La fuerza de un enamorado 4

Mi domingo contigo

Lui, llegando el domingo, pensó – El tan deseado día al fin ha llegado. Desde cada uno mis preparativos que he realizado para este día, al fin han de poder rendir sus frutos. Sólo… espero… Ah… sólo – un poco tembloroso – espero que nada salga mal – y, tomando su mochila, se despidió de su mamá para luego dirigirse al punto de encuentro con Elva.

 

Lui, que denotaba en sus ojos una brillantez por la emoción de estar junto a Elva durante una cita, o es como él lo miraba, no podía pensar en nada más y empezó a ir un poco más rápido para llegar a la parada del bus donde se reunían cada vez que iban a la biblioteca.

 

Mientras mantenía sus ánimos en alto, el sentirse un poco inseguro y nervioso, le hacía que su corazón latiera rápidamente mientras él no podía dejar de pensar en – espero que no le moleste como voy vestido. Aunque creo que este es el mejor que tenía para esta ocasión, así que considero que me veo bien… sin embargo, que tal si no le gusta lo que llevo puesto o si esto es demasiado malo para poder salir con ella – Lui llevaba puesto lo que era una playera blanca y un pantalón de lona azul. En el caso de sus zapatos, eran unos zapatos bajos color negros y de punta redonda, estos que eran los que usualmente llevaba también durante las clases, eran los que él consideraba que serían los mejores para esta ocasión.  Lui, a pesar de que iba con ropa informal, sentía que tal vez era mejor haber ido un poco más formal, pero no sabía cuál debería de ser la forma correcta de vestirse para poder encontrarse con Elva durante esta salida. Por otro lado, el querer que todo saliera según lo planeado, era uno de los mayores retos que tenía por delante, sobre todo al ser que Elva no lo veía más que un rival y que en cualquier momento podía convertir todo en un reto y no terminaría llegando a nada si no trataba de encontrar alguna manera de hacer que ella lo viera por lo menos como un amigo.

 

Al llegar a la parada, Lui se sentó en la acera mientras esperaba que Elva llegara. Lui, que esperaba ansiosamente la llegada de Elva, de pronto noto que había alguien que venía en dirección hacia él. La persona que se dirigía hacia la dirección de Lui, vestía un vestido celeste con blanco que le llegaba por encima de los tobillos. Tenía puesto un sombrero que y parecía tener puesto también zapatos escolares.

 

Esta persona, que al principio no logró notar quien era debido al sombrero que le cubría un poco el rostro desde lejos, conforme se acercó, fue que Lui la reconoció. La persona que se dirigía hacía Lui era Elva. Ella, en comparación de otras ocasiones, ese día se veía más hermosa de lo habitual. Lui no tenía palabras para describirla ni mucho menos podía siquiera articular una sola palabra.

 

Para Lui, quien ya estaba demasiado nervioso como para poder articular alguna palabra en el momento en que llegara a ver a Elva, ahora le parecía algo casi imposible al verla más hermosa de lo habitual. Es por ello que, tratando de poder calmarse, respiró profundamente para luego decirse a sí mismo – bien, no debo de estropear esta oportunidad – y, aunque todavía un poco rígido, se paró para poder saludar a Elva.

 

Elva, al verlo, sonrió para luego decir tímidamente – este… ho hola Lui, estás preparado para que… bueno, para que nos divirtamos juntos hoy – Lui – e… e este… sí. Espero que podamos pasárnosla muy bien – Elva bajo un poco su sombrero para poder ocultar un poco su rostro al ser que se sentía un poco avergonzada en ese momento y no podía mantener la calma.

 

Lui, que había quedado atrapado en su bella forma de actuar, quedo por un momento en blanco sin poder decir ni pensar en nada más que le contemplar a Elva con su timidez que presentaba en ese instante. Pero, regresando en sí, Lui dijo – Bueno, e… este creo que ya sólo queda esperar a que pase el bus para poder irnos – Elva – T ti… tienes razón, vamos a esperar a que llegue el bus y nos iremos – y con estas palabras, un incómodo silencio se apodero de todo el lugar.

 

El tiempo que parecía no llegar avanzar y ser eterno, no se debía a nada más que provocado al nerviosismo que los dos presentaban en ese momento, lo cual no había reinado en otras ocasiones pero en esta situación era más probable que los dos estaban siendo un poco más consciente de lo que sentían sobre el otro. Mas sin embargo, Elva seguía pensando – no puede ser… es… esta situación nunca había pasado antes, no lo sé pero siempre podíamos hablar más de algo o hacer algo sin ni un problema pero… pero… – sentía la necesidad de salir corriendo de ese lugar y no mirar a Lui a la cara – ¡¿Cómo puede ser posible que no logre hacer nada en una situación como esta?! ¡¡¡ ¿QUÉ DEBERÍA DE HACER?!!! Por favor, ¡¡Que alguien me ayude a salir de esta situación!! –.

 

Después de unos veinte minutos fue que llego el bus y al fin pudieron irse hacía el zoológico. Pero, mientras estaban sentados en el mismo sillón, Lui miraba hacia un lado mientras Elva trataba de relajarse mirando hacia la ventana. Este viaje parecía como que si nunca llegará a terminarse y que al final se volvería en un día muy pero muy largo para los dos.

 

Al llegar al zoológico, los dos entraron y empezaron a ver a los animales, de un momento a otro, conforme iban viendo como cada uno de estos se movían en de un lado a otro o se escondían entre otras cosas que les parecía un poco curioso o gracioso, los dos lograron salir de este ambiente un poco incómodo y poder empezar hablar nuevamente como había sido.  



#20221 en Novela romántica

En el texto hay: momentos

Editado: 29.12.2021

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