Ya estando justamente en la tercera semana de octubre, justamente finalizando los exámenes finales de la cuarta unidad, Lui se preparaba para poder dirigirse hacia su encuentro con Elva. Esto podría ser un poco precipitado, al ser que no se conoce las notas finales con el cual habrían terminado el año, pero en este punto él sabía muy bien que la posibilidad de que todo esto termine en algo bueno, era muy mínima al dejarlo con el pasar del tiempo.
Mientras sus manos temblaban, su corazón valiente ante una posible finalización de todo lo que él estuvo tratando de construir desde que la vio por primera vez al estar solamente en cuarto primaria, ahora sólo podría ser una historia más que acabaría o cambiaría ese día.
En esta ocasión, tras haber hablado con Laila para que le ayudara en poder evitar que alguien los interrumpiera durante esta ocasión, aunque tampoco era una responsabilidad de parte de ella, pero no pudo faltar su ayuda que se había vuelto algo tan fuerte. El frío de la época, la cual invitaba a que todos empezaran a comprar barriletes y prepararse para el día de todos los santos festejado el uno de noviembre, hacía que un simple soplo fuera suficiente como para querer correr con todas las fuerzas y de esta manera lograr sonreír ante la victoria de lograr verlo volar después de un gran trabajo para conseguirlo.
Lui, quien sentía que el tiempo empezaba a transcurrir sin parar, sólo pensaba – no importa lo que hiciera, no importa que tanto tratara de hacer que ella se fijara en mí, no podía dejar de sentir algo cada vez que la miraba. No puedo apartar la mirada cada vez que de pronto salía de la nada. Pero… si tan sólo una oportunidad lograr tener, sí tan sólo no fuera tan cobarde, quizás… quizás… ¡Quizás no hubiera quedado de esta forma! Posiblemente no tendría que tratar de guardar mis sentimientos, no tendría que pensar dos veces antes de poder invitarte a que pudiéramos ir algún lugar. Pero me da miedo el pensar que puedas cambiar de la nada, y… de pronto desaparezcas para siempre. No quiero perderte, pero tampoco tengo la capacidad de decirte algo… no puedo reclamarte nada, ya que nunca te lo había dicho antes, al igual que fui yo el que causo todo este malentendido. Así que no dejaré que nada, nada, nada, nada, nada, naaaaaaada me haga arrepentirme de haber tomado esta decisión. Si quieres rechazarme, hazlo, pero quiero que me escuches por completo – y con esto de pronto los pasos de Lui empezaban a ir cada vez más rápido y no dejaba que toda esta ansiedad lo detuviera en lo más mínimo.
Lui, que sentía un gran impulso en su corazón, por alguna razón en sus ojos se podía reflejar como la duda que una vez estuvo presente en los momentos más importantes cambiaba a una que mostraba una gran pasión, para luego mostrar una sinceridad brotando de ella, un romance que sólo podía ser considerado que era de un lado, al ser que la otra parte posiblemente no tenía ni la más mínima idea de que esto fuera posible.
Una pocas lagrimas que casi salen de sus ojos, pero a la vez un calor en su interior que crecía a cada segundo, era una mezcla extraña que él nunca antes había experimentado. Era como si todo esto fuera una eternidad. En este punto, lo que Lui sentía era algo casi indescriptible, una gran cantidad de emociones que se mezclaban en su pequeño corazón, su inocencia ante este tema que era como un gran misterio que se mantuvo delante de sus ojos pero a la vez no le permitía conocerlo por completo, sólo podía ser considerado como un prodigio que habita en el profundo del ser de todas las personas, al igual que aquel camino que ahora parecía ser mucho más largo que antes, era signo que él no quería para nada terminar su relación con Elva y ver que sus lazos con ella fueran cortado para siempre, pero esto no podía ser nada más que una ilusión, ya que si la otra parte nunca sabe de lo que siente el otro, nada sucederá y todo terminará perdido al final.
Mientras corría hacia el punto de encuentro con Elva, recordaba aquellas palabras que Laila le mencionó los cuales fueron “Sabes, eres un querido amigo mío, es por eso que te lo digo… No sigas atrasando más el decirle lo que sientes, ya que sí lo haces, al final terminarás perdiendo para siempre su amor. Y, aunque ella al final no sienta nada por ti… por lo menos pudiste decírtelo y no estarás pensando en el pasado y querer conocer que hubiera sucedido si tan sólo se lo hubieras dicho. Si quieres lamentarte de algo, hazlo una vez que lo hayas hecho. Si ella, por alguna casualidad termina rechazándote, sé sincero con ella y muéstrale lo agradecido que estas de haberla conocido, aunque esto pueda sonar un poco tonto, puede ser que de esta forma logres desahogarte. No te preocupes, puedes venir hacia mí y te invitaré algo. Pero, si en caso termina aceptándote… [Con una sonrisa en su rostro] haremos un gran festejo”. Este será al fin el momento en que Lui tendría que decírselo a Elva lo que siente y, en esta ocasión, él no dará un paso atrás, ya que tenía planeado esperarla hasta que se hiciera de noche. Incluso si hacía frío, él la esperaría para poder saber que es lo que sucedería entre los dos a partir de ahora.
Mientras esto sucedía por parte de Lui, Elva se encontraba saliendo también del instituto y dirigiéndose hacia el punto de encuentro en el cual tendrían que lidiar con el ultimo reto que haría con Lui. Mientras caminaba de una forma serena y con suma delicadeza, justamente se podía ver en ella a una adolescente que no todavía no perdía para nada su inocencia como niña, pero a la vez estaba a punto de dar la bienvenida a la señorita que una vez se volverá.