discretos, y la falda, amplia pero no exagerada,

le permite moverse con comodidad y gracia.

Su cabello castaño claro, largo y ondulado, está recogido en un moño

bajo elegante, con algunos mechones sueltos que enmarcan su rostro. El

peinado está adornado con una diadema fina de plata, que se integra

sutilmente en su estilo práctico y elegante.

Emmeline ajusta los guantes largos de seda blanca que llegan hasta los

codos, mientras revisa su atuendo en el espejo. Un collar de perlas

reposa delicadamente alrededor de su cuello, y unos pendientes

discretos de perlas complementan su conjunto con un toque de




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