Daphne por fin se gradúa de la secundaria y le tocará dar un examen de admisión a la universidad. Aplicó para la UAEK. Le tocaría dar el examen en dos semanas, así que tenía tiempo para prepararse. Leonard le enseñaba todo lo relacionado a Matemáticas porque es una de las materias principales de su carrera. Le encontraba difícil, pero con el pasar de los días, entendía los ejercicios y la manera de resolverlos. Dependiendo del puntaje que obtenga en las cuatro asignaturas (Ciencias Naturales, Estudios Sociales, Matemáticas y Lengua y Literatura), podría escoger las carreras que se apeguen a su gusto.
La primera semana, Leonard le enseñaba con todos los ánimos y las ganas de querer verla dentro de las aulas. Al día anterior del examen, Leonard parecía estar decaído y muy desmotivado.
-¿Qué tienes?-le preguntó Daphne.
-Nada.
-Tú no sabes estar así. ¿Tuviste algún problema en la universidad?
-¡No! Y ya no me preguntes.
-Bien. ¿Me ayudarás con matemáticas?
-Lo siento, Daphne, hoy no será posible.
-Pero mañana es el examen, Leonard.
-Ya has aprendido lo suficiente. Ahora todo depende de ti.
Daphne sale de su habitación, sin saber qué hacer al respecto. Si no obtenía por lo menos la base en Matemáticas, no podría aplicar para Administración de Empresas o Contabilidad y Auditoría. Su padre pasaba muy ocupado en su oficina, así que no serviría de nada pedirle ayuda. Tuvo que repasar por su cuenta en su alcoba. Lo hizo hasta caer las doce de la noche. Daphne durmió a esa hora porque el examen será tomado a las ocho de la mañana y si llegaba tarde, puede que no le permitan rendirlo.
A las siete y cuarenta y cinco de la mañana, Daphne se encontraba en un aula grande para rendir el examen de admisión. Para su fortuna, trajo todo lo necesario. Un señor dio unas indicaciones a todas las personas que estaban dentro del aula. Al entregar las hojas, Daphne estaba muy asustada y nerviosa. Con poca certeza podía recordar lo repasado. Aún así, probó su suerte. Fue la hora más larga de su vida, en donde sintió el sufrimiento de no estudiar adecuadamente un examen. Rendida, terminó el examen y lo entregó. Tomó su bolso y salió del aula sin regresar a ver atrás. Los resultados saldrán en tres días, y eso le ponía ansiosa. Esperar tres días para allá no será fácil.
Se encerró en su cuarto, tratando de olvidar lo que pasó. Su padre toca la puerta.
-Daphne, ¿puedo pasar?
-Sí, papá. Entra.
-¿Cómo te fue en el examen?
-Bien. En tres días sabré el resultado.
-Me alegro mucho por ti, hija.
-Gracias, papá. Ahora me gustaría estar sola.
-De acuerdo. No te olvides de bajar a almorzar.
-Bajaré enseguida.
Su padre sale de la habitación. Daphne toma su diario y escribe lo que le pasó hoy en el examen. Termina con las siguientes palabras: "Hay momentos cuando lo que no se habla duele mucho más, porque no hay un sonido o ruido que permita liberarlo. Es una molestia inexplicable, aunque tan similar a una punzada constante". Daphne baja a almorzar y se encuentra con una gran sorpresa.
Su padre hizo una presentación no tan formal.
-Hija, éste es Jason Schwartzman, el hijo del alcalde.
-Hola.
-Hola. Sé que podrá ser un poco extraño creer que soy hijo del alcalde, pero no quiero decir que es una mala vida.
-Yo entiendo.
Un señor enternado y con gafas oscuras entró y saludó a Joshua.
-Ella es mi hija Daphne. Leonard no pudo estar presente por un trabajo de la universidad.
-Es igual a su madre.
-Lo sé.
-Soy Isaac Schwartzman, el alcalde de Taruya.
-Un gusto conocerlo, señor alcalde.
-El gusto es mío, Daphne. Y veo que hablabas con mi hijo Jason. De seguro tiene mucho que contarte sobre su amor por el arte.
-No quisiera aburrirle con eso.
-Ve, Jason. El señor Snow y yo tenemos que hablar en privado.
-De acuerdo.
-Ven conmigo.
Se dirigieron al patio trasero para conversar con más tranquilidad.