La fuerza del Nilo I: Sacerdotisa de Amón

Uno: Luces del amanecer

Desde que me ofrecí a ser sacerdotisa del dios Amón comprendí que mi espíritu no solo controlaba la fuerza cósmica sino que había encerrado dentro de mí, el alma de una guerrera. Y aunque fui destinada al sacerdocio no solo por mi deseo sino por el faraón Semerjet I, no me destaque mucho en lo espiritual y mis servicios sacerdotales a los dioses era desastroso. Pero aun así, no quise dejar el sacerdocio por mi padre que era el sumo sacerdote  de Amón y mi madre que era la dama principal de la reina. 
Nunca quise ser un obstáculo para ellos y me entrene mucho para que mis poderes entren en algún clan de magia de las nueve lunas de Egipto. Eran clanes pertenecientes desde la primera dinastía de Egipto que habían visto a la magia como acto divino por ende eran ante todos los hijos de Amón que descendieron a la tierra para crear Egipto en una importante civilización. Hasta ahora el clan pertenece solo para la guerra dirigiendo grandes tropas a diferentes tierras, ampliando en el mapa, más y más los límites de Egipto.
Por mi parte, he de definir la última guerra interna que ocurrió hace quince años cuando tan solo era una bebe. Todavía mi padre me relata sobre lo ocurrido, fue la fecha en que el faraón Simut III se casaba con la princesa del clan de la diosa Hathor, diosa del amor y la felicidad. La boda no era más que un acuerdo político para mantener la diplomacia con dicho clan dándole el cargo de sumo sacerdote y consejero real al líder del clan. Pero la decisión no fue de agrado para los demás clanes porque sabían que el clan de Hathor tendría más poder. Amenazados por el poder decidieron impedir la boda invadiendo el palacio creando la última guerra por el poder. 
La guerra se desato por un año entero; familias eran asesinadas, viviendas eran incendiadas y las riquezas eran robadas. Nadie temía la reacción de los divinos dioses, codiciados por el poder, sangre inocente manchaba y apestaba en todo Egipto. No basto que Ra enojado por la guerra, descendiera a la tierra para que la luz se volviera oscuridad, y así Heket hizo lo mismo, descendió y las tierras fértiles dejaron de dar el alimento necesario, el Nilo se hizo grande provocando inundaciones por parte del dios Apis. Cada dios hizo lo que podía para acabar con la guerra. Cuando la guerra culmino Egipto estaba totalmente en la ruina, los nueve clanes se habían reducido a cinco. El faraón había muerto dando el trono al entonces príncipe Semerjet I, él le dio una gran ofrenda a los dioses para que la paz y la prosperidad reine en todo Egipto. 
Todo fue olvidado, en los registros escrito por los escribas se omitieron parte de los acontecimientos, solo pocos tienen registros de lo ocurrido. Mi padre es uno de ellos, poseedor de documentos confidénciales del reino tales como secretos oscuros del mismo o la ubicación de reliquias sagradas. Como sumo sacerdote, uno de sus deberes es rendir culto a los dioses dando ofrendas y agradeciendo la prosperidad del reino. Por otra parte, su tarea fundamental es enseñar a la futura generación de sacerdotes inculcándoles en la medicina, magia, filosofía, entre otras para que ejerzan las tareas asignadas. 
Yo comprendí eso por parte de él, que me inculco los principios de sacerdotisa y sé que hoy es la ceremonia en que oficialmente seré sacerdotisa de Amón.  Yo soy Alana Asenath, sacerdotisa de Amón, sé que a partir de ahora entregare mi vida a él y le brindare culto para que la paz fluya en el aire. Y sin importar nada seré fiel a Amón dejando mis sentimientos enterrados en una caja oculta en el fondo del rio Nilo. Pero quizás es muy pronto para afirmarlo.



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En el texto hay: amor, prncipe, sacerdotisa

Editado: 22.07.2021

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