La fuerza de un enamorado

Comenzando a conocer un poco de ti

Siendo ya la tercera unidad, ya que el tiempo se había ido rápidamente que no sintió como pasó la segunda unidad. Lui, habiéndose acostumbrado a poder decir, aunque fueran dos palabras, algo a Elva. Durante las clases, siempre miraba un poco a Elva pero, aunque le hacía siempre ponerse nervioso, no le era agradable mantenerse así.

Siendo la hora de recreo, mientras regresaba de haber ido a comprar unas golosinas de la tienda, escuchó que venían dos compañeras hablando. Pero, al escuchar de que se trataba de Elva, trató de escuchar lo que decían. Ya que ellas se quedaron a medias gradas, él se puso por abajo de las gradas, siendo que era el primer piso donde se encontraban y había un hueco donde sólo había unas bancas de madera.

Se sentó en las bancas y trató de meterse lo más profundo, pero que le permitiera escucha la conversación, para que no se dieran cuenta de su presencia. Aunque, debido al ruido, no pudo escucha bien todo lo que decían pero logró escuchar lo magnífica que es ella. Pero, debido a ello, ellas mantenían su distancia ya que sentían que era difícil poder platicar con ella. No entendían cómo era que lograban entender le las compañeras que se juntaban con ella, aunque más se imaginaban que se juntaban con ella sólo para sacar provecho.

Mientras escuchaba sus risas, su mirada cambió y comenzó a tornarse oscura, al escuchar "una persona como ella se quedará sola cuando ya no pueda seguir siendo útil". Con gran furia, quería poder reprende les por decir aquellas palabras. Por su cabeza pasaba - les ¿Cómo que "una persona como ella"?. Tienen que entender que para llegar a ser alguien, como lo es Elva, no es nada fácil poder ser así. Yo lo he intentado y me a costado. De verdad - apretó sus puños - quisiera decirles eso pero, aunque lo haga, no creo que me hagan caso. Espero poder lograr mostrarles lo maravillosa que es -. Las compañeras se fueron.

Lui estaba a punto de salir de ahí, cuando escucho la voz de Elva. Quedando inmóvil, escuchó como ella bajaba las gradas con sus amigas mientras reían. La mente se le quedó en blanco y, a pesar del ruido, él podía escuchar claramente su voz. Aunque fuera que hablaba siempre algo bajo, en aquel momento lograba escuchar un poco más sus voz. En ese momento, Lui, deseaba poder hablar con ella. Quería decirle algo pero, dándose cuenta de que podía pensar mal de él al estar aquel lugar solo, no lo hizo. Pero, mientras su imaginación comenzaba a mostrarle una pequeña escena en la que se encontraba a su par, ella se iba alejando. Lui, al ya no escuchar más su risa ni su voz, decidió salir de aquel lugar y dirigirse a la clase, antes de que alguien llegara y no le permitiera salir de ahí. Apenas iba saliendo cuando se dio cuenta de que, aunque se había metido para poder escuchar la conversación se ellas, no tomó en cuenta el que lo hayan visto alguien más. Estaba tan comentado que era posible que pudo haberse visto muy sospechoso o como todo un tonto, ante los que estaban pasando.

Mirando hacia más arriba, pudo ver que nada más  ahí en las gradas se encontraban hablando pero, como no eran ninguno de sus compañeros de clase, no se preocupó más. Aunque siempre pasó por su mente el que ellos podrían decirle algo a alguno de sus compañeros, ya que había escuchado que algunos se llevaban bien con otras clases. Bueno, al fin y al cabo, podría dar alguna excusa para quitar cualquier sospecha. Ya que, tanto como no quería que lo descubrieran, no quería causarle ningún problema a ella y hacer que desaparezca todas sus oportunidades de lograr acercarse.

Ya estando en la clase, comenzó a prestar un poco más de atención a como era que todos se tratan. Pudo notar que la mayoría la ignoraba. A pesar de eso no la podían hacer de lado por completo, ya que siempre habían momentos en que necesitaban de ella. Esto no le parecía justo. El ignorar por completo a alguien y sólo tener en cuenta que existe cuando necesitan de ella.

Poniéndose a pensar, trató de encontrar una manera para que los demás pudieran ver la verdadera forma de ella. Pues, al no querer que los demás la vieran de esa forma, tenía que ser valiente. Pero, lo único que lo podía detener era estos pensamientos "seré capaz de lograr encontrar una manera", "¿Cómo puede alguien como yo ayudar a alguien tan increíble como ella", "¿estará bien que me meta?", "¿no seré una gran molestia?".

La inseguridad de hacer algo o no y en lo que podría terminar no lo dejaba pensar con claridad. Al entrar nuevamente el maestro, quien había salido por una reunión que tuvieron en la dirección, todos volvieron a tomar inmediatamente sus asientos. Lui, quien estaba bien concentrado, regresó en sí al escuchar la voz del profesor que les pedía sacar el cuaderno de matemáticas. Al comenzar el profesor a dar la lección, al terminar la de explica, dejó un ejercicio para ver que tan bien habían entendido.

Lui comenzó a ver el problema que, al estar muy pensativo, no había prestado mucha atención. Miraba su cuaderno y, viendo los ejemplos, no lograba poder resolverlo. De uno en uno se fueron juntando los compañeros con el maestro para que se los revisara. Pero, de la misma forma, iban regresando a sus asientos para volverlo a intentar. Lui, quien miraba que regresaban sin ningún resultado, comenzaba a sentirse más aliviado si no lograba terminar. Pero, después de un rato, escuchó al maestro decir "aquí está la primera en terminar el ejercicio", Lui levantó la cabeza para ver de quien se trataba. Al ver que era Elva, quien bajaba la cabeza al sentir un poco de vergüenza de que todos la estuvieran viendo, no podía quedarse con las satisfecho con no poder entender el ejercicio.

Lui, agarrando el lápiz, comenzó a tratar de volver a revisar lo que les habían dictado y  el ejemplo. Mientras lo hacía, pensaba - ¿Cómo puedo decir que quiero que me mire? Si no puedo realizar esto. Estoy seguro que no podré ni siquiera encontrar una forma de hacer que los estados demás la se den cuenta de ella si no puedo ni resolver esto. Este problema no es nada. Si ella lo puede hacer, yo también -. Aún con la determinación que tenía, ni vasto para lograr terminar el ejercicio. Estuvo yendo con el maestro varias veces pero, aunque se estaba esforzando, no logró resolverlo debido a que no presto atención. El maestro, después de un rato y con pocos que habían logrado resolverlo, volvió a repetir todo.




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