La fuerza de un enamorado 2: Las vacaciones contigo

El comienzo no siempre es fácil, sobre todo si estás tú

Lui, al día siguiente, se levantó muy temprano para poder llegar a tiempo a su nuevo trabajo, aunque fuese temporal. Se cambió y desayuno, con una gran sonrisa se despidió de su mamá y se fue caminando hasta donde se encontraba la tienda. A pesar que su mamá le dijo que lo acompañaría hasta donde era, Lui rechazo su ayuda ya que él debía de aprender a salir sólo. De todas maneras, a partir del próximo año él debería de irse y venirse sólo desde el instituto donde comenzaría a estudiar. Y, al ser que este se encontraba en la ciudad, el camino era mucho más largo y debería de tomar el autobús para llegar.

Corriendo sin dejar de pensar en – ¿cómo será el lugar?, ¿podré ser de ayuda? Espero no decepcionar a la dueña del lugar – y sobre todo – me gustaría que Elva me pudiera ver ¿qué pensaría de mí si nos llegáramos a encontrar?, de seguro sabrá lo bueno que soy. Eso es, si sabe que soy alguien capaz de hacer esto, de seguro me dejara hablar con ella –.

Al llegar a la tienda, Lui se detuvo por un momento y dijo – conque aquí es, no se ve nada mal –. La tienda era grande. Pues, al ser que era como un mini supermercado, se podía ver que contaba con fruta, dulces, golosinas, entre otras cosas. Lui entro, dejando sonar la campana de la puerta. Al ver en hacia el mostrador, se encontraba una señora de unos cincuenta y cinco años. Ella era la dueña de aquella tienda.

Lui se acercó y, viendo a la señora que comenzaba a teñir de blanco su cabello, dijo – buenos días señora. Este, mi nombre es Lui. Y a partir de hoy estaré ayudándole en lo que pueda – la señora, con una sonrisa, respondió – conque eres Lui. Si es cierto lo que dices, debes de ser el hijo de Nohemí – Lui - ¡Así es! – Se acercó al mostrador y puso sus dos manos sobre el mismo – perdone señora, pero ¿usted conoce a mi mamá? – La señora – así es. La conocí desde que ella era sólo una niña. Sabes, yo fui una de las personas que estuvieron con tus padres cuando naciste. Y, mírate ahora, ya has crecido bastante. Bueno, no creí que llegaría este día en el que ya muy pronto dejaras de ser un niño. Y, cuando tu mamá me dijo que vendrías, no podía creer que ya habían pasado los años. Pero, como no has venido sólo a escuchar historias sino que aprender cómo se atiende. Te voy a enseñar lo que debes de saber para poder estar aquí –.

La señora, que comenzó a enseñarle donde se encontraba cada cosa que pudieran pedir como los precios de lo que ella vendía, le dio una escoba a Lui para que barriera mientras no había nadie comprando. Esto era con la finalidad de que conociera que la limpieza era muy importante para un negocio y que influía mucho en lo que piensan las personas sobre el mismo.

La hora comenzaba a irse. Lui que estaba barriendo, miraba como la señora amablemente atendía a cada una de las personas que entraban y, cuando ellos pedían algo, ella se levantaba de su lugar dirigiéndose al lugar donde se encontraba para entregarles su pedido. De esta manera seguía pasando el tiempo. Lui, comprendiendo que le era difícil para ella tender a todos si se tenía que mover por todo el lugar sola, el comenzó a llevar lo que podía hacia el mostrador lo que pedían. La señora, que estaba feliz al ver su iniciativa, durante la hora de almuerzo, le preparo un poco fresco de chilacayote y una su tortilla de trigo.

Al finalizar el día, Lui se fue al ser las cuatro de la tarde para que llegara a buena hora a su casa. El primer día no había sido tan difícil, era lo que se decía con orgullo para sí mismo. Aunque sólo era el comienzo de todo y que esto no sería igual en todos los días, no era que le preocupara en este momento. Pero, el simple hecho de que su confianza creciera por un solo día, sería derrumbado durante el próximo día.

Al siguiente día, todo parecía ir bien en el camino a la tienda. Pero, por alguna extraña razón, Lui comenzó a sentir que debía de ser más cuidadoso. Siguió caminado hasta estar frente a la puerta y, al estar por abrirla, se detuvo con tan sólo escuchar una voz que decía – no hay de qué preocuparse –. Lui, algo desconcertado, pensó – alto, no puede ser. Pero... pero si fuera. No, no, no, debe de ser sólo mi imaginación –. Abrió la puerta y entró.

Al ver a la señora, la saludo con – buenos días – y, con una sonrisa en el rostro, se acercó al mostrador. Al ver que no había nadie más que la señora, pensó que sólo había sido cosa de su imaginación lo que escucho. Lui estaba por ir a traer la escoba para comenzar a barrer mientras llegaban algunos clientes a quienes atender. En eso la señora le pidió que esperara un momento, ya que lo traerían en un momento. Lui con un – claro – se sentó en un banquito que tenía en una esquina del mostrador la señora.

En la espera de que trajeran las escobas, a lo lejos se llegó a escuchar una voz que decía - ¡aquí está! – con gran emoción. Lui, volteando para ver de quién se trataba, logro notar que, detrás del mostrador, se miraba que alguien venía desde la puerta con algunas cosas. Lui se levantó para dirigirse a tomar y ayudarle con las cosas que traía, que al parecer eran varias. Dando un paso adelante, cuando se dejó ver una sonrisa que le hizo perderse por completo y quedar paralizado. Lui, que apenas podía siquiera pensar en algo, bajo la mirada al escuchar que la señora decir – no te excedas. No quiero que te lastimes – la niña movió la cabeza para decir "si" y luego la señora continuo diciendo – está bien, ve y dale una escoba al niño de allá. Elva – Elva - ¡sí! – con una gran sonrisa en el rostro, el cual desapareció al ver a Lui parado ahí.

Lui, que apenas había logrado levantar nuevamente la mirada, trato de disimular el impacto que tuvo al verla. Camino en dirección a ella, aunque sentía que sus pasos eran como los de un robot. Elva se acercó a él sonriendo, aunque apenas lo había logro hacer a tiempo su cambio para que no lo notasen. Elva le entrego la escoba y dijo – buenos días. Ten, este es el tuyo – y dejo salir una ligera risa. Las pupilas de Lui se dilataron por un momento, en respuesta de escuchar aquella sonrisa. Pero, regresando en sí, Lui tomo la escoba y comenzó a barrer mientras Elva trapeaba detrás de él.



#23560 en Novela romántica

En el texto hay: romance

Editado: 14.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.